n ocasiones los elementos construidos se llevan la mayor parte del presupuesto de un parque, en otros casos se gastan grandes cantidades de dinero en ejemplares, y son muchas las veces que los constructores y los propietarios se resisten a gastar una cantidad,
comparativamente exigua, para acondicionar debidamente el suelo con las enmiendas, abonos y labores que se necesitan en los momentos de creación del jardín.
La realidad es que este mismo fenómeno sucede con muchos jardineros a quienes les es preferible que el propietario compre un gran ejemplar de magnolio o una buena palmera que revalorizarían mucho el aspecto del jardín, a que se adquiera el estiércol o compost necesario para las necesarias fertilizaciones orgánicas anuales, que van a pasar desadvertidas para los visitantes del parque.
En el caso de la obra pública jardinera es muy frecuente que se dediquen abultadas partidas del presupuesto de los proyectos a elementos accesorios y construidos, quedando cantidades exiguas para la debida preformación del suelo.
Este artículo trata de aportar datos prácticos que faciliten la labor de los técnicos de las firmas constructoras de zonas verdes privadas y públicas, así como de quienes están al cargo de la gestión y mantenimiento de parques públicos y jardines familiares.
En la mayoría de los casos, la construcción del parque o jardín se Ileva a cabo utilizando la propia tierra de la parcela; sin embargo, otras veces se trabaja con suelo foráneo aportado, que puede ser irregular, por lo que debe tenderse a una aportación de suelo de características homogéneas, y es necesario conocer analíticamente las condiciones del suelo y del subsuelo que finalmente quedarán en el jardín.
En otras ocasiones la construcción del jardín se puede plantear en zonas con suelos residuales, áreas de escombreras, etc.; en otras la parcela se encuentra junto a la construcción de edificaciones que generan restos de obra que se mezclan con el suelo, alterando las características de éste, todo lo cual lleva a la necesidad frecuente de medidas correctoras.
Muchas veces encontraremos suelos alterados, y en el caso de que los hallemos vírgenes, éstos serán tan pobres, sobre todo en materia orgánica, que habrá que enmendarlos y fertilizarlos.
Es imposible pensar en satisfacer de forma adecuada y óptima a todas las especies vegetales del jardín, por lo que deberemos establecer unos límites entre los cuales puedan vegetar suficientemente bien la inmensa mayoría de las plantas.
Dada la larga permanencia de las plantaciones en el jardín, es preciso partir de un suelo de calidad, entendiendo este concepto en sus varias acepciones:
Profundidad: Más de 20 cm para céspedes; mejor 25-40 cm.
Topografía: Menos de 20°Io de pendiente.
Textura: Franca (salvo excepciones correspondientes a especies concretas).
Arena: 30-50% (60-70% para céspedes y hasta 85% en céspedes deportivos). La arena gruesa (0,2-2mm de diámetro) favorece la resistencia del césped.
Limo: 20-50%
Arcilla: 0-25% Con más de 25°1o son tierras pesadas; (Limo + arcilla: 10-20% para céspedes y máximo 30% en general).
Granulometría: Ningún elemento mayor de 5 cm de diámetro. Menos del 3% de elementos comprendidos entre 1 y 5 cm. Para céspedes: Ningún elemento mayor de 1cm.
Retención de agua: 20-30 % (Referido a suelo seco).
Permeabilidad: 2-6,5 cm/hora
Materia orgánica: 2-10%. Preferiblemente más de 5%. Para céspedes: 3-12%
Carbonato cálcico total: Menos del 10% (Céspedes: 4-12%).
Cal activa: Bajo: 0-6 %. No suele aparecer clorosis. Medio: 6-9%. Se ven afectadas las plantas sensibles. Alto: Más de 9%. Clorosis graves.
pH: La mayoría de las especies prefieren un suelo neutro o ligeramente ácido (pH= 6-7)
Plantas de tierra de brezo (pH: 4,5-5): azaleas, rododendros, camelias, gardenias, castaños, etc. Plantas de tierra ácida (pH: 5-6): Begonias, prímulas, ericas. Plantas de tierra neutra (pH: 7): Fuchsia, canas, crisantemos, gladiolos, cóleos, etc. Plantas de tierra alcalina (pH > 7): Tradescantia, zebrina, hiedra, geranio, petunia, tejos, pinos, etc.
Relación C/N: Menos de 6: Muy baja, 6-9: Baja, 9-12: Normal, 12-I5: Alta, Más de I5: Muy alta.
Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC) (meq/100 g): 0-10: Muy bajo, 10-20: Bajo, 20-35: Medio, 35-45: Alto-Medio, Más de 45: Alto.
CE menor de 1.500 µmhos: Sin problemas. Solo síntomas en cultivos sensibles.
CE = 2.000 a 4.000 µmhos: Peligroso. Desalinizar.
CE Mayor de 4.000 µmhos: Más del 0,2% de sales. No apta.
Extracto: Saturación.
Sodio: Menos de 0,25 meq/100 g (suelos arenosos)
Menos de 0,50 meq/100 g (suelos francos)
Menos de 0,75 meq/100 g (suelos arcillosos)
Cloruros: Menos de 50 ppm (Preferiblemente menos de 20 ppm)
Sulfatos: Menos de 100 ppm (Preferiblemente menos de 25 ppm)
Toma de muestras para análisis: 30 cm profundidad, 0S-1 kg por muestra para laboratorio.
Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España