ependiendo del microclima, la época de siembra varía. Es importante una adecuada elección de la variedad y el respeto de su ciclo, porque podemos sembrar variedades de uno u otro ciclo, resistentes al frío y a la sequía variables. Por ejemplo, hay variedades como la “Muchamiel” que gustan más del calor y se siembran a mitades de agosto, mientras que la mayoría se siembran en otoño, a comienzos de noviembre. En las zonas más frías, donde las plantas no podrían sobrevivir, la siembra se retrasa a inicios de la primavera, con variedades de ciclo corto que se recolectarán antes de que lleguen las altas temperaturas de comienzos del verano.
El exceso de calor les perjudica. Por eso los otoños e inviernos cálidos no son muy buenos para su desarrollo. En cuanto al frío, lo soportan bastante bien si es moderado. Por debajo de 0°C pierden la flor, iniciando el rebrote en cuanto se moderan las temperaturas.
Para una buena polinización, fecundación y cuajado de frutos, interesa una buena presencia de insectos.
Las tierras mullidas y ricas en humus les favorecen, aunque la materia orgánica fresca no les gusta, por lo que las situaremos al final de la rotación.
Crecen de forma óptima con niveles de humedad constantes. El estado de tempero es ideal para ellas, por lo que intentaremos mantenerlo el mayor tiempo posible por medio de binados (escardas) o con acolchados.
En floración debemos moderar el aporte de agua, pues el exceso provoca la caída de la flor. Es más importante conservar la humedad en la tierra que regar.
Cuando están en sazón, después de una lluvia binaremos para conservar el agua.
Pondremos las semillas a remojo el día anterior. Se entierran 2 o 3 semillas a una profundidad de 5 o 6 cm, distanciando cada hoyo unos 30 o 40 cm. La distancia entre las filas ha de tener como mínimo 40 cm, distancia que aumentaremos según la humedad ambiental de la zona. A mayor separación entre filas, mejor aireación y menos riesgo de problemas criptogámicos. Procuraremos evitar excesiva densidad de plantas, incluso hay quien entre dos filas deja un pasillo de 80 cm para asegurarles una buena ventilación.
Cuando la planta tiene unos 15 cm de altura le gusta que le aportemos tierra sobre el tallo, lo que le da más resistencia a la planta ya que sus tallos son algo quebradizos. Además, este recalce aportará humedad al sistema radicular.
En algunas zonas practican el despuntado de las ramas a partir de la sexta o séptima flor. Esta poda provoca un aumento del tamaño de las vainas y a la vez dificulta el desarrollo del pulgón negro.
La fertilidad de la tierra