alter trabaja en el campo hace más de treinta años como contratista rural en cosecha, y si bien su base está en Camilo Aldao, Córdoba, recorre el país con todos los equipos y la tecnología de John Deere. Iniciaron sus actividades con una cosechadora 1075 y pasaron por varios modelos a medida que iban creciendo. Hoy tienen en su flota las S700 y trabajan 40 mil hectáreas por año cosechando maíz, trigo y soja.
“Este año tuvimos que trabajar mucho más, adaptándonos a una nueva realidad. En nuestro caso, por las medidas que dificultaban la circulación, nos encontramos con que necesitábamos gente que esté a cargo de los equipos para atender las consultas y controlar la producción. Ahí es donde mi hijo Shunko salió a cubrir este rol en los campos del norte. Gracias a la tecnología de John Deere y la ayuda del concesionario todo salió perfecto”, comenta Walter.
Para esta familia de contratistas, la conectividad llegó de la mano de la serie S600 y fueron unos de los primeros en comenzar a trabajar con JDLink. Esta incorporación, aseguran, trajo mejoras importantes en sus operaciones diarias.
“En un principio nosotros no comprendíamos porqué se hacía tanto hincapié a la cuestión tecnológica, pero con el tiempo nos dimos cuenta de la importancia de estas herramientas. Gracias a los informes que nos compartía el concesionario pudimos ver cómo afectaba a la productividad tener el equipo en marcha sin funcionar o no limpiar la cosechadora luego de un día de trabajo. Eso es muy destacable, porque uno empieza a analizar cómo mejorar cuando tiene algo donde verlo”, explica el contratista.
En 2020 la tecnología se volvió su aliado fundamental para este equipo, ya que al estar conectados con el concesionario, les permitió optimizar viajes y tener soluciones casi inmediatas a nuevos problemas que tenían que afrontar. “En el 90% de los casos me entero de los códigos de la maquina por el concesionario antes que por el maquinista. Eso tiene mucho valor y nos deja tranquilos saber que es un trabajo en conjunto”, cuenta Pistelli.
Además de las cuestiones relacionadas a la conectividad, una mejora destacada de la última serie de cosechadoras es todo el sistema de automatización de los nuevos equipos. Según el contratista, éste tiene un rol fundamental en sus operaciones porque los maquinistas no pueden calibrar el equipo constantemente.
“Gracias a esta herramienta, no solo tenemos una maquina más exacta sino más productividad. En una situación normal, para calibrar la cosechadora tenemos que pararla tres minutos y si queremos buena información tenemos que hacerlo cada vez que arrancamos en un lote. Con esta nueva balanza logramos que la máquina que arrancó a cosechar no tenga que estar parando para ver si está calibrada y sabemos que todo el día vamos a tener el mismo cereal. Es un lujo y la satisfacción del cliente es altísima. Te da alegría ver la tolva sin ningún palito o chaucha”, concluye Walter.
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