La historia del veterinario que reconstruyó el histórico almacén de su familia en un establecimiento que le da vida a Villa Córdoba

abricio Vargas se crió entre las estanterías del viejo almacén “Ramos Generales Casa Vargas” que Doña Marcelina inauguró hace varias décadas en Villa Córdoba, un pequeño poblado a orillas del río Santa Lucía en el departamento de Lavalle, Corrientes. El local siempre se caracterizó por ofrecer una amplia variedad de productos, desde forrajes de hacienda hasta provisiones para el personal de campo. También funcionaba como paraje para aquellos que arribaban temprano a la ciudad y debían hacer tiempo antes de poder llevar adelante sus actividades.

En palabras de Vargas, se trataba de una especie de “bolichón” donde los clientes podían degustar un buen sándwich en compañía de un rico aperitivo, además de hacer sus compras para la producción en el campo. A lo largo de los años, el hombre se desempeñó en diferentes puestos, debido a la alta confianza que con el tiempo generó entre su público.

Si bien cuando finalizó la secundaria se fue a estudiar Veterinaria lejos de la tierra que lo vio nacer, su amor por el campo y las tradiciones rurales eran tan fuertes que luego de recibirse regresó y empezó a trabajar en el Plan Ganadero que el Gobierno de Corrientes estaba desarrollando en la zona. En aquel entonces, alquiló un local en el pueblo vecino de Santa Lucía, donde inició sus primeras actividades independientes en la profesión.

Durante todo este período, el almacén nunca dejó de funcionar, hasta que una enfermedad que sacudió la salud de su padre, José Trinfón Vargas, forzó el cierre de la tienda. En ese momento, el heredero tomó la decisión de mudarse e instalar su veterinaria en el lugar donde dio sus primeros pasos.

El sitio aún conserva el mostrador de pino Brasil que en sus inicios mandó a fabricar Doña Marcelina y la balanza desde donde siempre se pesó el maíz, además de los ganchos de carnicería, los techos de ladrillo y el histórico caramelero ahora reconvertido en biblioteca, que en todo momento adornaron el predio. El día a día del profesional se complementa con los trabajos que realiza en Santa Lucía y la administración del campo familiar que los Vargas poseen en Carrafeño.