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En distintas regiones del Movimiento CREA se están llevando a cabo diversas acciones para evaluar el impacto productivo y económico de los llamados “cultivos de servicio” en las rotaciones agrícolas.
Si bien inicialmente las experiencias y evaluaciones se concentraban en los cultivos de cobertura invernales, el panorama se amplió de manera significativa al evidenciarse que pueden aportar una gran variedad de servicios ambientales, los cuales, luego de un período determinado, se transforman en aportes productivos y económicos.
“En Santa Fe Centro, estos cultivos están recibiendo atención no solo por la diferencia cualitativa en cuanto a la población de malezas que observamos en los lotes ocupados por cultivos invernales, sino también por la necesidad imperiosa que tenemos hoy de consumir los excesos hídricos ocurridos como consecuencia de los temporales que nos afectaron en 2016 y 2017”, explicó Doria Turchi, técnica de la Comisión de Agricultura de la zona CREA Santa Fe Centro.
Durante el ciclo 2017/18, el equipo técnico de la región evaluó el comportamiento de distintas especies aptas para la siembra en cobertura –cebada, raigrás, vicia y trigo– en relación con el control cultural de malezas en barbecho largo y con el consumo de agua en lotes con riesgos por exceso hídrico.
Además del control de malezas y la regulación de napas, los aportes brindados por los cultivos de servicio incluyen la provisión de nutrientes, la mejora de la estructura física de los suelos, una reducción de la aplicación de fitosanitarios, remediación ambiental, disminución de la capacidad ociosa del parque de maquinaria agrícola, promoción de la presencia de insectos polinizadores y el embellecimiento del paisaje rural, entre otros.
La región Centro del Movimiento CREA fue pionera en la introducción de cultivos de servicio. La movida se generó fundamentalmente por una necesidad, ya que en 2009 el cultivo de trigo se tornó económicamente inviable y los empresarios agrícolas de la zona debieron buscar alternativas para el período invernal.
“Los cultivos de servicio se siembran siguiendo diversos objetivos, tales como el control de la erosión eólica en ambientes de lomas arenosas muy frágiles, o el aporte de cobertura y carbono al suelo. En las últimas campañas, las coberturas comienzan a adquirir valor por el control de malezas que ejercen y por el consumo de excedentes hídricos”, comentó Ariel Angeli, quien coordina la Comisión de Agricultura de la región CREA Centro junto a María Pía Bonámico.
A partir de la campaña 2014/15, se acordaron pautas –en el ámbito de la Mesa de Intercambio Agrícola Regional– para evaluar el aporte de los cultivos de servicio en los sistemas agrícolas de la zona, donde las etapas de medición contemplan el cultivo de cobertura y el cultivo siguiente, de manera tal de poder evaluar también su efecto sobre el cultivo de verano.la base de mediciones protocolizadas de humedad y nutrientes en diferentes etapas de los cultivos de cobertura ante testigos de barbecho químico tradicional. “Como resultado preliminar de 26 franjas relevadas con centeno (la variante más difundida en la región) en las primeras dos campañas de medición de cultivos, se pudo determinar que para un promedio cercano a cinco mil kilos por hectárea de materia seca producida, se consumieron alrededor de 150 milímetros de agua del perfil del suelo, una cifra que es ochenta milímetros más elevada que el consumo registrado en el barbecho testigo al momento del secado de la cobertura”, explicó Angeli.
“Además, al efectuar la medición en la etapa 3 –es decir, a la siembra del cultivo de verano–, las diferencias en términos de contenido hídrico entre las situaciones de barbecho y las de cultivo de cobertura desaparecen en la mayor parte de los casos, lo que indica que la presencia de cobertura incrementa la eficiencia de captación de las lluvias de primavera”, añadió.
Sin embargo, los análisis de suelo evidenciaron alrededor de 55 kilogramos menos de nitrógeno por hectárea en las parcelas con centeno, lo que indicaría la necesidad de ajustar la fertilización nitrogenada del cultivo posterior para no perder rendimiento en la producción estival (donde se concentra el grueso de los ingresos de las empresas agrícolas). De hecho, el maíz tardío sembrado en franjas provenientes de centeno presentó una penalidad de rinde promedio de 500 kilogramos por hectárea respecto del cultivo sembrado en franjas de barbecho.
En la región CREA Córdoba Norte, algunas empresas han realizado experiencias puntuales de siembras aéreas de centeno o trigo de cobertura sobre lotes de maíces todavía implantados, o bien inmediatamente después de la cosecha de soja.
“Este año vamos a realizar ensayos de cultivos de cobertura con protocolos para tomar mediciones de evolución del perfil de humedad y de los patrones de malezas”, explicó Diego López, coordinador técnico de la zona CREA Córdoba Norte. Los criterios para diseñarlos fueron adaptados de modelos desarrollados en la región Centro.
Se sembraron cuatro parcelas de dos hectáreas cada una en dos ambientes contrastantes de la zona con centeno, brassicas + leguminosas, brassicas + leguminosas + gramíneas + apiáceas (multiespecies) y vicia (además del correspondiente testigo).
El ensayo contempló la realización –durante la implantación del cultivo de cobertura– de mediciones de agua disponible, nitrógeno, fósforo, azufre, materia orgánica, pH y profundidad de napa. Posteriormente, en estado vegetativo, se medió el agua disponible. La tercera etapa contempló –tras la finalización del cultivo por medio de una pasada de un rolo de baja intensidad– la medición del agua disponible, los nutrientes de la parte aérea, la producción de materia seca, la infiltración, la densidad aparente, la resistencia a la penetración, la granulometría y la profundidad de la napa. Luego, se procedió a medir nuevamente el agua disponible, el nitrógeno y la materia orgánica joven. El último paso fue evaluar el agua disponible en estado reproductivo.
Diego Aguilera, asesor del CREA Tandil I, lleva adelante ensayos con cultivos de vicia desde la campaña 2014/15. Otra experiencia en la materia fue desarrollada por el empresario Hernán Moreno, del CREA Arroyo de los Huesos.
“A partir de 2017, en la zona se comenzaron a evaluar cultivos de cobertura en los ensayos llevados adelante por el equipo de Jorge González Montaner”, comenta Horacio Repetto, representante de la zona Mar y Sierras en la Comisión de Agricultura de AACREA.
Los módulos experimentales, que incluyeron diferentes alternativas de cultivos de servicio –avena, vicia, sativa, vicia villosa, trébol persa y sus mezclas–, comprendieron quemado sin recolección, enrollado y pastoreado. “Esta red de ensayos se realizó en el marco de un convenio con el INTA Balcarce-Barrow, que permitió además, generar pasantías y tesis relacionadas con el tema”, apuntó Repetto.
En 2017, Rubén Berardo (CREA Larroque Gualeguay) comenzó a realizar ensayos con cultivos de servicio en al menos un área de 1.500 hectáreas ubicadas en campos arrendados localizados en diferentes zonas productivas de Entre Ríos.
“En 2016, el costo adicional de herbicidas para tratar malezas problemáticas fue de entre cincuenta y sesenta dólares por hectárea, lo que implicó un nivel similar al requerido por un cultivo de cobertura”, explicó Berardo. “Los propietarios de los campos recibieron muy bien la iniciativa, porque estos cultivos, además de permitir un mejor control de malezas, promueven otros beneficios que contribuyen a mejorar la calidad del suelo”, añadió.
La red de ensayos que instrumentó en 2017 el equipo técnico de Berardo Agropecuaria comprendió –tanto en lotes de maíz como de soja– ensayos de centeno, vicia, tricale, trigo de cobertura, y avena sativa y amarilla.
CREA
