Ambiente Sustentable / Ecosistemas Campesinos

Los agrosistemas

Los impactos ambientales son las modificaciones antrópicas del entorno, cambios positivos o negativos que los grupos humanos generan sobre el ambiente a través de sus actividades

Los agrosistemas
L

a urbanización y las prácticas agropecuarias son ejemplos de acciones que transforman el medio, dando como resultado ecosistemas artificiales tales como los ecosistemas urbanos y los agroecosistemas, ecoagrosistemas o ecosistemas agrícolas, respectivamente.

La actividad agropecuaria implica todas las formas de manejar el crecimiento de especies, específicamente plantas y animales, para uso humano. Esta actividad incluye agricultura, ganadería, acuicultura y silvicultura.

El 30 % de la superficie terrestre está ocupado por sistemas agrícolas; si los comparamos con el resto de las acciones humanas que modifican el ambiente, efectivamente la generación de agroecosistemas, es el fenómeno más ampliamente extendido como proceso generador de cambios intensos en el espacio terrestre.

 

Los agrosistemas entre lo natural y lo cultural 

Existe una gran variedad de definiciones sobre el vocablo agroecosistemas, algunos toman en cuenta los aspectos ecológicos, otros los tecnológicos o también los aspectos socioeconómicos.

Los agrosistemas

 

Los agroecosistemas o ecosistemas agrícolas pueden describirse en términos simples como un ecosistema sometido por el hombre a continuas modificaciones de sus componentes bióticos y abióticos, para la producción de alimentos, fibras y otras materias primas.

En efecto, los agrosistemas son ecosistemas domesticados o semidomesticados cuya fuente de energía es el sol, pero a diferencia de los ecosistemas naturales, las fuentes auxiliares de energía para aumentar la productividad son combustibles fósiles, amén de la fuerza de trabajo humana, animal y de maquinarias.

Además, la biodiversidad es reducida para maximizar la producción de bienes específicos. El control del sistema es externo y orientado a objetivos particulares, en contraste con el control interno de retroalimentación de los ecosistemas naturales.

 

Los agrosistemas y sus componentes determinantes 

Los ecosistemas suelen percibirse por su estructura (la forma en que aparecen dispuestos sus componentes y las condiciones que lo caracterizan en un momento dado, algo así como forma de organizarse) y por su función (cómo funcionan, las relaciones que se establecen entre sus componentes, fundamentadas en los intercambios de energía y materiales entre ellos y con el exterior). Con los agrosistemas ocurre lo mismo.

El resultado de la interacción entre características endógenas, tanto biológicas como ambientales en el predio agrícola y de factores exógenos tanto sociales como económicos, generan la estructura particular del agroecosistema. Entre los factores bióticos controlados se encuentran la composición específica y la productividad, y entre los abióticos están los cambios en la disponibilidad de nutrientes o en la humedad del suelo.

Los agrosistemas

Además, los agrosistemas dependen de elementos socioeconómicos, como las tendencias de los mercados, las preferencias de los consumidores, los precios y las políticas de subsidios. Los aspectos socioeconómicos influyen sobre los tipos de alimentos por producir y con ello, sobre las modalidades de producción y de manejo de los recursos por emplear.

Vale remarcarse que factores sociales, tales como el colapso en los precios del mercado o cambios en la tenencia de la tierra, pueden destruir los sistemas agrícolas tan determinantemente como una sequía, propagación de plagas o la disminución de los nutrientes en el suelo.

Además de aportar productos alimentarios y de fibra, y de constituirse en fuente de recursos genéticos de cultivos, los agrosistemas conservan algunas funciones de cuenca (infiltración, control de la circulación hídrica, protección parcial de suelos), suministran hábitats para aves, polinizadores y organismos del suelo vinculados a la agricultura, producen materia orgánica para el suelo, fijan carbono de la atmósfera, y proporcionan empleo.

En correspondencia, el subsistema biológico, si bien necesario, no es condición suficiente para concretar un agrosistema, ya que carece del objetivo básico de todo agrosistema. La función esencial de todo sistema biológico es subsistir, crecer y reproducirse, pero no la de satisfacer las demandas humanas de alimentos y materias primas.

Esta última función es propia de los agrosistemas y se logra mediante la intervención del hombre a través de la tecnología que altera, dentro de los límites posibles, los procesos de plantas y animales en relación con los intereses humanos.

Los agrosistemas

Así desde el punto de vista ambiental, la conducta ecológica de la agricultura reside en la destrucción del ecosistema prístino, y de la diversidad biológica en pos de sistemas agrícolas para unas pocas especies que el hombre denomina especies útiles.

Estos agroecosistemas no son sustentables energéticamente, desde el advenimiento de la era de los combustibles fósiles, el balance energético sería posiblemente nulo si se midieran las diferencias kilocalóricas, empleadas en la agricultura, y las kilocalorías obtenidas.

En efecto, la producción primaria se sustenta en la simplificación de los sistemas naturales para evitar la competencia y obtener los máximos rendimientos. Por eso, los agrosistemas normalmente son ecosistemas muy simples y demasiado frágiles. El declive de las poblaciones de caza menor y de la fauna asociada a los sistemas agroganaderos es una muestra evidente de ello.

Con la globalización de la economía, la agresividad contra la naturaleza en los sistemas de producción primaria, ha alcanzado cotas insospechadas de impacto negativo sobre los seres vivos. Tanto que en pocos años se ha hecho desaparecer un gran número de especies como conejos, liebres, perdices y otras aves granívoras.

Una muestra irrefutable de ello, es el profundo declive que las especies de caza menor silvestre presentan en todos los agrosistemas más intensivos del planeta.

 

Agrosistemas y agroecología 

La Agroecología es un enfoque de estudio y práctica de la actividad agrícola que proyecte ser ecológicamente sostenible, económicamente redituable, socialmente aceptable y políticamente viable, a largo plazo y sin el deterioro de la base de los recursos naturales para beneficio de las futuras generaciones.

La Agroecología se sirve de los agroecosistemas como unidad de análisis o espacio de observación. Para esta ciencia, se trata de una construcción social, producto de la coevolución de los seres humanos con la naturaleza, es decir, reflejo de relaciones socioecológicas, por lo que su definición no se ajusta exclusivamente a procesos de índole biológico, sino también considera los aspectos económicos y sociales.

 

Tipos de agrosistemas 

Los agroecosistemas se ubican en un gradiente entre una serie de ecosistemas que han sufrido un mínimo de impacto humano como explotaciones silvopastoriles simples hasta un máximo como es el caso de ciudades. Los agroecosistemas son diferentes para cada región, ya que son producto de muchas variables como el clima, suelo, relaciones económicas, estructura social e historia. Los agroecosistemas de una región, en general, están destinados a producir tanto agriculturas comerciales como de subsistencia, utilizando niveles altos o bajos de tecnología, dependiendo de la disponibilidad de tierra, capital y mano de obra. De esta forma, los agrosistemas pueden clasificarse en diversos tipos de acuerdo con los criterios considerados:


Según la estructura y producción:

  • Pastoriles: cuando lo que se utiliza es la biomasa vegetal para alimentación de ganado, ya sea natural o cultivada (forrajes).
  • Silvícolas: cuando se foresta o reforesta con árboles, que en general son las especies que el hombre considera de interés económico.
  • Agrícolas: cuando lo que se produce son cereales (trigo, centeno, cebada, sorgo, mijo, arroz, maíz y avena, entre otros), cultivos industriales (maní, soja, girasol, algodón, colza, etc.).
  • Mixtos: Aquellos en que se asocian dos o más de los anteriores. Cuando se combinan la producción para consumo humano y del ganado tenemos sistemas agropecuarios o agropastoriles.

Mientras consideramos sistemas agrosilvopastoriles cuando hay asociación de árboles con cultivos agrícolas y pastos (con o sin pastoreo directo); y silvopastoriles cuando se asocian árboles y pastizales para el ganado.

Según su intensidad de labranza

Agrosistemas intensivos: aquellos cuyas prácticas productivas buscan obtener el máximo beneficio, en el menor tiempo posible, logrando la mayor cantidad de productos por unidad de superficie, e incluso cosechas diferentes por cada explotación agrícola; concentrando los medios de producción, mecanizando y racionalizando los procesos para aumentar constantemente el rendimiento productivo.

Pueden abarcar tanto grandes explotaciones (como las plantaciones) o pequeñas dimensiones, todas con alto grado de tecnificación, y cuya forma extrema es la agricultura sin suelo o hidroponia. Agrosistemas extensivos: aquellos cuyas labores son efectuada en grandes extensiones de terreno.

En el caso de la ganadería se caracteriza por un grado mínimo de modificación del ambiente, existiendo muy poco control sobre el mismo y la calidad y la cantidad de los insumos agregados para estimular, suplementar o reponer la cadena alimenticia. Agrosistemas tradicionales, de subsistencia: sistemas productivos diversificados, que tiene necesidades pequeñas de insumos debido a su semejanza en estructura y función a los ecosistemas naturales.

 

Agrosistemas y regiones agrícolas 

Una comarca que reúne tipos de agroecosistemas similares conforma una región agrícola. Vale recordar que, todos los agroecosistemas son dinámicos y están sujetos a niveles diferentes de manejo, de manera que las secuencias de cultivos están cambiando continuamente en el tiempo y el espacio, así como los factores biológicos, naturales, socioeconómicos, y ambientales. Tales variaciones del paisaje determinan el grado de heterogeneidad espacial y temporal característicos de las regiones agrícolas.

 

 

Diario Norte



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