e contamos sobre cinco jardines botánicos que deberías visitar alguna vez en la vida.
Este parque botánico es un mundo vegetal repartido entre jardines e invernaderos en Richmond Upon Thames y Kew, al oeste de Londres. Para visitarlo hay que tener tiempo y zapatillas cómodas porque es inmenso: cubre más de 120 hectáreas y es la mayor colección de plantas que se puede ver en un solo lugar en el mundo. A pesar del clima fresco de Londres, varias generaciones de jardineros aclimataron 30.000 especies vegetales desde la creación del botánico en 1759.
Desde 2003, Kew Gardens forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco, toda una consagración para lo que empezó siendo un pequeño jardín exótico creado a fines del siglo XVI por una familia de nobles. Con el tiempo, se le agregaron pabellones y más espacios, fue residencia real y, finalmente, se convirtió en espacio público en 1840. La construcción más conocida es la Palm House, un invernadero de la época victoriana que protege plantas tropicales y palmeras.
Para aprovechar la visita, se recomienda pedir un mapa en la entrada y concentrarse en algunos puntos de interés, ya que el predio es muy grande.
El New York Botanical Garden (NYBG) fue inaugurado en abril de 1891, en un predio del Bronx. Ocupa 97 hectáreas divididas en varios jardines y paisajes distintos. Es también el único lugar donde queda un remanente del gran bosque que ocupaba originalmente la región. Esta parte del botánico es como una cápsula del tiempo, a lo largo del río Bronx, que lleva directamente al siglo XVII y los tiempos de la Nueva Ámsterdam.
El NYBG está contiguo al zoo y juntos forman un pulmón verde. Originalmente, era una plantación de tabaco fundada por el colono francés Pierre Lorillard. Sus descendientes vendieron el terreno a la Universidad de Columbia, cuyos botánicos querían emular el Kew Gardens de Londres. El molino de los Lorillard todavía existe y es una de las construcciones emblemáticas del sitio junto a un invernadero de 1899.
Lo más llamativo de sus colecciones de plantas y árboles es el rosedal dedicado a la memoria de Peggy Rockefeller. Las flores se lucen en un jardín de inspiración francesa. Además de la temporada de floración, el otro momento más esperado del año es la Navidad, cuando el botánico se transforma en un parque de luces, y si hay nieve, mejor aún.
El NYBG, declarado Monumento Histórico Nacional, cuenta con la mayor colección de libros y publicaciones sobre botánica en los Estados Unidos.
Fue una aristócrata rusa quien transformó la isla suiza en un jardín exótico a fines del siglo XIX. Antes de ella, las Brissago sirvieron de refugio a un grupo de monjes durante la Edad Media. En los tiempos de la baronesa, San Pancrazio fue un importante centro intelectual que se transformó en una microsociedad naturista y libertaria cuando la propiedad fue comprada por un industrial alemán en 1927. Fue él quien construyó el palacio neoclásico que actualmente sirve de hotel-restaurante y centro de visitantes. También amplió las colecciones de plantas y creó los baños romanos.
Se trata de un auténtico oasis urbano admirado por figuras de la talla de Albert Einstein y la reina Isabel II en sus visitas a la Cidade Maravilhosa. No es ninguna exageración cuando se define así al jardín botánico carioca, que exhibe y protege unas 6.500 especies vegetales en sus 54 hectáreas de verde distribuidas en sectores al aire libre y varios invernaderos.
Para los investigadores es una fiesta, porque se conservan especies amenazadas y un herbario con cientos de miles de muestras deshidratadas, mientras para los turistas invita a un respiro rodeado de palmeras, bromelias, plantas carnívoras u orquídeas en medio del incesante vaivén de Río.
El clima de Brasil lo agiganta todo. Es por ello que hasta las plantas que podrían parecer más comunes, aquí cobran dimensiones tropicales. Nació como un Jardín de Aclimatación en tiempos de la colonia portuguesa, con el objetivo de adaptar especias asiáticas como la nuez moscada y la canela, y recibió sus primeras plantas desde la remota Isla Mauricio.
Convertido oficialmente en Jardín Botánico a partir de 1890, este pulmón verde de la ciudad tiene una de las mayores colecciones de cactus de Brasil y numerosas plantas medicinales. Además de la parte natural, abarca edificios históricos como la Casa de la Emperatriz del siglo XVIII, donde funciona la primera Escuela Nacional de Botánica Tropical de América Latina. Hay visitas guiadas gratuitas y un espacio dedicado a Tom Jobim, el inolvidable creador de la Garota de Ipanema.
En los años setenta y ochenta, la ciudad tenía las tasas de desempleo más altas de Colombia, vivía bajo las reglas de Pablo Escobar y fue la ciudad más violenta del mundo. Medellín es el ejemplo patente de que se puede volver del infierno: últimamente fue votada como una de las ciudades más innovadoras del mundo y aquella donde mejor se vive en América Latina. Es la capital colombiana de las flores y los espacios verdes forman parte integral de esta transformación urbana y social asombrosa.
El jardín botánico, que fue abandonado durante mucho tiempo, ha sido rehabilitado y hoy es la vidriera de la diversidad vegetal de Colombia. Empezó siendo un predio con una casa de comidas y fue creciendo con actividades para pasar un día en familia durante los fines de semana a lo largo del siglo XX. Si bien fue transformado en botánico en 1972, hubo que esperar hasta 2007 para que fuera un verdadero atractivo turístico, ya que en ese año se inauguró el espacio semicubierto del Orquideorama.