nte la progresiva demanda de productos y servicios biotecnológicos en alimentación, energía, “química verde”, salud y protección del medio ambiente, las empresas locales consolidan su perfil exportador en sectores estratégicos y contribuyen significativamente al crecimiento de la economía. La última medición indica que constituyeron el 67 por ciento del total exportado por la Argentina en 2017, que redundó en 39.300 millones de dólares y 2,47 millones de puestos de trabajo.
Desde 2016 a 2019, la Argentina exportó anualmente US$430 millones e importó US$389 millones, en promedio. Las exportaciones representaron cerca del 19 por ciento de las ventas totales del sector, proporción que llegó al 45 por ciento en salud humana, de acuerdo con un informe sectorial de biotecnología presentado a principios de 2019 por el Observatorio de la Economía del Conocimiento y el Ministerio de Producción y Trabajo. El estudio señala que los principales destinos de las exportaciones argentinas son a países de la región y representan cerca del 55 por ciento del total. En tanto, los principales orígenes de las importaciones son los Estados Unidos, Suiza, Alemania y Reino Unido, y se corresponde con los países de origen de las principales empresas multinacionales del sector.
Un análisis de la composición de estas exportaciones, realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indica que la bioeconomía “contribuye de manera significativa a la generación de divisas en varios países de la región” y aporta evidencia de la existencia de varios tipos de bioeconomías vinculadas con la agricultura y agroindustria; la industria alimentaria; la pesca y acuacultura; la silvicultura e industria del papel; las fibras naturales y artículos de vestir; la bioquímica y bioplásticos; la bioenergía; y las industrias biofarmacéutica y de biocosméticos.
La Argentina se ubica dentro de los veinte países con mayor cantidad de empresas biotecnológicas a nivel mundial y en segundo lugar en América Latina, luego de Brasil.
No obstante, la Cepal advierte que en todos los países “las exportaciones de la bioeconomía se concentran en productos básicos (por ejemplo, agricultura y agroindustria) o de agregación de valor en productos básicos (por ejemplo, alimentos). El componente de exportaciones de bioeconomía de alto valor agregado es poco significativo, superando el 1 por ciento del total únicamente en la Argentina, Brasil, Costa Rica y Uruguay”, remarca.
En la Argentina, con activo dinamismo, las empresas surgieron en los últimos diez años y la mayoría son de capital nacional, de variados tamaños; algunas pertenecen a compañías multinacionales y otras son partes de grandes grupos empresarios locales, pasando por un variado universo de pequeñas y medianas (pymes).
US$39.300 millones fue el valor que registraron las exportaciones derivadas de la bioeconomía en 2017, de acuerdo con un informe elaborado en 2019 por Ariel Corember.
En tanto, el secretario Ejecutivo de la Cobiomat, Martín Lema, añadió: “Estamos trabajando con los promotores de varios proyectos de inversión nacional y extranjera que montarán fábricas de biomateriales en nuestro país, inversiones que apuntalaremos con este plan. Además, existe una gran cantidad de pymes emprendedoras que comenzaron a producir bioproductos innovadores”.
Entre esas empresas, la Comisión “ya recibió doce solicitudes formales y cinco de ellas están muy avanzadas en el estudio técnico previo para que le otorguemos el sello Bioproducto Argentino en los próximos meses”, acotó Murchison. El sello, cuyo uso es gratuito, “y que actuará como una Marca País, contribuirá a que el consumidor pueda identificar mejor aquellos productos asociados con una economía circular, materiales más sustentables y que traccionan el agregado de valor a productos, subproductos e incluso deshechos del agro, a través de una mayor industrialización, por incorporación de tecnología y diseño”, ponderó el secretario.
Los productos biotecnológicos de la Argentina y otros países de América Latina enfrentan actualmente algunas complicaciones en el comercio exterior. Recientemente, la Secretaría de Agroindustria presentó ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) una Declaración Ministerial suscripta por los miembros del Consejo Agropecuario del Sur (CAS) que también integran Brasil, Paraguay y Uruguay, en la cual advierten que existen demoras injustificadas por parte de algunos países importadores en autorizar su entrada.
La dependencia del Estado argentino aseguró que “en forma inmediata”, Estados Unidos y Canadá apoyaron la posición del cono sur, por entender que esas demoras pueden “complicar innecesariamente el comercio internacional agrícola y afectar la seguridad alimentaria, además de frenar la innovación tecnológica en la agroindustria de los países exportadores, donde estos productos ya han sido evaluados como seguros”.
La Declaración se refiere particularmente a “las situaciones de presencia en bajos niveles (Low Level Presence -LLP, como se lo conoce por sus siglas en inglés) de embarques remitidos a los países importadores” e indica que, para evitarlos, “los países del CAS consideran que las decisiones regulatorias deben basarse en criterios científicos transparentes y armonizados internacionalmente, y que el trabajo conjunto entre los países resultará una herramienta clave para abordar la cuestión”. Además, resalta que la presentación “constituye una petición para que otros países revisen sus políticas y consideren adherir a los principios consensuados en el CAS, además de expresar un compromiso de sus países miembro de continuar trabajando en conjunto para que el tema sea resuelto en el ámbito multilateral”. El reclamo apunta a que no recaigan sobre los exportadores más restricciones “de las necesarias, para cumplir objetivos legítimos y ser coherentes con las obligaciones internacionales pertinentes, incluida la OMC y acuerdos como el de la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias y el referido a Obstáculos técnicos al comercio”. En la Declaración, de carácter ministerial, que fue presentada por el gobierno argentino ante el comité sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias de la OMC, se destaca la importancia de la innovación para la producción agrícola y se observa que “la biotecnología, utilizada de forma segura durante más de veinte años, se ha convertido en una herramienta clave”.
Los ministros de Agricultura de la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay coincidieron en señalar que, en un contexto de creciente demanda internacional de alimentos y significativas limitaciones, como el acceso restringido a tierras cultivables, agua dulce, y el cambio climático, la biotecnología desempeña un papel fundamental en el tratamiento de estos problemas globales.
Revista nuevas energías