Ecosistemas Agrícolas / Lentejas / Valor Agregado en Origen

Paja de lenteja

La paja de cereales es un subproducto fibroso altamente disponible, aunque su utilización en alimentación animal está limitada por su bajo valor nutritivo

Paja de lenteja
martes 14 de julio de 2020
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a composición de la paja depende de la proporción de hojas/tallos, el diámetro del tallo y la altura de la planta, de modo que se presentan variaciones ligadas a la especie, el ecotipo o la climatología. Las pajas más abundantes en España por la extensión de su área de cultivo y su facilidad de recolección son las de trigo y cebada. Ambas tienen una composición similar, siendo el valor energético algo superior en la cebada. La matriz que se acompaña corresponde a una media de ambas. La paja de avena y, sobre todo, el cañote de maíz tienen un valor energético superior (+12 y +40%, respectivamente). Las pajas de leguminosas tienden a tener un contenido proteico algo superior.

La mayor parte de los componentes de las pajas de cereales (incluyendo proteína y minerales), están asociados a la pared celular. Como media, contienen un 72% de FND distribuída en un 38% de celulosa, un 25% de hemicelulosa, un 8% de lignina y un 0,2% de cutina. Las dos primeras son potencialmente fermentables por la flora digestiva, pero su degradación se ve limitada por la estructura cristalina de la celulosa y por la existencia de enlaces covalentes con la lignina. Como consecuencia, la velocidad de degradación en el rumen es muy lenta (del orden de un 10 y un 25% a las 12 y 24 h, respectivamente) y los niveles finales de digestión son bajos (50% a las 72 h). La baja velocidad de digestión condiciona también una escasa capacidad de ingestión. Su valor energético es todavía inferior en monogástricos, dado el menor tiempo de permanencia de la digesta en el área fermentativa. No obstante, tiene un cierto valor en estas especies (especialmente en conejos), al igual que en rumiantes en cebo intensivo, como aporte de fibra larga.

La paja tiene un bajo contenido en proteína bruta (3,4%) que, además, es casi totalmente indigestible. Esto es debido a que en su mayor parte (75%) se encuentra ligada a la pared celular. El resto está constituida por nitrógeno no proteico fácilmente soluble. Por otra parte, presenta marcadas deficiencias en la mayor parte de los macrominerales (excepto potasio, cloro y hierro) y en vitaminas.

A pesar de su bajo valor nutritivo, la paja puede constituir una elevada proporción (hasta un 70%) de dietas de mantenimiento de rumiantes extensivos. En estos casos, debe complementarse con fuentes de energía y proteína y con un corrector vitamínico-mineral para evitar una pérdida excesiva de peso. Los concentrados de fibra digestible (pulpa de remolacha o cascarilla de soja) a niveles moderados (5-10%) se consideran la complementación energética ideal de forrajes de mala calidad. Esto es debido a que su inclusión, además de proporcionar nutrientes fácilmente asimilables, favorece la proliferación de floracelulolítica y, por tanto, la digestión de la paja. Lo contrario ocurre con los concentrados de almidón o de azúcares cuyo efecto acidificante del contenido ruminal se ve acentuado por la baja capacidad tampón de la paja.

El valor nutritivo de la paja puede incrementarse notablemente mediante su tratamiento con álcalis, amoníaco o urea. El producto más utilizado es el hidróxido sódico. El procesado industrial incluye la molienda fina de la paja (para homogeneizar el producto inicial), la adición de sosa a niveles en torno a un 2-2,5% durante un período de 15-20 minutos a temperatura ambiente y su granulación posterior que se ve facilitada por el procesado previo, especialmente si se añade además una pequeña cantidad de melazas (3-6%). El tratamiento implica una ruptura de la estructura cristalina de la celulosa, un incremento de su capacidad de hidratación y la ruptura de enlaces entre compuestos fenólicos y hemicelulosas. La bondad del proceso depende de numerosos factores entre los que cabe destacar el tipo y calidad de la paja, la cantidad y forma de adición de la sosa y las condiciones de presión y temperatura de procesado.

El producto resultante tiene un alto contenido en sodio, que debe compensarse en lo posible en la formulación de las dietas, ya que implica un mayor consumo de agua y un aumento de la excreción de este elemento, con el consiguiente impacto ambiental. Sin embargo, el tratamiento supone un aumento del valor energético de un 30-35%, al aumentar la degradabilidad de la FND hasta un 50 y 75% a las 24 y 72 h, respectivamente. Su tiempo de retención en el rumen se reduce en alrededor de un 25%, lo que incrementa su capacidad de ingestión. Su mayor densidad abarata considerablemente los costos de transporte. Además, la adición de sosa permite mejorar la eficacia de las granuladoras en un 30-50% con un menor coste energético.

 

Fundacion Fedna



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