Su nombre no deja lugar a muchas dudas, aunque puede darse una ligera confusión cuando nos referimos a ellas como pipas. Este pequeño alimento no es más que la semilla que albergan en el interior todas las variedades del vegetal que conocemos comúnmente como calabaza, el fruto de la calabacera, una cucurbitácea de la que, en realidad, existen cientos de variedades en todo el mundo.
Se cree que los pueblos antiguos pudieron apreciarlas originalmente más por su utilidad práctica como herramienta u objeto, que, como alimento comestible, usando la dura corteza como recipiente y con las semillas como instrumento musical, al agitarlas.
Es en países latinoamericanos, especialmente en México, donde existe una mayor tradición de consumo de estas pipas o pepitas, aunque también en Europa son bien conocidas desde hace muchos siglos. Consideradas un alimento muy humilde, a menudo se añadían -y se añaden- a masas de panadería, sobre todo en Centroeuropa, donde también se elabora un aceite muy apreciado con ellas, originario de Estiria, en Austria.
En términos generales, estas semillas muestran una forma plana, alargada, como de lágrima, más anchas que las de girasol. Rara vez superan los dos centímetros de largo, siendo más pequeñas una vez peladas. Con su cáscara, las semillas son blancas o de color crema, guardando una textura más tierna de tonos verdosos oscuros en el interior.
No deja de ser curioso que en inglés se refieran a este alimento como pepitas y pumpkin seeds, para hablar del mismo producto. Aunque se pueden llamar indistintamente, con pepitas se identifica a la pipa pelada, de color verde oscuro para su consumo. Es el término que emplean en México y otros países para referirse a ellas, adoptado ampliamente en Estados Unidos al asimilar su consumo, distinguiéndolas así de las semillas crudas sin pelar.
Pese a que sí podemos encontrar y adquirir diferentes tipos de calabazas en el mercado todo el año, las semillas se venden genéricamente sin mucha distinción, pues son prácticamente idénticas. Las diferencias se centran en el formato, siendo las más comunes las crudas y peladas, y las tostadas o fritas saladas. Las primeras se consideran más bien un ingrediente, mientras que las segundas son un aperitivo tipo snack.
Las semillas que se seleccionan para la comercialización sin piel pueden mostrar ligeras diferencias de tamaño, forma o intensidad de color, según el tipo de calabaza que utilice el productor. A efectos prácticos en la cocina, no hay diferencias entre unas y otras, con mínimas diferencias de textura o sabor. Otro formato de venta habitual es formando parte de mezclas o mixes de diferentes semillas crudas, muy populares como aderezo de ensaladas, yogur y porridge o gachas.
Como casi todas las semillas, las pipas de calabaza se consideran bombas nutritivas que acumulan gran cantidad de nutrientes en pequeñas cantidades, en un caso similar al de los frutos secos. Destacan por su alto contenido energético y su gran aporte de grasas insaturadas.
Las calorías totales que aportan 100 g de porción comestible pueden variar entre las 400 y más de 600 kcal, según variedad y presentación. Sin embargo, como ocurre también con los frutos secos, las calorías no son lo más importante para valorar sus propiedades nutricionales, y tampoco indican por sí mismas que engorden o estén vetadas en dietas de adelgazamiento.
Además de grasas saludables, es una de las semillas con más proteínas vegetales, y destaca por su aporte de minerales esenciales, especialmente potasio, magnesio y calcio, así como vitaminas del grupo B y E. También es fuente de antioxidantes y aporta una notable cantidad de fibra.
Se trata por tanto de un alimento muy rico nutricionalmente, saciante y energético, cuyo consumo moderado puede ayudar a perder o mantener el peso, evitando la ansiedad y los picos de hambre entre horas. También es un producto muy interesante para deportistas o personas que necesiten un aporte extra de energía, y su ingesta se asocia a efectos antiinflamatorios y protectores del sistema cardiovascular.
A la hora de comprar semillas de calabaza crudas simplemente tendremos que fijarnos en la fecha de envasado y consumo preferente, además de comprobar que están crudas y de que presentan un buen estado, sin roturas ni visitantes indeseados. Se comercializan envasadas en atmósfera protectora; una vez abierto el paquete es recomendable pasarlas a un recipiente limpio de cierre hermético.
Para evitar que se vuelvan rancias o pierdan propiedades, lo mejor es almacenarlas en un lugar oscuro, seco y fresco, lejos de fuentes de calor y sin mezclar con otros alimentos. En zonas muy húmedas o con mucho calor, puede ser interesante guardarlas al vacío o en la nevera.
También tenemos la posibilidad de acudir a tiendas especializadas y adquirirlas a granel, al peso, tanto en crudo como ya tostadas al momento en un tostadero de frutos secos. Se pueden encontrar también procedentes de producciones de agricultura ecológica.
Cuando abramos una calabaza entera o partida, siempre es buena idea dedicar un rato a extraer y conservar sus semillas, salvo que sean diminutas o no estén bien desarrolladas. Solo hay que enjuagarlas bien bajo el grifo para retirar todos los restos de pulpa gelatinosa y secarlas a conciencia antes de almacenarlas o usarlas en recetas, mejor usando un paño limpio de tela.
Directo Al Paladar