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Si hay algo que representa a la Argentina en el mundo, además del fútbol y del asado, es el buen vino. Sin embargo, las bodegas le suman un plus a su producción, abriendo sus puertas y ofreciendo mucho más que una visita guiada para conocer el lugar.
A través de sus cuatro puntos cardinales, nuestro país no solo cuenta con bodegas ubicadas en las provincias vitivinícolas más tradicionales, sino que también sorprende con los nuevos emprendimientos a metros de la costa marplatense.
El apellido Bousquet tiene una vasta trayectoria en lo referido a la producción de vinos franceses, en especial los de la región de Carcassone, al sur de Francia. Jean Bousquet era un enamorado de las fincas del nuevo mundo; así fue como, en 1996, arribó a la Argentina para conocer la provincia de Mendoza.
“Mi padre volvió y dijo: vendemos todo y nos vamos para allá. Y cuando se le cruza algo por la cabeza, lo hace”, contó Anne Bousquet, actual dueña de la bodega junto a su marido, Al Ameri.
Más tarde, en 1999, compraron 240 hectáreas en Tupungato, en pleno Valle de Uco. “El terreno estaba totalmente virgen, no había nada en ese entonces. Mi padre dijo que ahí se podían hacer vinos de alta calidad”, recordó Anne, y hoy le da la razón: de esa región provienen algunos de los mejores vinos de nuestro país.
Gracias a que la bodega está ubicada al pie de la precordillera, en su restaurante de alta gama se puede almorzar con una vista única a los viñedos y a los picos nevados durante todo el año.
Si hay algo que describe la tradición del vino argentino es Bodegas Bianchi, un establecimiento con más de cien años de historia. Ubicada en San Rafael, sur de la provincia de Mendoza, produce vinos en todos los rangos de precios. Entre los más recordados está el clásico Don Valentín Lacrado, elaborado en los años sesenta en honor a su fundador, Valentín Bianchi.
La bodega es una visita obligada para quienes visitan San Rafael. Su sala de degustación conserva vinos de más de 80 años que pertenecen a la cava familiar. Una de las propuestas que ofrece la visita guiada son las llamadas catas verticales, donde se puede probar un mismo vino de diferentes añadas.
Aurelio Montes, fundador de la Bodega Montes en Chile, recorrió el mundo en búsqueda de un lugar donde construir una nueva bodega. Pasó por Estados Unidos, Sudáfrica y Nueva Zelanda, hasta que decidió cruzar la cordillera: en la localidad mendocina de Vistalba encontró el sitio perfecto para llevar adelante su nuevo proyecto.
Así nació la bodega Kaikén, cuyo nombre se debe al ganso salvaje patagónico que cruza habitualmente la Cordillera de Los Andes de lado a lado.
Entre sus destacadas ofertas turísticas se encuentra el picnic entre los viñedos, donde se pueden degustar quesos y fiambres entre vinos con vista a las montañas.
Si de tradición bodeguera hablamos, la familia Zuccardi se ganó su lugar en la vitivinicultura argentina. Su historia comienza con Tito, quien era vendedor de un sistema de riego diferente para la época y, para poder mostrar su desarrollo, compró viñedos e instaló su sistema. Al pasar el tiempo, Tito se enamoró de la finca y empezó a producir vino.
Hoy por hoy, su hijo Pepe y sus tres nietos están al frente de la firma. Casa del Visitante y Pan & Oliva son los dos restaurantes que tiene la bodega ubicada en Santa Rosa (Mendoza). Son dos propuestas bien distintas: la primera se trata de un gran restaurante donde la carne es la vedette del lugar; y la segunda, más modesta, en donde se destacan las verduras de su huerta orgánica y sus pastas caseras.
Ubicada en San Patricio del Chañar, en la provincia de Neuquén, Familia Schroeder es una de las bodegas que más ha crecido dentro de la región patagónica. La familia no se dedicaba a la producción vitivinícola, sino a una rama bien distinta: la farmacéutica. Sin embargo, tras adquirir terrenos aptos en la provincia, decidieron incursionar en el mundo del vino.
Cuando empezaron a construir la bodega hallaron restos fósiles de un dinosaurio, que años después le daría nombre a una de sus líneas de vinos: Saurus. En el recorrido por la bodega se puede ver el lugar exacto donde fueron encontrados los restos. Su restaurante está considerado como uno de los mejores de la provincia, con un menú especial por pasos y maridaje de vinos.
Ubicada en la localidad salteña de Cafayate, Quara es el nombre con el que se conoce a la bodega de los Lavaqué, un apellido que cuenta gran parte de la historia vitivinícola argentina y salteña. Su casona, que se remonta al siglo XVII, es unas de las construcciones más antiguas al pie de los cerros cafayateños, en pleno corazón de los Valles Calchaquíes.
Allí se puede disfrutar de un almuerzo en el que se ofrecen comidas típicas de la zona, como las clásicas empanadas salteñas, el cordero a la cruz y el quesillo con dulce de cayote. También se realizan visitas guiadas.
Muy cerca de la capital de Mendoza se encuentra Bodegas y Viñedos López, fundada en 1898. Con 121 años de trayectoria, es una de las bodegas más tradicionales de la vitivinicultura argentina.
El recorrido es un museo en sí mismo, donde se puede observar maquinaria antigua y hasta los autos antiguos con los que la familia repartía los vinos. Una de las curiosidades es que, al ser una bodega centenaria, el visitante puede comprar un vino del año de su nacimiento o una etiqueta personalizada con su nombre.
Tras la iniciativa de su enólogo Daniel Pi, la tradicional bodega mendocina decidió incursionar en el desarrollo de vinos marítimos, teniendo como punto de referencia los vinos australianos y neozelandeses.
Además de la visita por las instalaciones y los viñedos, la propuesta es maridar sus vinos con una muy completa tabla de mar. Se destacan sus vinos blancos y espumantes, que son los compañeros perfectos de pescados y mariscos.
