Arándanos siempre verdes bajo cubierta en Ñuble

Los arándanos del tipo siempre verde o evergreen están obteniendo producciones destacadas cuando se manejan bajo cubierta plástica

Arándanos siempre verdes bajo cubierta en Ñuble
martes 14 de julio de 2020
A

sí lo demuestra el caso de Agrícola Constanza, que, aprendiendo de las dificultades iniciales, está logrando sacar el mejor partido de sus inversiones en infraestructura. Hoy mantiene contactos con el equipo de la Universidad de Concepción, para estudiar protocolos de manejo distintos en las diversas variedades.

En el Huerto El Manzano, de Agrícola Constanza, ubicado en Santa Laura, Chillán, han ido incorporando nuevas variedades de arándano. Actualmente tienen Arana, Mayra, Stella Blue, Katie, Suzieblue, Kirra, además de Star, Duke y Brigitta, indica el administrator Eduardo Mena.

De las alrededor de 60 hectáreas (ha) del predio, en cierto momento 42 estuvieron con arándanos, que ahora ocupan 24,6 ha. Eduardo Mena ve pasar una máquina: “viene a bulldozear 12 ha que eran de Duke y van a ser cerezos –comenta–, las 4 ha de Brigitta que se ven allá, al final, también van a ser cerezos”.

Parte de la superficie del berry se encuentra bajo cubierta, con los objetivos de adelantar la fruta y protegerla contra granizo, lluvia y viento. Técnicamente la opción sería tener todo bajo techo, lo que no se ha completado debido al costo de inversión. Optaron por el sistema de capilla por sobre la alternativa de túneles, estimando que se obtendría una mejor ventilación. Richard Bastías, experto de la Universidad de Concepción, confirma que en efecto esta es una de las ventajas de la cobertura seleccionada.

En las variedades incorporadas últimamente se buscaba productividad, calidad de fruta, calibre, facilidad de cosecha y buen comportamiento en postcosecha, señala el administrador.

 

El desarrollo vegetativo es potenciado por el techo

Richard Bastías destaca la incorporación de arándanos del tipo siempre verde (evergreen), a los cuales la cobertura agrega mucho valor, pues permite un mayor desarrollo vegetativo de la planta y con ello aumenta la productividad en torno a un 15%:

–El sistema productivo que ellos tienen, el famoso siempre verde, es raro de ver en esta zona, donde todavía hay muchas variedades tradicionales, con receso, caída de hoja. Aquí en El Manzano los arándanos están creciendo más bajo cobertura y han logrado sacar partido de eso, obteniendo mayor rendimiento. Yo lo había observado en México, donde me decían: “quiero una malla bajo la cual la planta ojalá vegete más, porque la podo dos o tres veces en el año y por lo tanto saco más fruta, necesito brotes”. Y ahora lo estoy encontrando acá en Ñuble. Las plantas están altas por el efecto de la luz.

Como señala el investigador, las evergreen implican cambios en la poda.

–Se hacen podas de verano –comenta Eduardo Mena–, que sirven para adelantar la fruta prácticamente en 10 días, aunque la evolución del mercado, por la entrada de Perú, ha hecho menos atractivo ese adelanto.

 

En búsqueda del tipo de cubierta más apropiada para cada variedad

Hasta ahora han mantenido el techo durante todo el año, pero han decidido cambiar dicha práctica y recogerlo durante un periodo con la variedad Mayra, porque esta presenta una tendencia a ablandarse y caer. “A la cosecha necesita más ventilación”, puntualiza Mena.

De hecho, Richard Bastías conjetura que tal vez en este caso podría ser más adecuada una malla monofilamento:

–Si en tu condición meteorológica, en 4 o 5 años no has tenido nunca problemas de partidura ni lluvia, ¿por qué tienes que poner un plástico o una rafia? O, por ejemplo, si logras atrasar la cosecha y desde el punto de vista comercial eso resulta más interesante que adelantar, la malla se podría justificar.

–¿Pero sería contraindicada si el objetivo es el inverso?

–Absolutamente, si te encuentras en una condición muy lluviosa, quieres adelantar y vas a estar en riesgo, te conviene más plástico.

Actualmente a través de un Programa Tecnológico CORFO con el Comité de Arándanos de Chile, el especialista comenta que están realizando una investigación muy interesante en ese sentido y que compara el empleo de malla, rafia y plástico, pensando en soluciones distintas de acuerdo a la variedad. Para ello se establecieron dos unidades de evaluación, en Linares y Traiguén. Allí se están probando tres materiales seleccionados cuidadosamente de acuerdo a parámetros técnicos.

El equipo de Richard Bastías cuenta con datos fisiológicos de que los arándanos toleran máximo un 20-25% de sombra.

 

Desafío a los valores de sombra que menciona la bibliografía

Richard Bastías indica que, aunque la literatura describe un nivel de sombreamiento adecuado en arándano de 30 a 40% (a diferencia del 20% requerido en manzano), su equipo de trabajo ya cuenta con datos fisiológicos de que los arándanos toleran máximo un 20-25% de sombra y que un 40% disminuye la fertilidad de yemas. El académico estima que muy probablemente en esta especie el punto de mayor eficiencia será un sombreamiento de 20% y, afirma, los resultados preliminares lo están avalando.

–En México –dice– estamos probando mallas fotoselectivas desarrolladas por la Universidad de Concepción entre el 20 y 25% y está mostrando que ese puede ser el camino. En Perú existe la posibilidad de partir con un ensayo en Chiclayo  con la misma malla desarrollada por la Universidad, para enfrentar el problema de que el sombreamiento reduce el estrés pero provoca un exceso de crecimiento vegetativo. Si le quitas demasiada luz a las plantas, estas destinan los recursos generados por la fotosíntesis a vegetar en desmedro de producir fruta. El lenguaje de la nueva malla con la planta es aportar fotosíntesis para que sea destinada a la producción de fruta.

Al momento de la entrevista se había producido un primer acercamiento de Agrícola Constanza con el equipo de la Universidad de Concepción, para evaluar protocolos de apertura y cierre de acuerdo a la variedad. “Como Universidad tenemos el know how para apoyarlos y eso puede significarles un salto cualitativo importante”, refrenda Bastías.

 

El viento echó por tierra las prácticas iniciales

La selección del material para el techo y la instalación inicial resultaron una experiencia difícil, reconoce Eduardo Mena. La sujeción original de ambas vertientes al alambre con un solo conector derivó en un mal desempeño frente al viento, que terminó por derribar las estructuras. Aprendieron la lección y ahora usan dos conectores sujetos con elástico (ver fotos).

–Las primeras rafias se rasgaron y hubo que cambiarlas todas –rememora el administrador del huerto–. Conversamos con el mismo proveedor y le dijimos que no nos había dado resultado. Ahí nos ofreció un material especial reforzado proveniente de Israel, el cual usamos actualmente.

Otro aspecto a considerar, aconseja el administrador de Agrícola Constanza, es la distancia entre la palizada que sostiene el techo. A mayor cantidad de viento, los claros de un soporte a otro deben ser más cortos, o de lo contrario el material trabaja mucho más.



¿Cómo han respondido las variedades nuevas en comparación a las antiguas?

Revisamos con Eduardo Mena la experiencia de las nuevas variedades en relación a las tradicionales. Su evaluación resulta de gran valor como referencia, sin embargo debe tenerse en cuenta que se trata de un caso particular, en determinadas condiciones edafoclimáticas, y con un cierto manejo, de manera que puede haber visiones diversas en lugares distintos.

–¿Cómo compara una variedad tradicional, como Star, Brigitta o Duke, con las nuevas variedades?

–Star hay que estar sacándola frecuentemente para que no se empiece a pasar, pero todavía se sostiene, por el alto volumen, en torno a 22.000 kg/ha. Brigitta es muy productiva, pero aquí tuvimos la mala experiencia de que en el primer floreo de esta variedad se sacaba buena fruta; al segundo, bajaba como un 35% del calibre; al tercero, parecían maquis; en el cuarto ya eran puras rojas, no maduraban más. Dijimos: Brigitta no va a correr en el futuro, y seguimos con Duke. Esta es una variedad muy especial, porque tiene la capacidad de esperar. Fácilmente se puede dejar una semana sin cosecharla y la fruta sigue impecable. Para viajar, excelente. Duke es la favorita de los cosecheros: rinde y en 10 días tiene un peak con toda la fruta madura, del mismo color.

Las primeras plantaciones de arándano en el predio se hicieron sin cubre camellón, hoy lo consideran esencial.

–¿Y por qué irse a las nuevas, entonces?

–Duke ya tiene 20 años. Estan saliendo nuevas alternativas con fruta más grande, mejor sabor. Hay que irse renovando.

Los comentarios del profesional de Agrícola Constanza sobre los nuevos cultivares, uno por uno, fueron los siguientes:

Mayra: madura a comienzos de noviembre. Es un poco delicada, el momento de cosecha no se puede pasar, hay que estar frecuentemente sacando, haciendo floreo. Tiene un sabor exquisito.

Arana: da calibre 21-22, se puede sacar en diciembre. Buen sabor. Da fruta firme, viajera, se la lleva al fin del mundo y se mantiene espectacular. En cosecha “espera”, como la Duke.

Katie blue: tiene calibre 20 y gran sabor, pero es delicada, muy blanda, no ha tenido un buen comportamiento, “no nos gusta, la tenemos desechada”.

Kirra: parecida a Arana, pero de calibre más pequeño. Alto volumen de fruta, firme, buena viajera. La mejor evaluada, junto con Arana. Se puede dejar una semana esperando cosecha y la fruta está impecable para seguir sacándola.

Suzieblue: sin cosecha comercial todavía, quedaron arándanos en el huerto en la temporada anterior debido a que no se botó la primera flor. Aunque el calibre fue grande, puede haberse debido al bajo volumen de producción. La fruta resultó firme.

Stella: calibre un poco menor, del orden de 18, no es blanda, puede viajar.

 

Investigación para responder a las inquietudes con un producto claro

Richard Bastías subraya lo que han logrado en Agrícola Constanza:

–Hoy tienen algo instalado muy bien puesto, encontré provechosa la visita, entre otras razones, porque se nota que frente a una lluvia el sistema de cobertura descarga muy bien el agua. Te das cuenta de que han hecho una inversión importante. Tuvieron dificultades al comienzo, eligieron un material inadecuado, hubo problemas con las variedades. Más que decirles como Universidad que si hubieran hecho un ensayo a lo mejor no se hubieran equivocado, me parece mejor reconocer lo mucho que han avanzado. El empresario aprendió de sus errores y hoy tiene inquietudes sobre cómo optimizar todavía más esa inversión. ¿Cuándo conviene abrir y cerrar la cobertura en cada variedad? ¿Vale la pena cambiar el material de cobertura? ¿Hay alguna alternativa que sea posible mantener extendida todo el tiempo sin tener que hacer esa apertura y cierre, y que solucione el problema de ablandamiento? Ahí yo creo que la relación universidad-empresa resulta interesante. Eso hay que estimularlo. Para nosotros, más que transferencia tecnológica, se trata de responder a una interrogante con un producto, no con una simple serie de datos. El encargado me comentaba que si logramos obtener un protocolo de cobertura para sus variedades, suena interesante para la empresa ver formas de financiar una investigación de este tipo, porque les retribuye un beneficio superior.

 

Red Agrícola

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