uizás culpar al cambio climático puede ser la respuesta más costosa y menos efectiva. Las Naciones Unidas, con su grupo de expertos en cambio climático, han demostrado que a nivel global no han aumentado ni las sequías ni las inundaciones. Si bien en algunas partes del planeta se experimentan más y peores sequías e inundaciones, en otras áreas ocurren menos y más suaves eventos de este tipo.
Algunas estrategias para combatir el calentamiento global pierden efectividad, como el caso del uso de biocombustibles para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. La deforestación, los fertilizantes y los combustibles fósiles utilizados para producir biocombustibles contrarrestan un 90% del dióxido de carbono ahorrado. Por ejemplo, en 2013 los biocombustibles europeos utilizaron una extensión de terreno suficiente para alimentar a 100 millones de personas.
Las políticas climáticas desvían los recursos de medidas que reducirían el hambre en forma directa. Hay maneras efectivas de producir más alimentos que requerirían mayor inversión en investigación y desarrollo para mejorar la productividad agrícola. Estos aumentos en la productividad de los cultivos serían mayores que los daños aún en los peores escenarios de los efectos del calentamiento global, y además, habría beneficios adicionales ya que el Banco Mundial ha encontrado que el crecimiento en la productividad agrícola puede ser hasta cuatro veces más efectiva en la reducción de la pobreza que el crecimiento de la productividad en otros sectores.
Entonces, aumentos en la productividad agrícola contribuirían a reducir el hambre de la población mundial, a la vez que no se incrementa el daño al ambiente que pudiera contribuir al calentamiento global. Esto implica que se detendría la deforestación que rompe ecosistemas en equilibrio, se evita el deterioro de la biodiversidad, se evita afectar la fauna que habita en esas reservas naturales, y así, se lograría una amplia gama de beneficios para la humanidad.
Estamos llegando al 2021, y hace diez años, en el 2011, FAO planteó el objetivo de implementar el ISPA o Intensificación Sostenible de la Producción Agrícola, lo cual se define como “el incremento de la producción a partir de la misma área de tierra, al tiempo que se reducen los efectos negativos para el medio ambiente y se aumenta la contribución al capital natural y el flujo de servicios ambientales”. Para lograr ese objetivo, FAO decide utilizar el enfoque ecosistémico en la gestión agrícola, empleando insumos como tierra, agua, semillas, fertilizantes, en complemento con los procesos naturales que respaldan el crecimiento de las plantas como son polinización, depredación natural para el control biológico de insectos plaga y enfermedades dentro de sistemas de manejo integrado, y la acción de la biota del suelo que permite mejorar el acceso de las plantas a los nutrientes disueltos en la solución del suelo.
En el caso particular de la agricultura venezolana, debe basarse en un enfoque ecosistémico ampliando la racionalidad en el uso de los recursos, ser más eficientes en el uso de los fertilizantes químicos; aplicar fertilizantes orgánicos cuando sea posible; utilizar cultivares mejorados dando importancia a la edición genética y al uso de organismos genéticamente modificados; considerar el impacto de la epigenética sobre el comportamiento de los cultivares; multiplicar la aplicación de la fertilización biológica, especialmente con el uso de diazótrofos para la fijación de nitrógeno atmosférico y de micorrizas y microorganismos solubilizadores de fosfatos; seguir ampliando el uso de labranza reducida en las condiciones en que esta práctica ofrezca ventajas sobre la labranza convencional, para proteger los suelos e incrementar la captura de carbono; utilizar organismos capaces de controlar insectos plaga y agentes patógenos; mejorar la vida del suelo.
En este enfoque tienen que converger y complementarse todas las corrientes, tanto los que impulsan la agricultura orgánica y el uso de biológicos de diversa índole, como los que impulsan la agricultura intensiva de elevados insumos de origen químico. Unos reconociendo las limitaciones para el logro de elevados rendimientos de los cultivos y otros haciendo un uso muy eficiente de los insumos aplicados. Esta conjugación de factores sería un verdadero enfoque ecosistémico, que contribuiría a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) especialmente el que se refiere a “Hambre Cero”. Éste sería un verdadero ISPA.
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