La historia de Marlom's, la compañía argentina número uno en venta de pochoclos para microondas, comenzó en 1998 cuando su fundador, Cristóbal Koefoed, observó que en Blockbuster –la cadena de alquiler de películas furor en los años 90/2000– había un sector con snacks y golosinas para disfrutar del film desde la comodidad del hogar cerca de la caja para abonar los servicios.
Atento al negocio, el joven que recién terminaba la secundaria puso manos a la obra: investigó y llegó a la conclusión de que en nuestro país, que por ese entonces era el mayor productor de maíz pisingallo del mundo, el producto no llegaba desde los campos locales, sino proveniente de los Estados Unidos. Con espíritu emprendedor, inició un proyecto que logró el objetivo de desplazar a los importados de las góndolas, aunque en 2011 decidió dar un paso al costado, colocándole a su empresa el cartel de venta.
Fue en ese entonces que uno de sus mejores amigos, Juan Cruz Valenzuela, se alió con Héctor Guardia y Agustín Parma, con quienes adquirió la firma con el fin de hacerla crecer a niveles exponenciales.
“Trabajé en multinacionales y varios bancos. Viví en España un año, pero en 2010 me quise reinventar por completo. Vimos con Juan Cruz (Valenzuela) y Héctor (Guardia) que la marca tenía mucho potencial y que mediante estrategias de marketing específicas podía crecer en grandes proporciones”, sostuvo Parma, socio y gerente general de Marlom's.
El pochoclo –que en 2013 obtuvo el certificado de buenas prácticas de manufactura–, es un producto libre de gluten que se comercializa en cinco sabores: dulce, salado, light, queso y natural. En el mercado argentino, alrededor del 75% de las ventas corresponde a su variedad dulce. Cada paquete se exhibe en un sobre individual de cerca de cien gramos que al entrar en contacto con el calor del microondas por dos minutos produce un pochoclo perfecto y listo para comer. “Es práctico, fresco y saludable”, expresó Parma.
Tras años de trabajo y una inversión de cinco millones de pesos, en 2016 la empresa abandonó su planta de producción de 600 metros cuadrados en Beccar y se mudó a una de 1.500 metros cuadrados en Malvinas Argentinas. Según Parma, en esa nueva planta –sin la necesidad de hacer jornadas de doble turno– la capacidad de producción anual ronda las 400 toneladas.
La estrategia de Marlom's se centra en difundir nuevos puntos de venta, ya que el principal canal de comercialización son los supermercados, que representan el 75% de los ingresos. Para cumplir el objetivo, se atiende de manera directa a varias cadenas del interior y se dispone de una gran red de distribuidores que hace posible la llegada a todo el territorio nacional. También busca competir de igual a igual dentro de la categoría de los snacks, con papas fritas, chizitos, maní y palitos salados, sin perder territorio. “Nuestros precios están muy por debajo de los productos tradicionales. Además, nuestra alternativa es práctica, económica y saludable”, detalló Parma.
Entre las metas a corto plazo, está internacionalizar el producto dentro de los países limítrofes. “En 2013, la salida fue difícil por el valor del dólar y la alta competitividad, y nos tuvimos que enfocar más en el mercado local en supermercados y dietéticas”, insinuó Parma.
Sin embargo, en los últimos años se volcaron a pleno al comercio exterior y en la actualidad el 15% de la producción se envía a Uruguay. Para conquistar el mercado latinoamericano, el equipo participó en rondas de negocios de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Exterior en Bolivia y Paraguay, visitando a importadores y supermercadistas.
“Desarrollar un cliente extranjero lleva tiempo. Participar de estas iniciativas para una pyme como la nuestra es muy importante. En tres años queremos llegar a cuatro nuevos destinos de exportación. El plan incluye el desarrollo de nuevos productos, aunque no podemos adelantar demasiado porque estamos en pleno proceso”, alegó Parma.
Marlom's cuenta con 15 empleados y vende alrededor de 400 toneladas de pochoclos anuales. Si bien en la Argentina el consumo per cápita es bastante bajo, la idea es seguir creciendo en ventas y en cantidad de trabajadores.
“La venta de consumo masivo viene en picada en los últimos años; hay que empujar mucho para ser exitoso. En 2017 hicimos una apuesta fuerte, no tocando el precio en góndola durante nueve meses. Fue un gran esfuerzo con el que se consiguió obtener un mejor posicionamiento. Ser emprendedor en este país es un desafío enorme, porque además de lidiar con los vaivenes económicos, existen muchísimos trámites que son más burocráticos de lo que deberían. Animarme a dar el salto de emprender es una de las mejores decisiones que tomé en la vida”, concluyó Parma.