Crean un alfajor cuadrado y facturan casi $5 millones

Al describir este producto debemos mencionar sus cuatro capas de masa intercaladas con dulce de leche y su diseño cuadrado. Se trata de un inconfundible alfajor que lleva solo cinco años en el mercado y que se comercializa bajo la marca Don Abel.

Consolidados en la ciudad bonaerense de Dolores, estos alfajores rinden un doble homenaje: evocar la tradición revolucionaria del 25 de mayo y honrar a Abel Fleury, guitarrista dolorense.

Cristian Farías y Carla Morello son los fundadores de esta empresa familiar. “Queríamos mostrarles a nuestros hijos que en la vida hay segundas oportunidades”, destacó Farías. Así lo refleja la historia de amor de esta pareja: Cristian y Carla fueron novios en la adolescencia y se reencontraron veinte años después; ambos ya separados, ella con tres hijos y él con dos, decidieron formar una familia y, al poco tiempo, tuvieron un hijo.

Sin embargo, la idea del emprendimiento surgió en un viaje a Salta, cuando visitaron una fábrica de alfajores. En ese momento, se dieron cuenta que en Dolores no había un alfajor representativo. “Queríamos hacer un producto que identificara al dolorense en el mercado”, explicó Farías.

Hoy por hoy, los locales que venden los alfajores Don Abel se convirtieron en una parada obligatoria de los turistas que vacacionen en la costa argentina. Durante la temporada alta –de octubre a abril– venden 300 decenas de alfajores por día, con once personas trabajando. El año pasado facturaron US$4,72 millones y ya están planificando expandirse al exterior.

“Ubicar los productos en la ruta era una gran oportunidad. Ahora tenemos tres foodtrucks en las estaciones de servicio de Dolores”, comentó Farías.

Una nueva receta de la Torta Argentina

Farías y Morello quisieron fusionar una doble tradición de su ciudad. En los alfajores mezclan el sabor de la Torta Argentina y el nombre de Abel Fleury, por quien celebran en Dolores la Fiesta Nacional de la Guitarra.

La pareja modificó la receta de la Torta Argentina, adaptándola a un alfajor de cuatro capas. Su primera inversión fue modesta: un kilo de dulce de leche, uno de manteca, otro de harina y dos docenas de huevos. La innovación llegó tan lejos que la cocina hogareña les quedó corta, por lo que decidieron transformar una vieja fábrica familiar, donde hacían molinos de viento, en el laboratorio donde ahora elaboran esta exquisitez.

Si bien la pareja no se dedica exclusivamente a la producción de estos particulares alfajores, esperan poder hacerlo pronto, con la decisión próxima de exportarlos a México. “Queremos apuntar al mercado nostálgico de argentinos que viven en el exterior”, agregó Farías.

Además de Don Abel, la familia lanzó al mercado el alfajor Miles, que es una línea manufacturada tipo marplatense de solo dos tapas.