La mayoría de las zonas dedicadas al cultivo de zanahoria en Andalucía « no suelen sufrir en exceso» con las plagas y enfermedades. Sin embargo, en algunos suelos y tras años con climatología adversa, estas pueden hacer acto de presencia en mayor medida de lo habitual, repercutiendo en los rendimientos finales del cultivo.
Por ello, la Red de Alerta e Información Fitosanitaria (RAIF) de la Junta de Andalucía recomienda prestar una «especial» atención al cultivo, «con el objetivo de controlar a tiempo dichos fitopatógenos».
Características de las plagas
En este contexto, señala que las principales plagas que pueden afectar al cultivo son:
- Mosca de la zanahoria (Psylla rosae): es un insecto que no solo ataca a los cultivos de zanahorias, sino que también afecta al apio, el perejil, el hinojo, y otras plantas. No obstante, el nivel de daño que esta plaga puede provocar en las zanahorias dependerá de la etapa de desarrollo que tenga la planta en el momento de sufrir el ataque, asegura la RAIF.
En cuanto a su acción, afirma que «si la planta es joven, impedirá que esta se desarrolle, y si ya está madura provocará la podredumbre de sus raíces. Las larvas penetran en la raíz donde practican galerías sinuosas, sobre todo en la capa exterior, lo que facilitará el acceso de otros elementos patógenos, pudiendo producir podredumbres».
Como consecuencia de la acción de la mosca de la zanahoria, en las hojas se producen amarilleamiento y marchitez. Este insecto inverna en el suelo en estado pupario y hace su aparición en primavera.
- Pulgones (Cavariella aegopodii, Ahis spp. y Myzus persicae): se alimentan picando la epidermis de las hojas, produciendo fuertes abarquillamientos y tornándose estas de color amarillo. Son vectores de enfermedades viróticas, lo que «los hace doblemente peligrosos». A veces, en las raíces, se puede encontrar pulgones del género Pemhigus, fácilmente reconocible por el revestimiento lanoso y blanco de su cuerpo.
Gusanos y nemátodos
- Gusanos grises (Agrotis spp.): las larvas u orugas de estos lepidópteros roen, durante la noche, el cuello de las plántulas de zanahoria, y a veces hasta la raíz, cortándolas y provocando su muerte; permaneciendo en el suelo o bajo las hojas secas durante el día.
- Gusanos de alambre (Agriotes spp.): las larvas de este coleóptero, de la familia de los elatéridos, atacan las raíces de las zanahorias produciendo galerías que, a menudo, son vías de entrada para otros patógenos (podredumbres).
- Nemátodos: es una de las plagas que «mayor» está influyendo en este cultivo, siendo en ocasiones, un factor limitante para su establecimiento en el terreno debido a la repetición de cultivos sensibles.
Además, los géneros de nemátodos que se pueden encontrar en este cultivos son «Heterodera» y «Meloidogyne». «Los primeros están muy extendidos en climas templados; los síntomas son un follaje muy reducido y hojas de color rojizo; en las raíces reducen su tamaño, se bifurcan y suelen provocar una cabellera de raicillas oscuras. En el caso de los segundos, en condiciones cálidas, producen importantes daños sobre las raíces», explica la RAIF.
Enfermedades que afectan al cultivo
Por otro lado, la RAIF ha enumerado las principales enfermedades que parasitan a las zanahorias son:
- Alternaria (Alternaria dauci): es un hongo que ataca a diversas especies vegetales, entre ellas la zanahoria, a la que daña en su parte aérea provocando una depreciación de la misma debido al mal aspecto que adquieren las hojas, con manchas que van del color tabaco al negro, dependiendo de las condiciones en las que se produzca. Las manchas son irregulares con un cerco amarillo que van necrosando a la hoja hasta dejarla de color atabacado.
En este sentido, la RAIF asegura que, «cuando las condiciones son propicias, la evolución de la alternaria es muy rápida, pudiendo afectar a toda una parcela en pocos días. Se adapta a un abanico de condiciones ambientales muy amplio». Las temperaturas a las que puede desarrollarse van de 10ºC a los 35ºC, viéndose favorecida por condiciones de humedad y por condensación de agua en las hojas.
- Oídio (Erysiphe spp.): sus síntomas se manifiestan en la hoja, apareciendo un micelio blanco que se va extendiendo tanto por los foliolos como por los peciolos, atacando sus tejidos de forma superficial. Al principio se observan manchas de color blanco, circulares, que posteriormente van cubriendo el follaje de forma homogénea.
Se trata de un hongo que aparece «normalmente» cuando la zanahoria ha alcanzado ya cierta madurez. Cómo método de control químico, a diferencia de otros hongos, el oídio tiene un tratamiento preventivo y de choque bastante eficaz a base de azufre. Otros métodos de control serían el empleo de variedades resistentes y la eliminación de las malas hierbas.
- Rizoctornia (Rhizoctonia solani): las condiciones climáticas óptimas para su desarrollo son suelos húmedos y temperaturas comprendidas entre los 15 y 26ºC. Produce en las raíces lesiones localizadas. En el centro de la mancha ligeramente hundida se aprecia el micelio rojizo.
En cuanto a su tratamiento, la RAIF recomienda intervenir cuando existan plantas con síntomas y cuando las condiciones sean favorables para su desarrollo, tales como una alta humedad en suelo. Este hongo se dispersa a través de la lluvia y el viento y se conserva en los restos vegetales como saprófito o bien con los esclerocios en el suelo.
Picado, de las «más problemáticas»
- Esclerotina (Sclerotinia sclerotiorum): es un hongo de suelo que afecta a diferentes especies vegetales, a las que daña tanto su parte aérea como subterránea, «provocando una podredumbre de la misma e imposibilitando su comercialización», incide la RAIF.
- En concreto, los síntomas de esclerotina se manifiestan en las hojas, apareciendo en un primer momento en el cuello y en los peciolos, por los que sube el micelio conforme avanza la enfermedad. Esta puede atacar a al raíz de la zanahoria, presentando esta una podredumbre negra bajo el micelio blanco.
- Picado o «Cavity spot»: se trata de una de las enfermedades más problemáticas en el cultivo de la zanahoria. Para su desarrollo, afirman desde la Junta de Andalucía, es «imprescindible» una elevada humedad en el suelo y temperaturas superiores a los 20ºC, con un óptimo de 30ºC, incrementándose su acción en suelos arcillosos, salinos y en los enarenados con arenas muy finas.
«Los daños producidos por picado en las raíces son unas manchas elípticas, inicialmente traslucidas con contornos delimitados que rápidamente evolucionan a depresiones de color marrón claro, provocando un hundimiento y oscureciemiento. Al ir engrosando la raíz, la mancha adopta un aspecto cicatrizado que más tarde se agrieta y resquebraja longitudinalmente», concluye la RAIF.
Sevilla Agrónoma