Las huertas urbanas son una alternativa práctica y fácil de implementar para darle a tu hogar un poco más de color y producir verduras y plantas aromáticas desde cualquier rincón que te quede cómodo. Antes de arrancar a armar una en tu terraza o balcón, existen varios factores que deberías tener en cuenta:
- Semillas y plantines: es necesario que sean de especies hortícolas, aromáticas o florales. De todas maneras, algunos frutos, como los cítricos y los quinotos, pueden cultivarse en pequeñas superficies.
- Tierras: en ciudades es muy común encontrar suelos de relleno con arcilla o suelos decapitados. Para adaptar la tierra, es necesario usar diversas técnicas agroecológicas que permitan mejorar y enriquecer el suelo.
- Cercos, barreras y sombras: si vas a armar la huerta en una terraza, podés construir barreras con plantas altas como cañas verdes o secas –o colocar una tela o media sombra–, que ayuden a atenuar vientos fuertes y eviten el calor excesivo del verano. Si la huerta da a la calle, podrías colocarle una barrera verde en el frente del cultivo que retenga el humo y el polvo del ambiente.
- Sol: las hortalizas de fruto y de raíz deben contar con –por lo menos– cinco horas diarias de sol; por su parte, las de hoja requieren aproximadamente tres horas.
Para identificar los tipos de suelo y descubrir sus características, se recomienda aplicar la famosa “prueba del amasado”, que permite conocer en profundidad las diferentes superficies. La misma consiste en:
- Seleccionar una muestra de suelo sin cascotes o terrones grandes.
- Agregar agua hasta lograr una pasta homogénea.
- Estirar la masa y darle forma de chorizo.
- Observar y determinar qué tipo de suelo es.
Entre los tipos de suelo, se destacan el arenoso, el limoso, y el arcilloso. Si durante la prueba del amasado la cinta se desarma, se trata de un suelo arenoso. El mismo posee un buen drenaje, aunque no retiene el agua de riego y presenta bajo contenido de nutrientes. La retención de líquidos y la fertilidad mejoran con el agregado de abono compuesto.
Si la cinta se rompe al apretarla, se trata de un suelo limoso. En este caso no es muy recomendable el plantado de hortalizas, ya que es bastante difícil su cultivo. A su vez, los suelos arcillosos se caracterizan por mejorar las propiedades de aireación de las plantas a partir del agregado de arena gruesa.
Una técnica muy utilizada para el cultivo en espacios urbanos es la organoponía. Es una práctica que permite crear un suelo fértil con el agregado de abonos orgánicos, lo que facilita la producción de hortalizas. Para esto, pueden construirse canteros con diversos materiales como maderas, piedras, ladrillos o bloques, o usar macetas, envases, bolsas o caños.
Para dar inicio a una huerta organopónica, es indispensable poner un buen sustrato y planificar el espacio de acuerdo a las características de la especie que se quiera producir. El objetivo siempre es desarrollar la mayor cantidad de plantas.
El cultivo en envases permite combinar los materiales que se utilizarán en el sustrato. Para lograr una mezcla homogénea, se debería unir una parte de tierra negra con tres partes de abono orgánico maduro y una parte de arena gruesa; a eso, se le debería agregar viruta o cáscara de arroz. A la hora de planificar el espacio, lo más aconsejable es perforar la base para favorecer el drenaje del agua de riego. Cabe destacar que la acumulación de agua produce asfixia en las raíces de las plantas.
Sobre los canteros, la producción de alimentos se puede llevar a cabo en elementos de cemento, bloques, neumáticos, tanques u otros objetos; siempre y cuando previamente no se hayan almacenado allí sustancias tóxicas o nocivas. Lo más apropiado es ubicarlos en un rincón donde haya luz abundante.
Entre los neumáticos, se pueden implementar cubiertas usadas y rellenadas con sustrato. En cubiertas, pueden sembrarse bien perejil, rúcula, radicheta de forma directa, y trasplantar lechugas, apios y puerros. También pueden usarse para cultivar frutillas y papas, aunque para estas últimas –cuando los brotes estén crecidos– se debería agregar un neumático por encima y cubrir con tierra.
El cultivo en bolsas emplea restos de silobolsas desechados. Estas se rellenan con sustrato y deben recibir un par de agujeros para que pueda producirse el drenaje. Si se usan de forma vertical, se pueden plantar verduras de hoja, tomates, pimientos, berenjenas, aromáticas, flores o frutillas; en tanto que horizontalmente, es posible sembrar papas u otras especies de raíces profundas.
Por último, en enredaderas está permitido producir zapallos, melones y legumbres en forma de parral. A medida que estas especies crecen, se recomienda acomodarlas para orientar su crecimiento y aprovechar mejor el espacio.