El sargazo es una macroalga que continúa llegando a las costas de Cancún y la Riviera Maya, y que ha puesto en jaque tanto a los empresarios de la industria turística como al gobierno mexicano, pero que sirve como materia prima para la construcción.
La idea fue de Omar Vázquez, un mexicano que vio en la crisis una oportunidad: él descubrió la fórmula para fabricar bloques a partir de este material marino que se adueña de muchas playas del caribe.
También conocido como el “Sr. Sargazo”, el hombre originario del estado de Jalisco se ha convertido en toda una revelación. De ser propietario de un modesto invernadero y dedicarse a la comercialización de plantas, Vázquez saltó a la fama en 2015 cuando presentó la primera casa construida con bloques de sargazo por televisión nacional.
Angelita es el nombre de la casita que tiene un gran valor sentimental, pues en ella está plasmada la historia de su vida, y que representa la materialización de una vieja aspiración: construir una casa propia.
“Fue regresar a mis raíces, regresar a mi casa en la que yo crecí, una casa de adobe en Ocotlán. Ahí es donde me nace la idea y la inquietud, ya que desde niño veía cómo lo hacían, tanto mis vecinos como mis familiares, y siempre tuve la inquietud de tener una casa como la de mis abuelos, hecha de abobe”, recordó.
Hoy, es muy solicitado tanto por el gobierno mexicano como por el de otros países que, sin saber qué hacer ante el arribo masivo de sargazo a sus costas, le piden su asesoría para darle un uso alternativo a este material natural.
Sin embargo, su misión no es otra que contribuir a mejorar la calidad de vida de la gente. La llegada masiva del sargazo a las playas del caribe mexicano constituye un grave problema que, según Vázquez, si se aborda de otra manera, tiene el potencial de generar beneficios para la población con menores ingresos. Lo que apuntaba a ser un desastre ecológico, se ha transformado en una oportunidad.
Aunque el presidente de México, Andrés López Obrador, considera el problema un asunto menor, la macroalga ha provocado un costo no presupuestado para los hoteleros que invierten grandes cantidades de dinero para mantener las playas limpias.
No obstante, Vázquez aseguró que las decisiones que tome el gobierno ante la crisis del sargazo no serán un impedimento para continuar con su trabajo, a la vez que recordó que el proyecto lo inició en solitario, sin ningún apoyo. Recién después de la construcción de Angelita cuando comenzó a recibir ayuda.
Actualmente, la dependencia estatal a cargo de Alfredo Arellano contrata empresas que se encargan de recolectar el sargazo en las costas y llevarlo hasta las fábricas donde se elaboran los bloques. Y la otra parte, es recolectando por jóvenes que trabajan con el empresario. Muchos de los jóvenes que trabajan con Vázquez atraviesan situaciones difíciles: no estudian o no consiguen empleo; otros, son adictos al alcohol o las drogas, o sufren de ansiedad y depresión. Hasta la fecha, más de 150 jóvenes han trabajado con él, en su mayoría durante una corta temporada.
Su proyecto llamó tanto la atención que decidió escuchar consejos y gestionó todos los permisos para patentar el primer bloque de sargazo. “Utilicé el sargazo como materia prima principal, y de ahí se puede hacer todo el compostaje, toda la materia orgánica para lograr lo que hoy es el sargablock, el primer bloque de sargazo (para la construcción) en el mundo, patentado en 2018”, detalló.
Sin embargo, la fórmula ha ido mejorando con el tiempo. El proceso de producción ha ido evolucionando, ya que poco a poco se han ido encontrando las mejores combinaciones y técnicas para fabricar un bloque de mayor calidad. Según describió Vázquez, tan pronto el sargazo llega a las fábricas, se lo pone a secar para deshidratarlo. Después, se revuelve con varias fórmulas para obtener la mezcla perfecta. El proceso puede llevar entre tres días y una semana, dependiendo del ritmo de producción.
Después de la construcción de Angelita, realizó una segunda casita y, por primera vez, la entregó a personas de escasos recursos gracias al apoyo económico de la periodista mexicana Paola Rojas, quien se conmovió con su historia y se comprometió a apoyar con la mitad del financiamiento para construir los primeros tres hogares.
Según Vázquez, construir una casa cuesta alrededor de 150.000 mil pesos mexicanos (US$7.500) incluyendo la mano de obra, un monto que se encuentra por debajo de lo que se paga por una casa de interés social. “Puede tener una durabilidad, en condiciones idóneas, con sus acabados y todo, de hasta 120 años. Angelita está compuesta por 20 toneladas de sargazo húmedo, que recién extraído de la playa pesa más”, agregó.
La casita está habitada por la familia de Ismael y Mónica, una pareja con seis hijos que perdió su casa en un incendio y no recibió apoyo de ninguna autoridad. La tercera casa de sargazo se encuentra en construcción y será entregada a dos adultos mayores que se dedican a hacer pan para mantener a sus dos hijos, uno en estado vegetal y otro con síndrome de Down, y que no pudieron pagar el incremento del costo de la renta.
Vázquez develó que tiene prevista la construcción de tres casas más, con lo cual serían cinco las casas destinadas a familias de bajos recursos. A este ritmo, la meta es entregar diez casas para marzo de 2020.
Estas acciones despertaron el interés de otros gobiernos que se han acercado al “Sr. Sargazo” para replicar su idea en sus países. Hasta la fecha, se ha reunido con las autoridades de Malasia, Estados Unidos, Puerto Rico, República Dominicana, Barbados y Belice.
Actualmente, Vázquez cuenta con una planta de producción en Mahahual, la más grande y con un inventario de más de 100.000 bloques, y la otra en Puerto Morelos. Su meta es construir tres plantas más el próximo año en Akumal, Playa del Carmen y Tulum, para tener por lo menos cinco en Quintana Roo.
Sin embargo, el propósito no es hacer un negocio, sino seguir contribuyendo para que la gente tenga una vida digna. “Lo que inició como un sueño, hoy es una realidad; así pasa cuando hacés las cosas sin pedir nada a cambio”, expresó. Aun así, más allá de la posibilidad de crear fuentes de empleo y de dar uso al sargazo que ahora es visto como uno de los grandes problemas ambientales que enfrenta toda la región, Vázquez considera que es un fuerte llamado de atención de la naturaleza para proteger los mares. “Tengamos conciencia de esto que está pasando con las playas; el mar es muy sabio y nos está diciendo algo”, concluyó.