ace algunos años, el estudio de arquitectura chileno Croxatto & Opazo fue el encargado de llevar adelante un proyecto minimalista arriesgado y ambicioso. Se trata de dos cabañas de vanguardia que se mimetizan con los acantilados de la ciudad de Matanzas y funcionan como exclusivas casas de veraneo. Las construcciones se ubican sobre un cerro de pendientes pronunciadas a la vera del mar.
Los edificios cuentan con dos niveles interiores que se unen de manera similar a un loft. Ambos se apilan de forma vertical, con el fin de aprovechar la maravillosa vista circundante y proteger el área de las incidencias climáticas. Sus puertas de acceso se abren de par en par en miras a que el contexto se enlace con las terrazas que dan hacia el norte y resguardan el sitio de fuertes vientos.
Las cabañas cuentan con living, comedor, cocina, baño, grandes ventanales y espacios compartidos, que brindan la posibilidad de sentirse parte del entorno debido a su proximidad al mar. Las plantas altas disponen de un dormitorio principal con vista a las colinas (sur) y La Lobera (norte). Esta última es una roca que sobresale del océano y sirve de área de descanso habitual de los lobos marinos que circulan por la zona.
Las dos están revestidas en madera de roble reciclado tratado con aceite de petróleo anticorrosivo, un material que responde a la necesidad de emplear elementos resistentes a la corrosión marina a largo plazo. Éste, a su vez, le entrega al lugar una imagen rústica agradable a los ojos y el paisaje. Vale remarcar que las luces exteriores se abastecen de energía solar, en tanto que el agua llega a través de un camión cisterna.
Si bien los edificios son prácticamente idénticos, poseen un par de metros de diferencia y fueron pensados para satisfacer las demandas de dos públicos bien diversos. La Loica, que recibe su nombre de especies nativas de la región, es algo menor a La Tagua: mide 24 metros cuadrados, mientras que su hermana tiene 34 m2 de superficie.