La Rioja es la única productora de jojoba. La provincia cuenta con 3.200 hectáreas de este cultivo, siendo la Argentina el país con mayor superficie mundial concentrada de este fruto. Su aceite es codiciado por importantes mercados internacionales y la industria cosmética.
Esta planta, cuyo nombre científico es Simmondsia chinensis, se desarrolla en forma de arbusto y llega a crecer hasta los tres metros, prosperando en condiciones climáticas semidesérticas.
Las plantaciones nacionales se encuentran en el departamento de Arauco, ubicado en el nordeste riojano. Esta localidad posee tres plantas extractoras de aceite y doce productores que cuentan con 300 hectáreas cada uno. Vale destacar que el 95% de la producción se destina al mercado externo.
Las primeras plantaciones se realizaron con semillas provenientes de los Estados Unidos y bajo la metodología de siembra directa. Con el tiempo, se impuso la implantación de plantines de clones seleccionados localmente. Lo interesante de este cultivo reside en los múltiples usos que posee el aceite de sus semillas, utilizado en farmacología, cosmetología, como lubricante y para alimentación animal.
En la Argentina, la jojoba experimentó una importante expansión del área cultivada, pasando de 700 hectáreas en 1990 a 3.200 en la actualidad. Hoy en día, la Rioja produce 6.000 toneladas de semillas anuales. El explosivo incremento en esta región se debió a la aplicación de la Ley Nacional de Diferimientos Impositivos, que posibilitó la inversión en tecnología de última generación en los sistemas de riego y fertilización de podas mecánicas.
El principal objetivo del sector es la producción para exportación y para la industria cosmética, siendo Alemania, Francia, Japón y Estados Unidos los principales importadores de jojoba argentina. Debido a su gran resistencia, el cultivo también se utiliza para lubricación especializada en el sector aeroespacial, armamentos y vehículos militares.
Las principales metas del sector están abocadas a perfeccionar la genética y los procesos de optimización del sistema del cultivo para la mejora de la productividad, la resistencia a heladas, el contenido del aceite en la semilla, su estado al momento de prensado y la mecanización de la cosecha. “El próximo paso es agregarle valor al producto, sobre todo en pasos intermedios, ya que elaborar cosméticos implica entrar en mercados internacionales muy competitivos”, expresó Guillermo Abud, asesor de productores riojanos.