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os residentes de la ciudad de Nueva York (EE.UU.) tienen un nuevo destino vitivinícola a solo 320 kilómetros al noroeste de la ciudad. Se trata de Finger Lakes, el mosaico de viñedos, huertas de manzanas, senderos para caminatas y pueblos pequeños que se convirtió en la región preferida de los neoyorquinos para disfrutar de excelentes vinos.
Esta zona bucólica del estado de Nueva York toma su nombre de once lagos glaciares situados entre las ciudades de Rochester y Siracusa que corren de norte a sur. Séneca, Cayuga, Skaneateles, Canandaigua y Keuka son bastante profundos, con aguas que se calientan y enfrían más lentamente que el aire, lo que permite que su inmenso volumen ayude a moderar las temperaturas circundantes. Las variedades de uva como Riesling y Pinot Noir pueden florecer en este lugar sin problemas a pesar de los crudos inviernos.
El suelo rocoso de la región es otra de sus particulares características que atraen a toda una nueva generación de ambiciosos enólogos de varias bodegas, la mayoría abiertas durante todo el año. El momento ideal para visitarlas es en otoño, durante la temporada de cosecha.
A continuación, te mostramos cómo pasar tres días perfectos explorando la región.
Un vuelo de una hora y media desde Nueva York lo llevará a la ciudad de Rochester, el punto de entrada más directo a Finger Lakes. Para disfrutar de un delicioso almuerzo, diríjase a 35 millas al sureste de la ciudad de Canandaigua. New York Kitchen, un centro culinario sin fines de lucro que destaca el trabajo de los agricultores, cerveceros y viticultores del Empire State, ofrece algunos Pinots en la sala de degustación. Para comer, se recomienda Adirondack, una pizzería llamada así por las montañas del este que tiene hongos silvestres, jamón asado, gruyère y brotes de guisantes frescos.
Comience su degustación de vinos en el lugar donde comenzaron los embotellados de calidad en Finger Lakes: Dr. Konstantin Frank, en la costa occidental del lago Keuka. En la década del cincuenta, el fundador homónimo de esta bodega demostró que en la región podían cultivarse variedades de uva clásicas como Riesling y Pinot Noir. Una tranquila Sala de Reserva de 1886 ofrece una experiencia más personal, así como cosechas y combinaciones de alimentos más antiguas.
Un rápido giro alrededor del extremo sur del lago Keuka lo llevará a Domaine LeSeurre, parte de una nueva ola de bodegas impulsadas por jóvenes viticultores convencidos del potencial de la región. Aquí, los expatriados franceses Céline y Sébastien LeSeurre crean vinos secos y elegantes que flotan entre el viejo y el nuevo mundo en su sensibilidad, como su Chardonnay descortezado al estilo Chablis 2015.
Puede hospedarse en Geneva on The Lake, un gran resort en el barrio de Ginebra. Es una excelente base de operaciones, dado que la zona se ha convertido en el nexo de restaurantes y bares de la región. Se recomiendan lugares como el Linden Social Club, famoso por sus cócteles. A pesar de su amor por el vino, debería probar el julep, una mezcla de coñac, centeno, ron jamaicano y menta.
Para navegar alrededor de los lagos y evitar el traslado interminable de norte a sur, es mejor concentrarse en un cuerpo de agua al día. Para el sábado, elija Séneca. Con una extensión de 56 kilómetros entre Ginebra y Watkins Glen, es el más grande de los cinco lagos principales y está rodeado de excelentes bodegas.
Un capuchino para llevar de Monacos Coffee alimentará su viaje por la Ruta 14 hasta su primera parada: Forge Cellars. Producto de una asociación entre los talentos locales Rick Rainey y Justin Boyette, y el aclamado viticultor de Rhône, Louis Barruol, esta bodega se centra en Pinot Noir y Riesling, expresivos en terroir. Se recomienda el ahumado 2016 Forge Leidenfrost Vineyard Dry Riesling.
Después de Forge, podrá almorzar en FLX Wienery, una choza en medio de la carretera que sirve excelentes hot dogs. También cuenta con una extensa carta de vinos, con especialidades de Riesling por US$5 la copa hasta un Domaine de la Romanée-Conti La Tâche por US$2.500 la botella.
Docenas de bodegas se alinean a lo largo de la Ruta 14, por lo que se sugiere planificar con antelación las seleccionadas. Una de las más visitadas es Ravines Wine Cellar, justo al sur de Ginebra. No se pierda el pedregoso Argetsinger Vineyard Riesling del enólogo Morten Hallgren, ni la experiencia de maridaje de vinos Ravinous Table de la bodega. Puede degustar un Blanc 2008 con una tarta de papas y avellanas, o un Cabernet Franc 2016 con lomo de cerdo y ciruelas ahumadas sobre adornos de vid.
Regrese a Ginebra para cenar en FLX Table, considerado el mejor restaurante de la región. Propiedad del máster sommelier y chef Christopher Bates y de su esposa, Isabel Bogadtke, el local cuenta con catorce asientos en una larga mesa de comedor donde disfrutará de platos como el salmón salvaje con una panzanella de pimiento rojo y aceitunas.
Comience su día con una caminata de tres kilómetros a través de las gargantas de roca en el Parque Estatal Watkins Glen, donde las hojas de los árboles están en su pico escarlata y dorado. Luego, vaya hasta el extremo sur de Séneca y diríjase a la bodega Bellwether, en la costa occidental del lago Cayuga. Allí, lo recibirá el enólogo Kris Matthewson, una de las estrellas prometedoras de la región, con botellas Sawmill Creek Vineyard Pinot Noir.
Danos Heuriger mantiene el modelo de una taberna austríaca clásica. Probablemente, es el único lugar del planeta donde encontrará una “caja bento vienesa” en el menú del almuerzo. Disfrute la combinación de salchichas austríacas clásicas, spaetzle y tapenade servidas al estilo japonés.
En la costa este del lago Cayuga, Heart & Hands Wine Co. es otro productor boutique de culto. Tom y Susan Higgins elaboran una pequeña cantidad de Pinot Noir y Riesling de su propio viñedo. El Mo Chuisle Pinot se encuentra entre los más pedidos.
En su última noche, regístrese en los Inns of Aurora, en el lado este del lago Cayuga. Propiedad de Pleasant Rowland, este cuarteto de edificios históricos ha sido increíblemente restaurado en los últimos años. La elección de las posadas es una cuestión de gusto personal: un clásico mobiliario en el Aurora Innes clásico o el ambiente contemporáneo de Rowland House. Independientemente de la posada, asegúrese de sentarse junto a la hoguera frente al lago para disfrutar de una copa de vino contemplando el atardecer.
