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Henolaje de alfalfa: manual para lograr un alimento de altísima calidad

El INTA elaboró una guía de buenas prácticas agrícolas para obtener grandes resultados en la nutrición de los animales

Henolaje de alfalfa: manual para lograr un alimento de altísima calidad
miércoles 04 de diciembre de 2019

En el marco de un encuentro realizado en la sede del INTA Manfredi, se desarrolló una guía de buenas prácticas agrícolas para la confección de henolaje de alfalfa, que contó con la colaboración de profesionales de la Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros (CACF), asesores privados y técnicos de empresas del sector. El manual aspira a fijar las mejores estrategias para lograr este alimento clave en la producción ganadera argentina, que aporta fibras y proteínas vitales para la nutrición de los animales.

El henolaje de alfalfa es un método de conservación química que consiste en cortar el forraje realizando un oreado hasta alcanzar un porcentaje de humedad comprendido entre el 45% y el 55%, para después enbolsarlo o empaquetarlo con el objetivo de crear condiciones anaeróbicas que permitan generar una fermentación láctica para su correcta conservación.

La tecnología llegó a la Argentina a mediados de la década de los noventa, a partir de la elaboración de rollos que más adelante eran embolsados con mesas empaquetadoras. Aunque en un principio obtuvo aceptación como una alternativa efectiva en lugares donde era difícil elaborar heno de calidad, se difundió rápidamente sobre el resto del país para conservar la alfalfa con alta calidad nutritiva, proveyendo de fibras y proteínas a las especies.

Con el paso del tiempo, el procedimiento fue evolucionando al incorporar bolsas con memoria, sistemas cargadores de rollos frontales y embolsadoras de rollos con motor, que permitieron agilizar la labor. Si bien desde un comienzo fue muy bien recibido, la adopción masiva en nuestro país se logró cuando la recolección de pasto empezó a ser realizada por picadoras de precisión y el embolsado con máquinas embutidoras en bolsas de polietileno.

Actualmente, la técnica permite que los procesos fermentativos se desarrollen en condiciones adecuadas y brinda un abanico de facilidades de manejo, ya que al ser recolectado por una picadora, puede ser incluido fácilmente dentro de un mixer mezclador, además de reducir los tiempos operativos de confección del forraje.

La guía busca darle una respuesta a las distintas consultas que se realizan sobre la posibilidad de hacer corte directo de alfalfa para embolsado y posibilita dilucidar las técnicas correctas y sus beneficios para la producción animal.

 

Paso a paso

1) Momento de corte: debe realizarse cuando se encuentra en botón floral, debido a que se intenta lograr la mejor combinación entre cantidad y calidad de Materia Seca (MS) digestible.

2) Porcentaje de materia seca para la confección: sobre el proceso de conservación, el factor determinante es el contenido de humedad que presenta el material al momento del picado o enrollado. El forraje debe picarse cuando contiene entre el 45% y el 55% de MS. Para ello, en el caso de la alfalfa, debe realizarse un oreado previo al picado, analizando que en el momento óptimo de corte la planta en pie posee un porcentaje de MS de entre 18% y 24%, o su equivalente en humedad entre el 82% y el 76%, respectivamente.

3) Corte y acondicionamiento: al momento de realizar el corte para el pre-oreado, lo más importante es  usar segadoras provistas de acondicionadores, ya que logran un corte de mejor calidad, con un replicado mínimo de hoja y un quebrado que hace que los rodillos en los tallos faciliten la pérdida de agua beneficiando la calidad del forraje.

No se aconseja emplear cabezales de corte directo en la confección de henolajes, ya que solo deben utilizarse para la fabricación de silajes donde el porcentaje de MS sea mayor a 32%, pero menor al 40% (cereales de invierno en estado de madurez avanzado o cultivos de verano como maíz y sorgo).

4) Estructura de la andana: la condición de la andana influye de forma determinante sobre la uniformidad de picado, debido a que el volumen de la misma fija la eficiencia con la que la picadora realiza sus tareas. Para que las cuchillas realicen un corte neto y parejo contra la contracuchilla, es preciso que los rodillos alimentadores entreguen una buena cantidad de forraje, para que el material no se escape y quede aprisionado por los rodillos.

Cuando las andanas no son voluminosas, los rodillos no pueden ejercer suficiente presión sobre el forraje. Por este motivo, cuando la cuchilla pasa, arrastra y desgarra el material, da como resultado un henolaje de gran variabilidad en el tamaño de picado. De esta manera, resulta más útil partir de lotes con pasturas bien densas y juntar una buena cantidad de material.

5)  Alimento, no tierra: mientras se confecciona el henolaje de alfalfa, deben realizarse cuidados extremos para evitar que se incorpore tierra en el material a embolsar. Para esto, hay que cortar con máquinas de gran ancho de labor y pasturas de buen volumen, tratando de impedir que se unan las andanas con el uso de rastrullos estelares. En este sentido, se aconseja juntar las hileras con los agrupadores adosados a las segadoras, que permiten juntar el material sin contaminarlo con la tierra, debido a que poseen un sistema de noria de accionamiento hidráulico que está montado en la parte posterior de las cortadoras acondicionadoras.

6) Rastrillado giroscópico: permite hilerar el forraje casi inmediatamente después del cortado, reduciendo las contaminaciones con tierra.

7) Tamaño del picado: el tamaño ideal para pasturas ronda los 15 milímetros, porque prioriza la uniformidad de picado. La idea es encontrar mayor facilidad de compactación al momento de embolsarlo, ya que el material no presenta aglomeraciones. Así, también se evitan las presiones excesivas de las bolsas.

8) Instrumental para la correcta detección del porcentaje de MS: no hay que quitarle méritos a la identificación del porcentaje de humedad del material. Por este motivo, se recomienda el uso de humedímetros electrónicos, que actúan con poco margen de error y están disponibles en el mercado a precios muy accesibles.

9) Embolsado: es importante prestarle atención al terreno y controlar el llenado del túnel de compactación y formación de la bolsa, con su adecuado estiramiento. Al tratarse de un material que no fluye cómodamente, se suelen formar zonas flojas o a sobre-presión, que producen un detrimento en las condiciones anaeróbicas y en el estiramiento parejo de la bolsa.

10) Inoculantes aprobados por el SENASA: si se trata de un cultivo difícil de fermentar por presentar bajo contenido de azúcares o capacidad de buffer, es preciso que se incorporen prácticas de inoculación añadiendo bacterias específicas a tasas mayores a cien mil Unidades Formadores de Colonia/gramo de Silo, como respaldan todos los ensayos de inoculación mundiales.

Para que quede garantizada la calidad del alimento es indispensable que los productos estén aprobados por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria, que estén identificados con un marbete que posea sus recomendaciones de uso.

La guía fue escrita por Fernando Opacak y Fernando Clemente de la CACF;  el asesor privado especialista en forrajes conservados, Pablo Cattani; José Costamagna de Claas Argentina; Javier Barnech y Patricio Villegas de De Laval; Guillermo Piñeiro de HAB Nutrition Animal; y los técnicos del INTA, Federico Sánchez, Gastón Urrets Zavalía y José Peiretti.

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