xiste una amplia gama de microorganismos patógenos que pueden contaminar las aguas que consumen los animales y, con ello, generar diferentes tipos de enfermedades, incluso abortivas. Así lo afirmó el médico veterinario Aníbal Fernández Mayer, técnico de la EEA INTA Bordenave (CERBAS), especializado en nutrición de bovinos.
“Este tipo de microorganismos habitan en aguas estancadas o reservorios ricos en nutrientes. Normalmente, se habla de algas azules o verdes, pero en realidad son bacterias que producen muy mal olor y sabor junto con la producción de toxinas potencialmente mortales por ingestión o contacto con aguas contaminadas”, explicó el especialista.
De acuerdo con Fernández Mayer, la razón por la que algunas aguas producen algas marrones o verdes no tóxicas y otras de color verde-azuladas tóxicas (cianobacterias) es desconocida. “Cuando el agua contiene alta concentración de nutrientes favorece al desarrollo de algas y cianobacterias, en especial durante el verano y en regiones templadas y templadas-cálidas con temperaturas medias entre 18°C y 25°C”, destacó, a la vez que detalló: “Las cianobacterias producen cianotoxinas. El género Microcystis es el que más abunda en aguas dulces contaminadas y genera la microcistinas (toxina), cuyos niveles se elevan cuando existe una alta concentración de fósforo y nitrógeno disuelto en el agua”.
La forma de acción de estas toxinas se agrupan en dos tipos: las neurotoxinas, que causan la muerte rápida, y las hepatotoxinas, que provocan la muerte a las pocas horas o después de dos días de su consumo, aunque los signos clínicos de hepatotoxicosis aparecen 15 minutos después del contacto o consumo de agua contaminada. De acuerdo con el veterinario, la microcistina-LR es la más tóxica (hepatotoxina). “En la mayoría de los casos, el agua de los pozos contiene esta toxina”, afirmó.
Los laboratorios de referencia están en condiciones de identificar las bacterias y las toxinas. Aunque algunas toxinas se relacionan con el crecimiento de los microorganismos, la mayoría se producen cuando éstos mueren. Esta muerte se produce por una pérdida de nutrientes del agua o por una aplicación química; por ejemplo, algún tipo de sulfatos o de herbicidas. Además, el viento puede hacer que las cianobacterias y sus toxinas se concentren en la superficie del agua.
“La identificación positiva de las cianobacterias no es sencilla y requiere un entrenamiento en el microscopio. Sin embargo, hay algunos signos que hacen sospechar su presencia como la presencia de una capa de limo en la superficie, similar a una capa de pintura verdeazulada o amarronada”, comentó Fernández Mayer.
“Las cianobacterias se componen de finas células que, a diferencia de las algas verdes, no se pueden recoger del agua con la mano. El mejor modo de evitar los problemas de las cianobacterias es prevenir su crecimiento exponencial. Para ello, se debería limitar o evitar que caigan al agua diferentes tipos de nutrientes y desperdicios. Otra forma de reducir el desarrollo es airear el agua a través de un sistema de bombeo”.
Asimismo, añadió: “Para reducir la presencia de estos microorganismos en el agua de consumo, se debe situar la “toma de agua” a un metro por debajo de la superficie, para evitar las zonas de mayor concentración de toxinas”.
Según explicó Fernández Mayer, entre los diferentes controles químicos se destaca la aplicación del sulfato de cobre pentahidratado, que se debe aplicar a los pozos de agua a razón de 1 g/m3. “Este producto se debería usar con cuidado porque también mata al zooplancton que consumen a las algas y, además, es tóxico para los peces. Para reducir los efectos dañinos recién citados se puede disminuir la dosis a la mitad (0,5 g/m3)”. En este punto, resaltó que luego del tratamiento químico, el agua no se puede consumir hasta dos semanas de realizado el mismo.
Estos microorganismos son comunes en aguas procedentes de pozos y reservorios que colectan aguas residuales, así como en aquellas aguas contaminadas con desperdicios (hojas, tierra, etc.) de los tanques y bebidas a los que tiene acceso el ganado. El agua contaminada puede generar, además de la muerte, diferentes enfermedades con sus toxinas de forma muy rápida en los animales que, a su vez, pueden afectar a la población cuando se consumen productos contaminados como carne y leche.
“El metabolismo y la anatomía animal (rumen, intestino, etc.) no son barreras efectivas para evitar que pase a la carne o leche las toxinas que puedan estar en el agua o en los alimentos que consumen dichos animales”, aseguró Fernández Mayer.
En tanto, remarcó que el agua contaminada con heces puede transmitir muchas enfermedades, debido a la presencia de Escherichia coli, Cryptosporidium, Salmonella y Leptospira. Además, según el especialista, estos microorganismos afectan, en especial, a los animales más jóvenes. Sin embargo, en los animales adultos una enfermedad muy común es la leptospirosis, que se puede diseminar mediante el agua contaminada y produce abortos entre 2 a 5 semanas después de la infección.
“Cuando el ganado está acostumbrado a consumir este tipo de aguas contaminadas alcanza un cierto grado de resistencia o tolerancia a muchas de estas enfermedades. Sin embargo, cuando ingresan al campo animales nuevos (no adaptados), o bien se introduce en el agua un nuevo patógeno, se disemina muy rápidamente entre los animales causando una nueva enfermedad, especialmente en los más jóvenes”, aseguró, al tiempo que remarcó: “Los terneros recién nacidos tienen inmunidad pasiva procedente de sus madres a través del calostro, pero son muy susceptibles a una alta dosis de toxinas o de microorganismos patógenos”.
Por último, indicó que el método más sencillo para minimizar los patógenos y sus toxinas es prevenir la contaminación del agua con materia fecal. “Además, se debe evitar el ingreso de los animales a ríos, arroyos o lagunas, aunque muchas veces por factores vinculados con el tamaño de la explotación ganadera o características del medio (inundaciones) es imposible evitarlo. Los rayos ultravioleta del sol son muy efectivos para la eliminación de ciertos patógenos, aunque es necesario que las aguas estén limpias (transparentes)”, finalizó.