lgunas frutas y verduras se han vuelto populares y crece el interés por ellas. Parte de la población sigue estas modas para poner remedio a algún tipo de problema de salud, según la nutricionista Ana Molina. “En principio es positivo que se popularice el consumir frutas y verduras, pero siempre teniendo en cuenta que un solo alimento nunca será la cura de ninguna enfermedad ni la panacea alimenticia por si sola”, esclarece la experta.
De la misma manera que un alimento por sí solo no tiene el “poder” de curar una enfermedad de manera inmediata, la nutricionista puntualiza que para obtener sus beneficios se deben consumir de por vida.
“La mejor manera de obtener sus beneficios es consumir gran variedad de ellos y de manera continua, de por vida, y no como un arrebato porque hoy leo que es bueno y mañana se me olvida”.
En esta ocasión hablamos de la coliflor, que pertenece a la familia de las crucíferas, a la que también pertenecen el brócoli, las coles, la rúcula, el nabo o el rábano.
Según Ana Molina, la coliflor se caracteriza por su contenido en vitaminas B5, B6, vitamina C y K, además del ácido fólico y su contenido en potasio. Pero, ¿qué función tiene cada uno de estos elementos en nuestro organismo?
Una dieta pobre en vitamina B5 puede ocasionar fatiga, dolores de cabeza, temblores y dolores intestinales, “aunque se encuentra en tantos alimentos que su déficit es raro”, asegura la nutricionista.
La vitamina B6 ayuda a la producción de neurotransmisores, esenciales para el cerebro y el sistema nervioso. No obstante, es “más reconocida” por contribuir al funcionamiento adecuado del sistema inmune.
“De hecho, la vitamina B6 es la que utiliza Actimel de forma sintética para atribuirse este beneficio y en la coliflor nos la encontramos de forma natural”.
La vitamina C ayuda al fortalecimiento del sistema inmune y a favorecer los procesos de cicatrización y absorción del hierro, además de ser un “potente” antioxidante.
“El problema que tiene esta vitamina es su sensibilidad al calor por lo que en crudo se obtienen más beneficios”, añade la nutricionista.
La acción principal de la vitamina K es asegurar una “buena coagulación de la sangre y por tanto que no nos desangremos cuando nos cortemos”.
“A esto se debe que los alimentos ricos en vitamina K estén desaconsejados cuando se sigue un tratamiento prolongado con anticoagulantes”, advierte.
El ácido fólico es “popularmente” conocido por su administración en mujeres embarazadas para evitar malformaciones fetales, además de contribuir al mantenimiento del sistema inmunitario.
Y el potasio, enumera Molina, contribuye al control de la presión arterial, al mantenimiento de la contracción muscular, impulsos nerviosos y al buen funcionamiento de riñones y corazón.
“El potasio es un gran aliado en enfermedades cardiovasculares”.
Como el resto de su familia crucífera, la coliflor es rica en glucosinolatos, es decir, en compuestos que, según Molina, se han clasificado como beneficiosos dentro de la prevención del cáncer.
En concreto, los isotiocianatos son capaces de actuar como “potentes armas” contra esta enfermedad gracias a la activación de proteínas que previene la aparición de células cancerosas o a actuar contra las ya presentes.
“Sus compuestos naturales protegen contra enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas, relacionadas con la diabetes o con Helicobacter pylori”, apunta Molina.
Aunque la coliflor se pueda encontrar disponible a lo largo de todo el año, la temporada en tiene lugar en invierno.
“También podemos disfrutar de esta verdura de forma anticipada durante los meses de abril y mayo, y de forma tardía durante los meses de noviembre y diciembre”.
En cuanto a la manera de consumir este alimento, Ana Molina recomienda hacerla al vapor para que “no pierda sus propiedades en el agua de cocción”.
“Cada vez conocemos más recetas que la usan en crudo, sobre todo, como sustituto del arroz o cuscús en dietas crudiveganas”.
Más allá de los múltiples beneficios de esta verdura, Molina advierte que se deben tener en cuenta “ciertos aspectos potencialmente negativos escondidos en la coliflor”.
Su contenido en fibra y compuestos azufrados, comenta, puede causar una difícil digestión y flatulencias en algunas personas.
“Aun así, la coliflor se digiere mejor que el resto de las coles por lo que no está contraindicada en personas con patologías digestivas. Dependerá mucho de cada caso individual e, incluso, de qué acompaña a su consumo”.
Como sugerencia, Molina señala el consumo de una infusión de anís o manzanilla, después de haber comido coliflor, para facilitar su digestión.
Otro grupo de población que deberá moderar su consumo, según la nutricionista, son aquellos que padezcan hipotiroidismo.
“Las crucíferas poseen compuestos bociógenos, los cuales tienen la capacidad de bloquear la absorción y utilización del yodo, frenando así la actividad de la glándula tiroidea”.
Sin embargo, si la coliflor se cocina adecuadamente, “al parecer, este efecto desaparece”.
Según opina la nutricionista, no sería descabellado decir que se debería comer una pieza del grupo crucífero cada día; rotando, para ir obteniendo sus diversos beneficios.
Pero, para ello, Molina aconseja romper con los prejuicios preconcebidos y atreverse a probarlas de formas diferentes.
“Por ejemplo, hacer cuscús o arroz de coliflor con lo que no notarás ni su olor ni su sabor fuerte. Una crema de coliflor, ajo y nuez moscada o un paté de coliflor”.
Einstein, rememora Molina, argumentaba que si siempre se hace lo mismo, siempre se obtendrá el mismo resultado. Por esta razón, la nutricionista anima a los consumidores a innovar en la cocina con recetas “totalmente diferentes” a las que se hacían hasta ahora.
“Si a ti o a tus hijos no os gusta la coliflor hervida y aliñada, deja de hacerla así. Investiga recetas totalmente diferentes. Hoy tenemos muchísimas disponibles en la red”, concluye.
EFE Salud