as buenas ideas pueden ser tan contagiosas como el coronavirus. Especialmente cuando el que las piensa no se queda con ellas sino que las esparce como semillas para que den muchos frutos a su alrededor. Esto es lo que pasó en la localidad de El Manantial, al sudoeste de la Provincia. El programa social que ya cumplió tres meses, busca acercar los productos tucumanos a los almacenes de la localidad, sin detenerse en la cadena de intermediarios. Este ahorro se traslada a los clientes del pueblo, para su total beneficio. La idea ya fue replicada entre vecinos de las localidades de San Pablo y de San Javier y próximamente también en Colombres. Además, cada vez se añaden no solo más almacenes de cercanía, con lo que ayuda a los pobladores a no salir de sus casas a buscar precios, para no exponerse a contagios de enfermedades, sino que además se añaden cada vez más productos.
La última incorporación al programa fue el ofrecimiento de un kilo de azúcar a $ 41 para el comerciante y a $46 para el cliente. La lógica consiste en ceder un poco cada uno, en beneficio de todos. “La rentabilidad se nota en el círculo virtuoso que se genera porque se reactiva el comercio interno, la gente empieza a gastar más, y los productores locales y las pymes tienen más oportunidades de colocar sus productos. Nosotros en El Manantial le ofrecemos al productor un listado de 140 almacenes adheridos al sistema que van comprar sus productos a cambio de acordar el precio más conveniente para el cliente y para el comerciante. Luego nosotros nos encargamos de controlar que ese precio convenido se respete en las góndolas” explica el comisionado rural Juan Carlos Bernard, siempre dispuesto a explicar cómo funciona el sistema a todo el que quiera replicarlo en su comunidad.
Bernard insiste en que su proyecto es “sustentable”. “El Estado no interviene con dinero sino con organización y coordinación. Además, logra que estos precios más bajos se vuelvan correctivos de los demás precios. Por ejemplo, un litro de leche de una marca tucumana cuesta $ 33, frente a otras que salen entre $ 60 o $ 70. El comerciante empieza a buscar otras más baratas y los precios se bajan. Lo mismo ocurrió con el pan, y otras panaderías también comenzaron a bajar el precio para poder competir. También los intermediarios y especuladores se eliminan de manera natural. En el caso del azúcar que es de un ingenio de Tucumán, ellos mismos se encargan de fraccionarla y de hacer la distribución de los fardos por los almacenes”, aclara.
“Nosotros no stockeamos, como hacen las grandes cadenas de supermercados. La mercadería que compra el comerciante se vende casi de inmediato, de modo que siempre estamos adquiriendo alimentos frescos”, explica. “Todo esto nos ha llevado a recuperar fuentes de trabajo en El Manantial porque con la cuarentena muchos almacenes chicos estaban desfalleciendo, hoy por suerte se han reactivado muchísimo y pueden sostener a sus empleados”, remarca.
Cuando el programa comenzó en El Manantial tenía 93 comercios adheridos y ahora tiene 158. “Tenemos el 94% del total de los almacenes de la localidad”, cuenta con orgullo.
“El proyecto realmente me ha cautivado por su potencial y finalidad social. Apenas lo implementamos fue exitoso desde un principio. A los comerciantes les gusta la idea”, dice Lucas Vildoza, delegado comunal de San Javier, donde hay unas 10 despensas. “En nuestro caso queremos también sumarle verduras porque tenemos muchos productores en la zona. Los lácteos son toda una novedad en la comunidad porque no había consumo de yogur, y el hecho de tener la oferta, cuesta $ 43 el litro, llama la atención y la gente la pide más. Llevan leche y dulce de leche, a $ 50 los 400 gramos. Cada vez se van sumando más comerciantes al proyecto”, cuenta.
En la localidad de San Pablo el programa tomó el nombre de “Almacenes unidos por San Pablo”. Comenzó el 1 de junio de 2020. “Veníamos siguiendo de cerca esta propuesta para poder repetirla en San Pablo. Nos tomamos 15 días para organizarnos bien. Contamos en la comunidad con 233 almacenes que son potenciales adherentes. En la primera semana arrancamos con 15 y otros 15 se fueron sumando a medida que se iban interiorizando de cómo funciona el sistema”, cuenta el delegado Sergio Castro.
“Estamos muy felices de poder llevar alimentos de producción local al comercio de cercanía para ayudar al productor local y a la vez poder contribuir con la economía de los vecinos. Nuestra propuesta es conseguir más y mejores productos”, remarca el comisionado rural.
En las pizarras de los almacenes se pueden encontrar queso cuartirolo a $ 250 el kilo, un paquete de polenta a $ 13, 50; un kilo de carne de novillo a $ 190; y otros precios con un margen de apenas uno o dos pesos de diferencia entre los comercios. “La Cocha, Colombres y otras localidades quieren sumarse, así como otras comunidades del país que me llaman para preguntar cómo funciona el sistema”, dice Bernard sin poder ocultar su orgullo ni su sorpresa al ver que “algo tan sencillo -dice- cause tanto revuelo”.
La Gaceta