a Fundación Mediterránea remarcó que los mercados de carnes bovina, aviar y porcina mostraron un desempeño satisfactorio en el 2020. De acuerdo a datos oficiales y estimaciones de la entidad, la producción de las tres carnes habría llegado a 6,04 millones de toneladas, unos 133,6 kilos promedio por habitante, mientras que las exportaciones a 1,19 millones (26,4 kilos per cápita). Estos valores del consolidado, tanto los absolutos como los relativos (volúmenes por habitante), son levemente superiores a los del 2019 pero además son niveles records de los últimos 40 años.
"Desde mediados de la década de los ’70 hasta el presente, nunca habíamos producido ni exportado tanta proteína animal", señalaron Juan Manuel Garzón y Nicolás Torre en un tramo del informe.
El consumo medio, por su parte, de las tres carnes se habría ubicado en 108,0 kilos por habitante, quedando levemente por debajo de la cifra del año 2019 (108,8 kilos). El dato quizás más relevante aquí, por su impacto simbólico, es el consumo de carne bovina, que se habría ubicado en 49,7 kilos per cápita, el registro más bajo desde hace décadas (al menos 50/60 años).
Por el contrario, el consumo de carne aviar (el registrado por los organismos de control) se habría aproximado a 44,1 kilos per cápita, la cifra más alta de la historia.
El 2020 se caracterizó por subas generalizadas de precios, tanto de animales como de productos finales, en términos reales (por encima de la inflación), particularmente concentradas hacia finales del año.
A nivel del consumidor final, los cortes de carne bovina se ubicaron en diciembre 2020 un 74% arriba de los valores del mismo mes del 2019 (contra una inflación punta a punta del 36%); la carne aviar un 58% arriba (pollo entero) y la carne porcina un 59%.
Nótese las importantes subas en términos reales en todos los casos:
Los salarios tampoco pudieron seguirles el ritmo a los precios de las carnes. El salario mensual promedio de la economía (sector privado formal) del 2020 permitió comprar 156 kilos de carne bovina, un 9,7% menos que en el 2019.
Además, esta relación desmejoró sensiblemente hacia finales de año: se estima que en diciembre el salario medio podía comprar 133 kilos de carne bovina, un 20% menos que en diciembre del 2019.
Un interrogante es si la suba de precios de animales y carnes ya terminó o si le queda todavía recorrido al proceso. Cuando se comparan los valores locales de la hacienda con los de la región se observa una importante convergencia en los últimos meses, lo que sugiere que, al menos en moneda dura, no quedaría mucho más margen para que los valores sigan escalando, más en un contexto donde nuestro sector exportador paga más impuestos que sus pares (9% de retenciones) y el principal cliente (China) viene estabilizando compras y mostrando menor predisposición de pago.
En cuanto al mercado interno, si bien el consumo se ha reducido a su mínima expresión histórica, quedando en buena medida el núcleo más “duro e inflexible” de consumos, los segmentos de clases media y baja que permanecen activos en el mercado se encuentran seguramente al límite de su capacidad de pago por el producto cárnico: "Tampoco parece haber aquí mucho margen para absorber otra ronda de subas importantes de precios", añaden los economistas.
Que no quede mucho hilo en el carretel no significa que los precios de las carnes tendrán un 2021 “tranquilo”, y menos aún que vayan a iniciar el camino del descenso.
Hay factores que pueden y seguramente ejercerán presión para que ello no suceda, entre otros:
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