n la primera fase se lleva a cabo el diseño del plan, la elección de los técnicos que lo guiarán y la fijación del presupuesto.
En el caso de los métodos a emplear, además de definir el sistema y las herramientas de las que se hará uso, habrá que definir también las fases en las que se desarrollará el plan estratégico.
A continuación, se presenta un ejemplo cronológico que recoge las distintas etapas que intervienen en el proceso de redacción del plan estratégico:
En relación a los modelos de participación, estos variarán en función del grupo y la tipología de los agentes involucrados, y en función también de la fase de desarrollo del plan en el que nos encontremos. Existen multitud de técnicas de participación pública que pueden emplearse con efectividad en procesos de planificación turística, que pueden llegar a ser realmente eficaces en espacios rurales dada la cercanía desde el punto de vista social.
Entrevistas directas: entrevistas en profundidad realizadas a personas representativas del sector turístico del área de destino. El número de encuestas dependerá del tamaño del municipio. Estas encuestas nos facilitarán una imagen fidedigna de la situación turística local.
Encuestas de participación social: cuyo objetivo es determinar la percepción de los agentes locales respecto al sector turístico (cualidades del territorio, problemática, opciones de desarrollo…).
Grupos de discusión: mesas redondas, mesas de diálogo, grupos de debate… en los que se reúne a un grupo de agentes turísticos para debatir cuestiones específicas o genéricas referidas a la actividad turística.
En la fase de análisis se profundiza en el conocimiento de los diferentes elementos que inciden en la actividad turística en el área rural de destino. Ya hemos visto en apartados anteriores la variedad de factores que conforman el sistema turístico: oferta, demanda, recursos turísticos, sociedad, medioambiente, etc. A estos factores de carácter interno, hay que añadir otros condicionantes externos que también afectan a la actividad turística de un territorio, como son por ejemplo otros destinos competidores, las condiciones socioeconómicas del entorno, los aspectos macroeconómicos...
En esta fase se realiza un proceso de síntesis del análisis previo, identificando la situación del área de estudio en lo que concierne a sus potencialidades para el desarrollo de actividades de turismo rural de un modo efectivo. Se evalúan las posibilidades turísticas del área rural, se definen las fortalezas de entorno, sus debilidades, las oportunidades para el desarrollo turístico y los posibles riesgos.
Para la fase de diagnóstico se propone el empleo de la metodología DAFO, como herramienta de diagnóstico que responde a las siglas Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades. Esta matriz de cuatro entradas trata de determinar por una parte los aspectos positivos del objeto de análisis (Fortalezas internas del espacio rural, y Oportunidades externas) y por otra los aspectos negativos (Debilidades internas y Amenazas externas).
Llegados a este punto es el momento de plantear los objetivos firmes del plan de desarrollo turístico y definir la estrategia de desarrollo que se va a seguir. Una vez que conocemos las características concretas del producto turístico, sus potencialidades, los segmentos de demanda a que se pueden dirigir y la imagen que proyecta o puede proyectar sobre los mismos, es el momento de tomar una decisión estratégica y enunciar de forma clara hacia dónde y de qué modo deseamos dirigir el destino turístico.
La estrategia de desarrollo turístico y los objetivos específicos de dicha estrategia pueden plasmarse a través de lo que denominamos “Misión”. La misión consiste en sintetizar en una frase la declaración de intención, la finalidad del proyecto y la razón por la que este se pone en marcha.
De la misión se derivan los objetivos, que se estructurarán de tal forma que queden establecidos los fines económicos, sociales y medioambientales del desarrollo turístico, de forma que pueda alcanzarse un crecimiento racional, equilibrado y sostenible.
En esta fase se definirán las técnicas y acciones específicas para materializar la estrategia definida en la fase anterior. Las propuestas para el desarrollo turístico pueden estructurarse de diferentes maneras.
A continuación, se propone una metodología que consiste en la formulación de propuestas en cuatro niveles:
La última fase del proceso planificador tiene que ver con la evaluación del proceso, el seguimiento de la puesta en marcha de las medidas planteadas, y el control sobre la ejecución del plan estratégico.
Una vez finalizada la redacción del plan estratégico, y se haya comenzado a poner en marcha las medidas propuestas, será necesario evaluar el grado de cumplimiento de los objetivos marcados, la validez de la estrategia de desarrollo turístico planteada, y la efectividad de cada una de las acciones emprendidas. Todo ello con objeto de tener capacidad de someter a revisión y mejor continua el plan (Crosby, A).
Para conseguir este propósito es necesario contar con un buen sistema de control y seguimiento, que en sí mismo, debe conformar una parte del plan estratégico de desarrollo turístico.
Centro Europeo de Postgrado