l sector maderero en Mendoza es dueño de un nuevo escenario. En el punto de partida para el inicio de su ciclo, sus tres áreas (aserraderos, construcción y muebles) buscan aportar mayor valor agregado a su oferta de productos. Desde los proyectos de incentivo forestal -para recuperar la media histórica de 20 mil hectáreas de bosques productivos- a la capacitación y tecnología aplicada a los procesos de trabajo, desde el diseño de mobiliario para la exportación a la planificación integral de la industria local.
Un programa de forestación en las rutas provinciales, impulsado por el Gobierno, en los departamentos de Lavalle, San Martín, Junín, Santa Rosa, La Paz, San Rafael y General Alvear, tiene como objetivo plantar 60.000 nuevos árboles en el secano antes de finalizar el próximo año; especies autóctonas con alta resistencia a la sequía y a la salinidad del suelo.
Este nuevo bosque, en comparación, la superficie productiva del sector maderero equivaldría a 209 hectáreas más de superficie, ya que en Mendoza, la densidad mínima en un cultivo intensivo de álamo es de 278 plantas por hectárea.
El cuidado ambiental es el horizonte compartido entre el Estado y este sector económico que enfrenta diferentes retos para su crecimiento. En el borrador de la propuesta de desarrollo forestoindustrial en Argentina, elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se señala que hacia 2030 se debería haber escalado la actividad para lograr un sector más competitivo.
Potenciar el compromiso de "sustentabilidad", además de alcanzar la Contribución Nacional Determinada (NDC) comprometida en el acuerdo de París. Es decir que, además de los fines "verdes" se debe atender a la necesidad de "generar una mayor productividad a fin de brindar a sus habitantes un mejor nivel de vida".
Los datos de la Asociación de Empresarios Madereros y Afines de Mendoza (Adema) señalan que en la provincia existe una superficie cultivada, entre bosques madereros y trincheras agrícolas, equivalente a unas 10 mil hectáreas. Este número por sí solo no es relevante, pero toma magnitud en comparación con la realidad de hace 20 años, cuando el stock forestal equivalía a un 100% más.
Las razones de esta retracción -en el volumen de producción- pueden atribuirse a diferentes variables como las macroeconómicas. Sin embargo, existen leyes que fomentan la inversión a mediano plazo. "Por la aplicación del seguro verde, en 2018 se pusieron al día los subsidios para los forestadores. Lo que reclama el sector es una mayor previsibilidad económica para poder invertir a futuro", sostiene Sergio Videla, el secretario de Adema.
"Vivimos en un país donde la tasa de inversión es mínima y cuesta que se desarrollen este tipo de proyectos. Pero diseñar un bosque, por ejemplo, también puede afectar positivamente en el sector del turismo, porque se puede ofrecer servicios en un entorno diferente: la cabaña de troncos y el paisaje de montaña. Pero para poder concretar un desarrollo de esa envergadura se requiere de previsibilidad económica además de capitales de inversión", agregó Videla.
"Para forestar se necesita previsibilidad, porque se debe esperar 10 años para poder obtener ganancias", sostiene el representante de la asociación local. "En un bosque maderero, el rendimiento por hectárea es variable según la demanda del sector; más que pensar en la cantidad de plantas se piensa en toneladas. Es decir que cuando se necesitan bobinas debe dejarse crecer la planta hasta que alcance mayor grosor y eso va a depender de los cuidados que reciba la especie; aproximadamente por hectárea de álamos se obtiene un rendimiento promedio de 220 toneladas", señaló Videla.
En cuanto a las estadísticas de la actividad, a nivel nacional, en el primer semestre del año el complejo forestal registró exportaciones por 351 millones de dólares, 14% más que en igual período del año pasado.
El producto más vendido, según el registro del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), volvió a ser la celulosa, que mantuvo los niveles de operación del año pasado, mientras que el mayor incremento se observó en el segmento maderero que explicó prácticamente la totalidad de la suba de las exportaciones del complejo forestal. Pese a la mejora, las exportaciones están 25% por debajo de las correspondientes a 2011, el mejor período de la última década.
A efectos prácticos, el Indec divide al Complejo Forestal en tres sectores: el celulósico-papelero, que incluye pasta química de madera de conífera, papel y cartón; el maderero, que engloba a madera en bruto, aserrada y perfilada y otras exportaciones forestales, principalmente extracto de quebracho.
Como ocurre desde hace décadas, el sector celulósico-papelero es el principal motor de las exportaciones del sector, aunque su participación en el total cayó del 62 al 55 por ciento con relación a 2018. Las ventas al exterior de este sector aumentaron muy levemente, de 192 millones de dólares durante el primer semestre del año pasado a 193 millones de la misma moneda en igual período de la presente temporada.
Casi todo el incremento interanual de las exportaciones del complejo se explican por una notoria suba registrada en el sector maderero, que pasó, de vender al exterior por 49,4 millones de dólares en la primera mitad del año pasado, a hacerlo por casi 85 millones en igual lapso de 2019, lo que significó un incremento de 72%.
En Mendoza, el presidente de Adema, Matías Angeler, habló sobre la actualidad del sector y de las políticas de desarrollo en cada uno de sus rubros.
“Desde la Asociación se trabaja en tres caminos específicos para favorecer a cada subsector; en políticas trasversales para el crecimiento como una lucha para lograr una reforma impositiva, herramientas de financiamiento y, por último, el fomento de la inversión, medidas que apuntan a fortalecer las ventas”, explica Angeler.
En cuanto a medidas concretas, por ejemplo, al referirse a los aserraderos Angeler agregó: "El sector es proveedor de envases para la fruticultura y horticultura, además de materiales para la construcción; para ese perfil se está buscando innovar en nuevos productos, en diseño y en la búsqueda de otros mercados para generar oportunidades y evitar que el sector se agote en la cajonería de álamo. Se piensa en mejorar la calidad y aportar soluciones industriales como los secaderos de madera, para reducir los tiempos de producción y aumentar la competitividad. Para ello se trabaja junto a la UNCuyo en la administración el centro tecnológico de la madera".
En cuanto a la Construcción, el titular de Adema explicó: "Contamos con la fabricación de vigas laminadas, que es un producto tradicional en Mendoza, y apuntamos a que exista una reingeniería logrando innovar en los productos, como el caso del CLT, una placa desarrollada para la construcción de muros de lato confort y con una huella de carbono equivalente a cero".
Por último, el referirse al rubro de los muebles, el empresario puntualizó en las novedades: "Estamos trabajando en convenios con otros organismos provinciales y participar en el hub logístico en Los Andes, una posición que permitiría a nuestras empresas achicar gastos logísticos y contar con en deposito de su mercadería para ser comercializada tanto en el país trasandino como en otro destino, ampliando así la gama de mercados vía Chile".
El sector maderero en Mendoza es dueño de un nuevo escenario, así lo expresa el presidente de Adema Matías Angeler.
“Se busca aplicar nuevas tecnologías, atender nuevas demandas del cliente y a una capacitación continua del personal. Pensar en nuevos estándares de calidad, partiendo desde la genética; productos hasta su valor agregado, intensificando los negocios y creando una apertura a la exportación”.
Por la necesidad de acercar el mundo empresario al universitario y el de generar -a través del conocimiento aplicado- mayor valor agregado a la producción, se creó el Centro Tecnológico de la Madera. "Cuando nació la idea, fue pensado para aplicar los productos al mercado interno. La exportación de artículos de madera es un objetivo", sostuvo Sergio Videla.
Las instalaciones, que requirieron de una inversión de 107 millones de pesos en infraestructura y equipamiento, funcionan en un predio de la facultad de Ciencias Agrarias, en Luján de Cuyo. Cuentan con un área industrial de 1.666 metros cuadrados cubiertos integrada por una nave industrial, sala de afilado, depósito de madera seca, un horno de secado de madera y una caldera de 180.000 calorías/hora, carpinterías, vestuarios, enfermería y depósitos, que permitirán asistir a las Pymes del sector y a productores forestales.
Podrá ofrecer servicios de aserrado de rollizos, de afilado de sierras cintas, circulares y demás elementos de corte y de secado a horno de la madera y también podrá proveer insumos que actualmente no se producen o son de difícil acceso para las empresas y que son necesarios para la producción de artículos de manufactura para las industrias de la construcción y del mueble de madera sólida.
Además, el Centro Tecnológico de la Madera tiene un área de gestión de 524 metros cuadrados en donde hay oficinas, sala de reuniones, sector de atención al público y dos aulas con capacidad para 30 personas.
Según los datos relevados por la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines, la cadena de valor maderera involucra a unas 15.200 empresas en todo el país (el 78%, Pymes) y alrededor de 158.000 puestos de trabajo, que generan el 5,9% del valor bruto de la producción industrial nacional.
En Mendoza son cerca de 700 empresas que emplean aproximadamente a 3.500 personas en forma directa y que dan trabajo en forma indirecta a otras 1.500. Del total de las empresas del sector maderero en Mendoza, el 55% se ocupan de la producción de bienes y 22% representan a los aserraderos.
Los Andes