os cultivos de algodón en el área de riego del Río Dulce son afectados por distintas plagas insectiles que perjudican su producción, originando en algunas ocasiones, importantes pérdidas económicas. Pero no todos los insectos son perjudiciales, ya que también existen “Insectos Benéficos” (tanto predadores como parasitoides) que se pueden utilizar para el control biológico de los insectos que ocasionan daños a los distintos órganos de una planta.
La mayoría de los insectos plaga del algodón tienen sus enemigos naturales, los que pueden tener una mayor o menor importancia como agente de control, dependiendo muchas veces de las estrategias de manejo que favorezcan su multiplicación y posterior incremento.
El control biológico de plagas tiene, al menos, dos modos de implementarse: por conservación o por introducción. El primer modo implica la protección de los agentes de control biológico disponibles en la naturaleza con el fin de favorecer su accionar y multiplicación para obtener un beneficio ecosistémico. Mientras que, en el método de introducción, se crían enemigos naturales en laboratorios o en biofábricas para luego, liberarlos a campo o en ambientes controlados.
Argentina tienen la suerte de contar con una amplia gama de agentes de control biológico de origen natural que juegan un papel importante en el manejo de las poblaciones de plagas. Normalmente en el cultivo de algodón, estos agentes de control biológico son poco conocidos y no son tenidos en cuenta por los productores para controlar las plagas de insectos, ya que a menudo, no se reconoce el valor económico y ambiental de estos agentes biológicos, prestándole más importancia a la detección lo más rápido que se pueda de las especies plagas a fin de tomar medidas fitosanitarias que impidan un daño económico.
Estos insectos “amigos” del algodón pueden ser clasificados como predadores o parasitoides de acuerdo a las actividades biológicas en relación a sus presas.
Los predadores, también conocidos como predatores o depredadores, son aquellos que en algún momento del ciclo cazan y matan a sus presas en forma directa, para alimentarse con el fin de completar su ciclo de vida. Normalmente, no penetran al interior de la presa y su tamaño suele ser mayor que el del insecto presa. Las hembras de los predadores suelen poner sus huevos cerca de las presas.
Presentan estructuras especiales para la predación, como garras prensiles, piernas raptoras y mandíbulas cortantes, órganos para producción e inyección de substancias tóxicas o paralizantes y substancias de agresión, como enzimas de digestión extraoral.
El aparato bucal de los predadores es apropiado para cortar y masticar o bien para picar y absorber los líquidos corporales de sus presas.
La mayoría de los predadores son consumidores "generalistas" (polífagos), que atacan una amplia variedad de especies de insectos en diferentes etapas de su vida. Pueden tener “favoritismos”, por ejemplo, las vaquitas y las crisopas se alimentan preferentemente de pulgones, pero la mayoría atacará a muchas otras presas que son más pequeñas que ellas; inclusive algunas especies de predatores son caníbales alimentándose de los miembros más jóvenes y más débiles de su propia especie. No se mencionan para el algodón predadores que se alimentan de especies específicas de un solo género (monófagos).
Los parasitoides, son insectos que viven libres e independientes como adultos; pero que son letales y muy dependientes de sus víctimas solo en sus etapas inmaduras. Los parasitoides pueden ser especialistas, apuntando a una sola especie huésped o a varias especies relacionadas, o bien pueden ser generalistas, atacando muchos tipos de huéspedes.
Por lo general, atacan a insectos más grandes que ellos, sus larvas se comen la mayoría o la totalidad de los cuerpos de sus anfitriones antes de empupar dentro o fuera de ellos. Cuando el parasitoide emerge de su pupa como adulto, generalmente se nutre de néctar o polen, aunque algunos adultos se alimentan de los fluidos corporales de su huésped. Las hembras adultas buscan rápidamente más víctimas para poner sus huevos, con una extraña capacidad para localizar incluso huéspedes escondidos o de bajo número utilizando señales químicas. En ese sentido, los adultos parasitoides son mucho más eficientes que los depredadores para descubrir sus objetivos.
Diferentes parasitoides pueden victimizar diferentes etapas de la vida del mismo huésped, aunque los parasitoides específicos generalmente se limitan a una sola etapa. Por lo tanto, los parasitoides se clasifican como parasitoides de huevo, parasitoides larvarios o de ninfas y parasitoides de adultos. Algunos parasitoides ponen sus huevos en una etapa de la vida de una víctima, pero emergen en una etapa posterior de la vida. Los parasitoides también se clasifican como ectoparásitos o endoparásitos, según se alimenten externamente de sus huéspedes o se desarrollan dentro de ellos. Su ciclo de vida es comúnmente corto, que varía de 10 días a cuatro semanas.
Para obtener el máximo beneficio económico del control proporcionado por estos agentes biológicos en forma natural, los técnicos y productores necesitan saber qué especies son beneficiosas, cómo identificarlas, qué plagas atacan, qué factores mejoran su utilidad, cuándo son más útiles y cuándo pueden o no proporcionar un control efectivo.
En Santiago del Estero y aún más, en el área algodonera argentina, las evaluaciones de predadores y parasitoides se ha limitado al inventario de especies presentes en el cultivo de algodón, sin que se haya llegado a medir verdaderamente su importancia relativa como agentes de control biológico dentro de las áreas de producción.
Por tal razón, en el informe técnico del INTA técnico solo se presentan las especies de predadores y parasitoides que fueron observadas durante varias campañas en las áreas de producción de algodón bajo riego de la provincia de Santiago del Estero, diferenciadas por su frecuencia de aparición. También se describen algunas especies de aparición muy esporádica, no todos los años y en bajo número.
INTA