Lino Palacio, abogado de profesión, pero ganadero de vocación, administra desde hace casi cinco años un campo de 200 hectáreas que su familia posee desde 1800 en la localidad bonaerense de Suipacha. En este establecimiento, ubicado sobre la Ruta Nacional 5, el emprendedor inverna y termina alrededor de 600 animales por temporada.
“Estamos al borde de la zona núcleo y no tenemos los rindes que podríamos tener en Pergamino o Rojas. Con una buena rotación y trabajo, podríamos aspirar a 3.500 o 4.000 kilos de soja y 8.000 y 9.000 kilos de maíz”, explica el hijo del famoso historietista.
De las 200 hectáreas del lugar, cerca de 70 son potreros de poca aptitud agrícola que se trabajan mediante una rotación de soja-maíz y maíz soja. El poroto se vende, mientras que le choclo se mueve y se destina a la alimentación en feedlot. “El maíz se cosecha con 20 o 22% de humedad y se lo pasa a la embolsadora que contiene una modelora de granos. Entre la soja y el maíz se siembra raygrass, cebada y avena con fertilización”, comenta.
Los rollos se realizan en una pradera de alfalfa asociada con pasto de ovillo, festuca mediterránea y trébol rojo. Además, se emplean bolsas con raygrass, avena y cebada que producen un suplemento dietético muy proteico. También hay que sumar las veinte hectáreas del campo de al lado, cuyo dueño le permite trabajar a cambio de que las deje parquizadas. “Levantamos ese pasto y lo tiramos sobre los rastrojos de soja; los animales comen de esa andana”, agrega.
Este pastoreo mecánico que se realiza durante el invierno, redunda en un buen uso del pasto: aprovecha todo al máximo y no compacta el suelo porque la andana se va haciendo en lugares diferentes. “El animal queda muy tranquilo en el patio de la soja y come muy bien el pasto cortado”, aclara.
Palacio adquiere los terneros durante el período de zafra anual y los empieza a vender a gordo de enero a mayo. El ciclo es rápido –demora apenas un año- y hace que solo se trabaje con una categoría de terneros.
Anualmente, se compran ejemplares de 160 kilos entre marzo y abril. Los primeros 160 kilos extra se agregan a pasto, mientras que los últimos 50-60 se logran a maíz aprovechando la cosecha del establecimiento. En promedio, ingresan un 75% de terneros machos y solo un 25% de hembras. A lo largo de una semana, reciben una adaptación con rollos y una buena requisa sanitaria, para pasar a pastar con suplementación de rollos o silo de praderas sobre el campo. “Cuando vienen animales de varios orígenes, hay que ser muy prolijo porque se pueden contagiar cualquier peste”, advierte Palacio.
Una vez que las terneras salen del potrero, van a encierre en octubre. “Si se pasan, se hacen vaca y valen otra cosa. Las metemos en el feedlot porque al estar grandes comen mucho. La idea es sacarle presión al lote”, plantea el abogado.
La primera camada de machos entra a corral en enero, en tanto que la última lo hace en abril. Las hembras salen con un peso de entre 320 y 340 kilos; mientras que los machos lo hacen con entre 370 y 420, respectivamente. “Va todo a consumo liviano, con terminaciones a feedlot para un mercado premium de góndola de supermercado”, aclara.
El negocio fue diseñado con terneros Angus, que no fueron comprados en ferias. Actualmente el objetivo es superar las estadísticas, teniendo en cuenta la buena producción de pasturas y forrajes del sitio. De todas maneras, Palacio considera que para alimentar más terneros deberá recurrir a la compra de rollos.
“La gran ventaja de tener una alta carga animal es que, aunque ese kilo suplementario cueste un poco más, nos aseguramos de que nuestro pasto va a comerse todo. Entonces, esos últimos kilos de carne más caros, se amortizan bien porque se pudo aprovechar al máximo los primeros kilos que se produjeron con pasto propio”, indica.
También aspiran a manejar terneros de la raza lechera Holando, ya que quieren usufructuar el descarte de los machos de los tambos de la zona para darle un engorde a corral desde el primer día con maíz. “Apuntamos a tener alrededor de cien holandos con el objetivo de mecharlos con los lotes de Angus. Unos cinco o seis overos bien presentados en una jaula de cuarenta negros pueden ir todos al mismo precio. Así se añade un valor agregado muy importante. El secreto de la ganadería es ajustar la carga en función de aquello que abunda”, concluyó el visionario.