Para los frigoríficos, la exportación de cueros salados en 2020 fue un negocio positivo con el que habría que seguir

En diciembre pasado perdió vigencia el Decreto 812 que permitía exportar cueros salados sin el pago de derechos de exportación que hacían inviable el acceso a los mercados internacionales

Para los frigoríficos, la exportación de cueros salados en 2020 fue un negocio positivo con el que habría que seguir
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urante décadas, gracias a este régimen de protección, los empresarios de la carne tenían que morir en las curtiembres locales, que compraban el cuero a mitad de precio que en el resto del mundo. La promesa oficial fue que la medida se iba a prorrogar, pero por ahora no hay novedades del tema y por eso la industria frigorífica arrancó con los reclamos correspondientes.

La exportación de cueros salados (un primer proceso industrial para evitar su pudrición) no es un negocio brillante, aunque sí permitió la recuperación del valor de este importante subproducto ganadero y además resolvió un problema sanitario y ambiental, ya que en tiempos en que los curtidores no querían absorberlo, se lo estoqueaba a la espera de que alguna curtiembre los retirase o se lo enterraba, lo que implica un riesgo alto de contaminación.

Según datos de la Asociación de Frigoríficos Industriales de Córdoba, en esa provincia se paga 22 pesos el kilo de cuero de novillos y entre 7 y 8 pesos el de vacas. En Santa Fe el valor es levemente inferior.

En el Consorcio de Exportadores ABC informan un precio similar, 24 centavos de dólar que -al tipo de cambio oficial- equivales a 21/22 pesos por kilo. Estimando un peso promedio de 25 kilos, por pieza el ingreso de los frigoríficos es de 600 pesos por unidad.

El empresario Franco Brunetti, que tiene su frigorífico en Salta, difundió una carta dirigida al coordinador de la Mesa de las Carnes, Dardo Chiesa, en la que le pide se solicite información a las autoridades respecto de los efectos de la apertura de las exportaciones de cueros sin curtir que tuvo vigencia parcial en 2020.

En esa carta, Brunetti pone de manifiesto los beneficiosa que resultó la medida. También contó cuánto cuero salado se exportó el año pasado, quién lo vendió y cuál fue el ingreso de divisas.

 

Los datos relevados por Brunetti indican que del negocio exportador de cueros salados en 2020 participaron un total de 49 operadores, entre los que se destacan curtiembres, exportadores de cueros y grandes frigoríficos. En un gráfico que acompaña su carta, destaca el caso de 17 empresas que exportaron 3,6 millones de piezas. Pero en total, de acuerdo a sus cálculos hechos en base a datos de la Aduana, se vendieron al extranjero 4,2 millones de cueros por 27 millones de dólares.

La estadística, dijo Brunetti, da cuenta de varias cuestiones.

Por un lado, que el Estado se benefició con el ingreso de divisas y que esas ventas compensaron lo que recaudaba por la retención adicional, que era de 8 millones de dólares. Según su lectura, en definitiva, el gobierno no cobraba ese dinero porque esa restricción hacía inviable el negocio.

Por otro lado, refleja que de la venta al extranjero de cueros salados también participaron curtiembres, que decidieron no agregarle valor a esa mercadería porque ya contaban con la suficiente materia prima para su negocio. Brunetti considera entonces que no debería existir limitante alguna para que la liberación del mercado sea permanente.

Las cuentas indican que si se exportaron 4,2 millones de cueros salados (frente a una faena de 14 millones), cerca de 10 millones terminaron en las curtiembres que tendrían capacidad para procesar un máximo de 9,5 millones.

Además, los frigoríficos con la extensión de esa medida resolverían varios de sus problemas. Con los valores que hoy tiene el cuero, que son bajos en términos históricos -pocos años atrás se pagó más de 1 dólar el kilo y hoy apenas se llega a la cuarta parte de ese precio-, las fábricas tienen un ingreso por kilo de 600 pesos, que alcanza y sobra para hacer frente al costo del salado, que es de 200 pesos.

Esto les evita el gasto de mantenimiento en los galones y la incertidumbre respecto de qué hacer con esa mercadería, que más de una vez terminó bajo tierra, enterrada.

Por eso las cámaras empresarias de la industria frigoríficos, aunque en voz baja, siguen reclamando la eliminación de los aranceles a la exportación de cueros sin curtir y la liberación del mercado.

Brunetti dijo que, si las empresas que participan del negocio tuvieran la posibilidad de tener permanencia y ser proveedores habituales y confiables del mercado global, tendrían las posibilidad de vender más cueros a mejores valores. Esto redundaría en beneficios para el Estado por cuanto entrarían más dólares, de la industria y de la producción y del consumidor ya que le permitiría pagar mejor la hacienda o evitar con ese ingreso traslados al precio de la carne en el mostrador.

 

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