roductores del sudoeste bonaerense, pese a las escasas precipitaciones de 2019, prácticas de manejo mediante lograron sobreponerse y sostener niveles productivos estables y organizados. Es el caso del Grupo de Productores de Vicente y Amigos (Gruprova o también denominado Grupova) que se gestó en la década del ochenta de la mano del ex extensionista Vicente Larreguy de la Agencia de Extensión Rural (AER) Médanos del INTA del secano del partido de Villarino. Esta zona árida del sur de la provincia de Buenos Aires está conformada por 600 mil hectáreas de suelo muy susceptible a la erosión eólica y con un deterioro de alto impacto en la sustentabilidad productiva.
En sus orígenes los quince integrantes de Gruprova transitaron diferentes etapas productivas desistiendo de la agricultura con la convicción y el compromiso de preservar los campos familiares heredados, donde las raíces de sus antecesores persisten y están muy arraigadas. Comprendieron que la producción agropecuaria no se soluciona sólo con la lluvia, que la clave era recuperar y evitar la degradación del suelo, leer, interpretar y revalorizar el mensaje de la naturaleza.
El diseño de sus sistemas productivos, durante los últimos 40 años se basó con mayor relevancia en la tecnología de procesos por sobre la de insumos, verificándose un impacto positivo en sus establecimientos de la zona semiárida de Villarino.
El resultado fue la estabilidad, pese a las inclemencias climáticas o eventualidades económicas, nivel de producción medio con bajos costos y márgenes económicos predecibles. En sus campos, sin realizar agricultura, se observaron pasturas y pastizales naturales perennes, reducción de la carga animal a tiempo, dispusieron de reservas forrajeras, rollos, forrajes diferidos en pie y granos. Intervinieron con suplementación proteica líquida o pellet de girasol en vacas de cría en parición, o alimento balanceado para terminación a corral de animales en engorde. Mantuvieron ordenados sus rodeos mediante el servicio estacionado, el diagnóstico de preñez, la clasificación de vientres y el descarte de animales improductivos.
Actualmente, Gruprova está integrado por 20 productores que se dedican principalmente a la ganadería bovina con algunos matices en relación a la ubicación geográfica, ya sea Médanos, La Mascota, Nicolás Levalle o Algarrobo del partido de Villarino, y a las características de sus esquemas productivos cuya diversidad comprende campos con pastizales naturales en lotes con historia agrícola, pastizales de monte, campos cultivables con predominio de pasturas perennes y verdeos, y establecimientos que combinan todas las variantes.
Los objetivos iniciales del grupo, hace 40 años, fueron asesorarse para mejorar el desempeño de sus actividades agropecuarias, experimentar y adaptar diferentes tipos de tecnologías. Además, incluyó desarrollar una forma de trabajo que consistió en visitas y reuniones mensuales a campo a los diferentes establecimientos donde se compartieron aspectos técnicos-productivos y socio afectivos. El intercambio de saberes y la búsqueda de soluciones en forma conjunta fueron su sello distintivo.
Un sin número de experiencias y momentos compartidos junto al ex técnico del INTA Vicente Larreguy, quien con su compromiso e impronta de ser un integrante más, acompañó y asesoró a los productores hasta su jubilación en 2013. Desde ese entonces, otros técnicos del INTA continuaron el acompañamiento del grupo. Numerosos chacareros formaron parte de Gruprova en los 40 años de trayectoria, algunos participantes ya no están, como es el caso de Rubén Demarchi pionero y especial motivador de la zona de Algarrobo (Nicolás Levalle), pero los hijos o nietos de aquellos pioneros se fueron incorporando y continúan su legado.
Producir en forma sustentable fue consecuencia de la conformación de un grupo que ligó el asesoramiento técnico mutuo y el componente afectivo, la incorporación de tecnología de procesos por sobre la de insumos. Así, cada uno de los integrantes, con el acompañamiento de sus familias desarrollaron sus potencialidades productivas y humanas.
El éxito de las tecnologías adaptadas e incorporadas por Gruprova fue también, gracias a que cada una de las familias rurales con esfuerzo y convicción sostuvieron y transitaron el proceso. El grupo es una red de productores genuinos, la mayoría, pese al ambiente riguroso, trabaja y vive en el campo. Atravesaron numerosas contingencias, económicas, financieras y socio políticas tanto coyunturales como estructurales, e inclusive inclemencias agrometeorológicas, pero de todos modos lograron reinversión productiva y un aceptable sustento económico familiar.
Los ajustes tecnológicos de aquel entonces, primero debatidos en las reuniones del grupo y luego incorporados en sus maneras de producir, tendieron a preservar los recursos naturales principalmente, el suelo y la vegetación adaptada a la zona. Entre ellos se destacaron:
Vicente Larreguy, ex técnico del INTA y conocedor de la zona árida de secano del partido de Villarino recordó que con el grupo de productores se detuvieron a leer los indicios de la naturaleza. “En un suelo casi virgen o donde se hacían rotaciones con leguminosas, sorprendentemente, el cultivo de trigo evolucionaba muy bien a diferencia del resto del campo”.
Una de las primeras medidas productivas fue el acondicionamiento del suelo mediante el uso de labranza vertical y la implantación de vicia. “Durante más de cien años la actividad agrícola, sobre todo la producción de grano de trigo y eventualmente avena, fue muy intensa y el uso excesivo e inapropiado de labranzas llevó a que su fertilidad se redujera al punto que las plantas no sobrevivían. Como si fuera poco se sumaban los años de intensa sequía, aunque las lluvias en Villarino generalmente son insuficientes, inoportunas y dispersas”, explicó Vicente.
La primera preocupación fue revertir la limitante del piso de arado. En el año 79 -recordó Larreguy- se inició el acondicionamiento del suelo con el uso del arado de cincel como labranza vertical para la rotura del piso de arado y al mismo tiempo la implantación de leguminosas, la vicia.
Otra de las medidas fue la implantación de pasturas perennes, de manera progresiva sin comprometer la estabilidad económica, se sembraron pasto llorón, agropiro y alfalfa con un destino ganadero y luego se incorporó mijo perenne. "Las pasturas ofrecen pasto sin una gran dependencia de la lluvia, se sostienen en el tiempo, se siembran cada cinco, ocho o diez años, según la especie y el uso. El pasto llorón puede perdurar por más de 30 años. Así, en el período de extensa sequía del sudoeste bonaerense, 2004/2011, estos productores de Villarino lograron sostener e incluso reinvertir en su producción”, explicó Larreguy.
En aquellos extensos siete años de sequía se perdieron numerosas plantas de pasto llorón, agropiro y alfalfa, pero en ese mismo espacio y momento tan crítico, fueron emergiendo pastos naturales.
“Reconocer y valorar que esos pastos nacieron y fueron capaces de resistir en ese ambiente de intensa sequía, indicó lo propicio que sería formar un complejo de especies forrajeras con plantas naturales e implantadas que conviven y ofrecen diferentes características y calidades de alimento para el ganado. Todas las plantas, incluso algunas consideradas malezas, son útiles para la hacienda. Cuando no se mueve el suelo, aparecen la flechilla, papoforum, trébol de carretilla, abrepuño, avena fatua, cebadilla criolla y el raigrass anual que, consideradas malezas, sobre todo para el trigo, son recursos interesantes que se desenvuelven muy bien en la zona semiárida”, testimonió el ex técnico del INTA Médanos.
“El valor de los pastos naturales lo descubrimos con el paso del tiempo –compartió Larreguy- se observó que los animales consumían sin dificultad las plantas consideradas malezas, el abrepuño en roseta o al soltar la semilla y las espinas lo consumían bien, el rodeo dio buenas señales nutricionales, los porcentajes de parición eran adecuados y entonces busqué investigaciones sobre estas plantas”.
Los productores reconocieron que si acondicionaban bien el suelo podían desarrollar un mejor nivel de vida. Cada integrante del grupo en diferentes etapas recuperó la capacidad forrajera del suelo y sostuvo el rodeo sin descapitalizarse.
“En las épocas más críticas tuvieron pasto y hacienda, con mayor o menor stock ganadero su economía no se resintió, no tuvieron necesidad de desprenderse de los animales, redujeron la carga para preservar el pasto, se desprendieron de las vacas viejas y novillos, pero mantuvieron las de cría mediante la oferta forrajera”, aseveró Vicente.
La conclusión fue que la ganadería de cría es la alternativa productiva sustentable para la empresa rural de la zona, la clave es evitar la degradación del suelo y leer el mensaje de la naturaleza, interpretarla y revalorizarla”, reafirmó Vicente Larreguy.
Esta experiencia fue objeto de estudio y análisis de docentes universitarios, investigadores, estudiantes de posgrado, becarios y actualmente de algunos de los integrantes del INTA Médanos. Originó diversos trabajos científicos y contenidos audiovisuales que contribuyeron a difundir las prácticas de manejo sobre pastizales naturales.
Los integrantes que durante el 2019 participaron de los encuentros a campo fueron: Juan José Delli Castelli, Eugenio “Tito” Schwab, Miguel Munz, Genaro Munz, Osvaldo Munz, Pablo Diomedi, Gabriel Demarchi, Juan Manuel Jaurena, Damián Schur, Roberto Rodríguez, Juan Labeyrié, Néstor Schaab, Hugo Güeper, Pablo Stalldecker, Matías Ene, Alberto Cabot, Hugo Barelli, Fabio Pirchio, Juan Di Rocco, Carlos “Chiquito” Capdevila y Víctor Usuldinger. A su vez, el grupo familiar del productor compartió las reuniones, y los vínculos se estrecharon entre las familias y el INTA Médanos. Actualmente, desde la institución acompaña al Gruprova el Ing. Agr. Juan Pablo Vasicek como referente técnico, con apoyo del Med. Vet. Sergio Cuello, el técnico Diego Koellner, los Ings. Agrs. Belén Giaccotto, Cintia Rodríguez, Juan Ignacio Vanzolini y Luciano Zubiaga en áreas de conocimiento específicas.
Algunas de las propuestas a los productores del grupo según sus posibilidades, tiempo agronómico y ubicación del establecimiento.
Médanos. Febrero. El eje principal fue la recría como factor de ajuste de la carga animal de un campo. Los requerimientos nutricionales del rodeo, la receptividad del campo (oferta forrajera) y la carga animal del momento. Alternativas de alimentación y costos para el engorde a corral de categorías de invernada. La toma de decisiones desde lo técnico-agronómico y la óptica del productor.
Algarrobo. Mayo. El apotreramiento para la cría bovina y el manejo adecuado del pastoreo para mantener la productividad del agroecosistema que combina monte abierto y medanosos con predominio de pastizales naturales. También, se abordó la problemática de la invasión de vizcachas y su impacto sobre el tapiz vegetal, y la renovación de sectores con pajonales utilizando labranza y siembra de avena con vicia.
Algarrobo. Julio. Ante las limitantes climáticas otoño-invernales, las dificultades de un planteo de ciclo completo y no disminuir la carga animal en tiempo y forma que se tradujo luego, en mayores costos de alimentación y menor performance animal. Se apreció el estado de los recursos forrajeros, pasturas perennes, pastizales naturales y verdeos, las diferentes categorías bovinas y la práctica de suplementación con grano de avena en autoconsumo. También, se analizaron diferentes opciones para disminuir la carga animal del establecimiento.
Algarrobo. Agosto. La recría, en un sistema de ciclo completo, como fusible para bajar la carga animal en otoño. La alimentación de la vaca de cría en invierno y antes de la parición. Campos naturales reservados para dicha categoría y uso de suplementos proteicos líquidos de autoconsumo que mejoran el aprovechamiento de forrajes de baja calidad como pasto llorón y pajonales. Además, observación de lotes de Vicia villosa para producción de semilla.
Nicolás Levalle. Septiembre. Cría bovina con base forrajera de pastizal natural. Observación de lotes en buena condición con predominio de flechillas y otros en inferior estado con mayor presencia de pajas o especies como botón de oro del monte y abrepuño. El uso de suplemento proteico líquido de autoconsumo en vacas de cría que se encontraban en un lote con predominio de pajas. Incorporación del cultivo de vicia al sistema, a través de intersiembras o verdeos.La Mascota, Los Surgentes. Octubre. El uso de surgentes de agua para riego en unas pocas hectáreas de pastura incrementó notablemente la producción de forraje. Observación de lotes de mijo perenne y pastizal natural, y un rodeo de cría con muy buena condición corporal. Implantación de pasto llorón.
Médanos. Noviembre. Impacto positivo de la incorporación de pasturas perennes como pasto llorón y agropiro para la cría bovina. Muy buena condición corporal de los rodeos de cría, como consecuencia del servicio estacionado, realizar tacto, clasificar vientres, suplementar con proteína durante el invierno y adecuar la alimentación a los requerimientos de los animales.
Médanos INTA. Diciembre. Cena de fin de año de productores, técnicos del INTA y familias. Balance, resumen de las actividades, logros del grupo y diseño de objetivos para 2020. En la búsqueda continua de mejora de los sistemas productivos, el Gruprova y el INTA plantearon:
En 2020 el grupo realizó una reunión, previa al aislamiento social, preventivo y obligatorio que dispuso el Gobierno nacional ante la pandemia de la COVID 19.
Algarrobo. Marzo. En el establecimiento mixto de ganadería bovina de cría y de agricultura de cereales de invierno, como avena, vicia, trigo. Se hizo hincapié en bajar la carga animal debido a la escasa disponibilidad de forraje y las dificultades climáticas. La recorrida a campo incluyó un lote de sorgo forrajero para diferir, verdeos de invierno de avena con vicia de siembra temprana, la renovación del monte mediante quemas, las pasturas de llorón y el mijo perenne con dificultades en la implantación y un sistema de bombeo solar de agua subterránea para abastecer la demanda de agua de una bebida destinada a la hacienda.
Sin lugar a dudas, 2020 sumará capítulos a la intensa y ejemplificadora historia de Gruprova. Fieles a la tradición, los chacareros del grupo desean mayores precipitaciones, dejar atrás el magro 2019 y recuperar los diezmados recursos forrajeros.
INTA