ara lograr una adecuada gestión futura, prepararse para los cambios del entorno y garantizar la posición competitiva de los destinos turísticos se hace necesario conocer toda la conceptualización y metodología relacionada con la gestión y la planificación de los destinos turísticos se hace necesario conocer toda la conceptualización y metodología relacionada con las gestión y planificación de los mismos.
El presente artículo tiene como objetivo la fundamentación desde el punto de vista teórico y metodológico de aspectos vinculados a la gestión y a la planeación estratégica de destinos turísticos.
La definición de turismo se asienta sobre dos ejes principales: el conjunto de actividades que realizan los turistas (y los bienes y servicios que llevan aparejados) y el hecho de que esas actividades son llevadas a cabo en lugares distintos al de su entorno habitual y en determinadas condiciones (temporalidad y razones no lucrativas). La materialización de estas actividades en espacios ajenos al entorno habitual remite al concepto de destino turístico.
Zayas (2014) ha identificado como criterios más representativos del concepto de destino los siguientes:
La OMT (2007) ha establecido que el destino turístico representa la unidad básica de análisis en turismo. Se reconocen tres perspectivas: la geográfica (una zona fácilmente reconocible con límites geográficos o administrativos que los turistas visitan y en la que permanecen durante su viaje), la económica (el lugar en el que permanecen más tiempo, en el que gastan una suma pertinente de dinero y en el que los ingresos por turismo son considerables, o potencialmente considerables, para la economía), y la psicográfica (la que constituye el principal motivo del viaje). Asimismo, el destino está atendido por los sectores públicos y privado, y puede tratarse de todo un país, una región, una isla, una aldea o una ciudad, o un centro de atracción independiente.
El destino debe ser entendido como un subsistema formado por elementos espaciales (recursos territoriales, infraestructura etc.), administrativos (legislación política,) y productivos (factores y recursos de producción, agentes, inversión, etc.); así como por el conjunto de sus interrelaciones y los efectos que se producen que son fundamentalmente sectoriales (unos bienes y servicios producidos y consumidos in situ) y geográficos(nuevas realidades paisajísticas, cambios en las relaciones territoriales previas, percepción del territorio, imágenes, etc.).
El papel de la gestión de destinos es administrar y apoyar la integración de diferentes recursos, actividades y agentes involucrados a través de políticas y medidas apropiadas, lo que requiere de competencias tanto gubernamentales en materia de toma de decisiones como funcionales (planificación, organización y control de actividades empresariales).
Uno de los modelos más conocidos y citados es el propuesto por Crouch y Ritchie en 1999 y perfeccionado en 2003. Se trata de un modelo jerárquico en el que la gestión de destinos constituye un nivel intermediario entre un nivel superior compuesto por la política, la planificación y el desarrollo del destino y un nivel inferior basado en los recursos y atractivos del destino. Según este modelo, la gestión de destinos está compuesta por un conjunto de actividades diversas: organización, marketing, calidad del servicio, investigación, desarrollo de los recursos humanos, financiación, manejo de visitantes y gestión de recursos y de crisis.
El proceso de planeamiento estratégico se concreta en la formulación de un plan estratégico, el cual constituye un documento en el que se plasman objetivos consensuados a mediano y a largo plazo que permiten transformar la realidad actual, al tiempo que se torna en un instrumento que orienta el pensamiento hacia la acción, ya que de manera anticipada se promueven acciones por seguir y se definen las formas y los medios reales para realizarlas en pos de lograr las metas propuestas. En este sentido, un plan estratégico se convierte en un instrumento que contribuye a los procesos de desarrollo de un territorio al permitir la definición y el ordenamiento de las acciones de los actores individuales para alcanzar un objetivo común y compartido.
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