a tecnología, sin duda, es la mejor aliada del campo. La automatización de las tareas avanza en todas las áreas del sector agropecuario. En lechería, la incorporación de robots comienza a extenderse en la Argentina, sobre todo en la localidad bonaerense de Trenque Lauquen, donde Carlos Turchi es pionero con la instalación de dos robots en un sistema de cama de compost.
Turchi tenía un tambo con alrededor de 1.000 vacas en ordeño. Hace dos años, en un viaje a Estados Unidos con otros miembros CREA, pudo observar junto a su esposa Ana de qué manera trabajan los robots. Al volver, se puso en contacto con la empresa Lely y visitó tambos robotizados en Brasil y con sistema de cama con compost.
A partir de ahí, decidió probar suerte con esta nueva forma de producir leche. Para hacer un cálculo de la inversión, consultó a nutricionistas de confianza sobre el diferencial de litros de leche por vaca que podría obtener con los robots. Éstos le indicaron que el mismo podría ser de entre 5 y 8 litros por encima de los 27 litros promedio que conseguía en el tambo.
Para comenzar, decidió incorporar a Juan Carlos Boyer, con quien comparte las actividades agrícolas. Juntos instalaron un galpón de 127 m x 40,5 m con cama de compost formada por sustrato de residuos de cebada, soja y rastrojo de maíz, así como de las deyecciones de bovinos y tierra. Actualmente, con dos robots ordeña 120 vacas, mientras mantiene el otro tambo con 850 aproximadamente.
“Buscamos animales en todos los estadios de lactancia, desde recién paridas a recién secadas para mantener un circuito todo el tiempo. El único requerimiento es que los pezones estuvieran bien ubicados para que el láser lo detectara más rápido. Separamos 80 vacas con esos requerimientos y les pusimos los collares para que monitoree el sistema. Las vacas vinieron al galpón y, sin robots, al cuarto día ya estaban produciendo 4 litros más (36 litros/vaca/día) con el solo hecho de haber cambiado las condiciones de bienestar, ya que tenían lugar blando donde echarse, con comida y agua a disposición y bajo techo”, explicó Turchi. En la actualidad, el promedio de producción por vaca es de 42 litros/día con 2,3 visitas a los robots.
Cuando la vaca siente la necesidad de ser ordeñada se dirige al robot, donde una cámara 3D la identifica con el chip del collar. El brazo del robot cepilla los pezones, coloca las pezoneras por cuarto y comienza el ordeño. Al terminar, retira las pezoneras y abre la puerta para que salga la vaca. Si el robot detecta mastitis o conductividad alta, la envía por otra puerta, lo mismo que si detecta baja rumia o celo.
Toda la información que recopilan los sensores puede consultarse en la computadora de escritorio y en la aplicación del celular. Además, también se pueden cargar datos de manejo como, por ejemplo, la aplicación de vacunas.
Un aspecto importante son las alertas de salud que envía el sistema sobre las vacas, lo cual permite anticiparse a los problemas. “El sistema mide la rumia cada dos horas y si vemos que a las 14 tuvo 400 minutos de rumia y dos horas más tarde bajó a 330, puede ser un indicativo de que pasa algo. Observamos si vuelve a los niveles normales o si sigue bajando, que puede ser un indicio de mastitis o un problema metabólico. La fortaleza del sistema es anticiparse a los problemas. No es una casualidad de que en siete meses no hayamos tenido muertes. Uno gana plata con la leche que vende y también con la vaca que no se muere”, afirma Turchi.
“Este sistema requiere un cambio periódico de pezoneras cada 10 mil ordeños y trabaja con sellador, jabones y desinfectantes. Todos los consumibles integran 2.290 litros de leche según el SIGLEA por mes y robot; eso incluye siete mantenimientos anuales. El número es mayor que en el otro tambo, pero no es significativamente mayor”, comenta el productor.
Sobre el preconcepto de la destrucción de puestos de trabajo por la robotización, Turchi afirma que está “convencido de que el sistema no vino a sacar gente, sino a que trabajen mejor. Los horarios de las 2 de la mañana terminarán para siempre y los tamberos vendrán entre las 6 y las 8 para hacer lo necesario y nos importará qué hagan mientras cumplan su tarea. Hablé con el personal y no cambia el perfil del tambero, sino que hay aspectos donde profesionalizarse más”. En esa línea, remarca: “El sistema es muy sencillo y tiene cosas a favor como la aplicación en los teléfonos, donde cargan los partos, servicios y yo los veo en la computadora de escritorio”.
Con respecto al futuro, Turchi señala: “Nuestro proyecto es familiar y el objetivo es lograr 600 vacas en este sistema. Luego, mis hijos verán si seguirán haciendo galpones. También queremos hacer muchas cosas, como recolectar el agua de lluvia de lecho, porque un milímetro de lluvia significa 5.000 litros por galpón; es decir, juntaríamos 1,5 millones de litros con 100 milímetros, porque mi idea es dejar de sacar agua del pozo, que es buena pero se deteriora”.
“Si cierra la ecuación por todos lados, no veo la razón de no seguir con este sistema. Vamos avanzando tratando de adaptarnos y siendo amigables con el medio ambiente en lo que podemos”, concluye.