l futuro ya está aquí, y parte de él son las telas hechas a base de fibras vegetales que se sumarán a las de algodón, bambú y lino. ¿Cuáles son las fibras que ya comienza a usar la industria de la confección de ropa, calzados y accesorios teniendo en cuenta que la moda es un rubro que genera problemas de contaminación importantes?
Uno de esos tejidos proviene de la cáscara de la naranja. Adriana Santocito, diseñadora italiana, comenzó a experimentar en el laboratorio del Instituto Politécnico de Milán. Extrajo celulosa de fruta exprimida y la convirtió en fibra textil. Luego, utilizó nanotecnología para encapsular los aceites esenciales y fijarlos entre las fibras. El resultado fue un tejido que libera vitamina C sobre la piel.
Santocito y su socia Enrica Arena bautizaron el producto como Orange Fiber. Se trata de un material que reduce las emisiones de carbono y el impacto medioambiental de los métodos tradicionales de hilados.
La compañía Ananas Anam genera la fibra Piñatex, derivada de hojas de piña de diferentes espesores que provienen de los residuos de las cosechas. Carmen Hijosa creó la firma después de trabajar en la industria del cuero en Filipinas, donde comprobó que éste era cada vez más escaso y que su proceso de tratamiento provocaba contaminación. Se inspiró en las prendas filipinas tradicionales bordadas que se hacen con las hojas.
En escena también aparecen, como materia prima, los tallos de los bananos. Expertos del Instituto de Investigaciones de Filipinas explican que se necesitan 37 kilos de tallos para producir un kilo de fibra suave. Offset Warehouse apuesta a la potencialidad de la tela para hacer chaquetas, polleras y pantalones.
Por otro lado, Tog 24 y North Fac son dos de las empresas que usan cocona, textil denominado 37.5 Technology. Se trata de un desarrollo con cáscaras de coco que se mezclan con materiales volcánicos. El resultado es una fibra similar a la lona, ideal para ropa deportiva.