on variadas las propuestas gastronómicas que ofrece Tandil, a 360 km de la Ciudad de Buenos Aires, un destino cada vez más aclamado por quienes buscan experimentar sabores artesanales.
Las paredes de adobe de Época de Quesos están adornadas con fotos familiares en blanco y negro e innumerables antigüedades de hierro. “En los últimos años, la producción gastronómica de Tandil se vio potenciada con propuestas locales, tanto de carácter gourmet como artesanales. Esto convierte a la ciudad en uno de los diez sitios turísticos más elegidos del país para pasar un fin de semana”, explica Alejandro Bonadeo, director de Turismo de la localidad.
En las estanterías del salón principal cuelgan chacinados gourmet y reposan más de cien variedades de quesos semiduros naturales y condimentados, dulces y alfajores elaborados en la fábrica familiar y por otros emprendedores de la zona.
Este rincón no es solo una esquina de paso. Es que según cuenta Agustina Quiñones, quien trabaja de moza en este rancho pampeano que data de 1860, sus salones de techos bajos y muros desvencijados, sus muebles añosos y su patio de tierra revelan su pasado de posta y abrigo de jinetes y carretas, luego convertido en almacén de ramos generales. “Tras 20 años de abandono, en 1990 la familia Inza reacondicionó el lugar para instalar su negocio, preservando su espíritu original”, indica.
El salame tandilero, que posee el sello de Denominación de Origen, se destaca por tratarse de un producto elaborado en condiciones únicas. Las Dinas es una de las cuatro fábricas familiares que elabora este salame desde 1980.
Tras atravesar la puerta de su local comercial, ubicado en un campo de cerros, a seis kilómetros de la ciudad, el aroma ahumado se entremezcla con el de finas hierbas, azúcar tostada y el amargor de los frutos secos.
Carlos Panighetti, quien dirige este proyecto familiar, invita a los clientes a detenerse en el color de cada fiambre, en su textura al morderlo y en la expresividad que cada condimento deja en el paladar. “Priorizamos la calidad por eso nuestros 60 productos son de estacionamiento prolongado. Los salames ibéricos, los tandileros, aromatizados con pimienta, y los Holstein, ahumados, son los más característicos de la casa”, explica.
Santo Padre es una marca pionera en la producción de queso orgánico. Cada vez son más los emprendedores gastronómicos argentinos que huyen de la producción masiva y se pliegan al nuevo paradigma verde. No obstante, dentro del sector quesero, Santo Padre es la excepción, ya que se trata de la primera y única fábrica de quesos con certificación orgánica del país.
Aldo Antonutti, responsable de la marca, cuenta orgulloso: “Tras descubrir la producción ecológica en un viaje a Italia, mis padres entendieron que era el momento de aportar un valor diferente a la industria local. Fue así que decidieron dejar atrás su confortable vida porteña para comprar un campo de 95 hectáreas en Tandil donde instalarse y elaborar quesos orgánicos".
Los quesos gouda, parmesano –con un mínimo de 6 meses de maduración– y provolone de Santo Padre figuran en cartas de hamburguesas gourmet de restaurantes palermitanos, tiendas naturales y en las góndolas de algunos supermercados.
Es la marca de cervezas artesanales más antigua de la ciudad. Una picada entre amigos viene de la mano de una buena cerveza. La Cervecería Quarryman ya lleva más de 17 años en el mercado y se convirtió en una parada obligada de aquellos que visitan Tandil. El lugar ofrece, entre otras opciones, diez variedades de cerveza artesanal de su propia fábrica.
Un cable de luces que se enciende con energía solar, mesas de madera dispuestas en un patio de tierra rodeado de cerros, el sabor amargo de una refrescante cerveza artesanal y un fuego a leña que calienta sin prisa un vacío a la estaca. Esa es la propuesta de El Refugio, un restaurante ubicado en el corazón del valle El Picapedrero, patrimonio histórico de esta ciudad.
Una experiencia culinaria que cualquiera que visite Tandil atesorará en su memoria es conocer la pastelería del cerro Centinela. “Contamos con más de 15 postres caseros con recetas únicas de la casa, inspiradas en la pastelería centro europea. Todas llevan frutos y dulces de nuestra propia cosecha”, cuenta Susana Blanc, responsable del lugar desde hace 25 años.