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Angie Ferrazzini: "El éxito no tiene que ver con lo económico, sino con el impacto social"

Hace diez años fundó Sabe la Tierra, una ONG pionera en promover la alimentación consciente, la producción sustentable y el comercio a través de las ferias

Angie Ferrazzini: "El éxito no tiene que ver con lo económico, sino con el impacto social"
jueves 19 de diciembre de 2019

Cuando he tomado grandes decisiones en la vida siempre me he fortalecido primero con los que aprueban mi idea, y después he ido a los críticos. Me pasó con Sabe la Tierra, con formar una familia con Paulinho y con mudarme a Necochea. No había muchos a favor en ningún caso, pero darme mucho crédito a mí misma es una manera de fortalecerme internamente para, después sí, salir a la cancha y que me cuestionen nomás”, fueron las palabras de Angie Ferrazzini, una mujer con convicciones que, hoy por hoy, gestiona 36 mercados mensuales, entre algunos porteños y otros ubicados en zona norte de Buenos Aires, donde se dan cita 350 microemprendedores.

En 2014 fue elegida Emprendedora de Ashoka, la prestigiosa red global que detecta agentes de cambio –ya son más de 3.000 en 93 países– y los incuba para que sus iniciativas se traduzcan en soluciones reales para problemáticas humanas y ambientales. Fue un reconocimiento internacional por su estatus de referente social en la Argentina como fundadora de Sabe la Tierra (SLT), una asociación civil que creó en 2009 con el objetivo de promover la alimentación consciente, la producción sustentable y el comercio justo a través de ferias urbanas donde, además de comer y comprar, se puede pasear y aprender.

Ferrazzini gestiona 36 mercados mensuales (ocho semanales), donde se montan 900 puestos de 350 microemprendedores sustentables y por los que pasaron unas 10.000 personas por mes en 2018.

En septiembre abrió su primer local Tienda Sustentable Sabe la Tierra: está en uno de los arcos de Estación Federal, el paseo de compras responsables emplazado detrás del Planetario, y ofrece alimentos orgánicos certificados, veganos, libres de gluten y agoecológicos, así como productos de diseño, higiene y cosmética sustentable. Para 2020, Ferrazzini planea escalar el alcance de SLT con un e-commerce y una línea de gastronomía, cosmética y diseño con marca propia.

“El origen de SLT tuvo que ver con una búsqueda personal, de volver a mi esencia, de despojarme de todo lo que no me pertenecía y encontrar dónde vibraba. Siempre me habían gustado los mercados, lo comunitario, la alimentación y el emprender. En mis últimas épocas como periodista viajé por toda la Argentina haciendo notas a emprendedores rurales, desde una plantación de frambuesas hasta un criadero de truchas, y me empecé a dar cuenta de que faltaba un nexo entre esos que generaban un alimento a pequeña escala y quienes podían valorarlo y comprarlo”, contó Angie.

Al mismo tiempo, creó Casa Abierta, una de las primeras ferias de esa tendencia emergente. “Detecté que también tenían un cuello de botella: dónde y a quién venderle”, agregó. Para el 2002, tuvo claro, de manera totalmente intuitiva, que la cuestión de la alimentación era la movida que se venía.

“En 2009, luego de meses trabajando con una semióloga y una publicista, me bajó el concepto de SLT, una feria de pequeños productores, pero ya había sido mamá de Caetano y me di cuenta que, con dos hijos tan chicos, no podía encarar algo tan grande como lo que imponía el mandato: no quería esa exigencia otra vez en mi vida. Así, tomé una de las mejores decisiones como emprendedora: empezar por lo posible. Y lo que estaba en mi escala resultó ser convocar, en el living, la cocina y el patio de mi casa en el Bajo de Acassuso, a 16 emprendedores y productores”, recordó.

Más tarde, junto a 30 familias del Bajo de San Isidro, crearon una red de consumo barrial. “Durante un año armamos cajones de pollo, huevo, fruta, verdura y miel orgánica que retiraban por casa cada 15 días. Fue una experiencia enorme porque me permitió aprender, honrar la confianza que habían tenido en mí y sembrar la semilla de SLT”, añadió.

Para 2011, Ferrazzini abrió el primer mercado en la estación de tren de San Fernando, donde todavía seguimos todos los sábados por la mañana. Al poco tiempo, me di cuenta que podía replicarlo y empecé a hacer gestiones con otros municipios: así fue como llegaron Tigre y Vicente López. “El gran salto fue abrir la primera feria porteña en Palermo; muchos habían escuchado hablar de SLT, pero no habían tenido la experiencia directa porque les quedaba lejos. A partir de ahí, creció el interés y las propuestas concretas para que ampliáramos nuestra presencia en otros barrios y días”.

 

“Lo hice primero por mí”

Para que el emprendimiento pudiera funcionar económicamente para todos, “armé un manual de réplica de los mercados y trabajé mucho en sentar las bases para la expansión de SLT. Recién cuando fui elegida Emprendedora Social por Ashoka pasé de hippie a agente de cambio; ese aval internacional, en algún punto, me legitimó ante los demás y también me permitió recibir formación fundamental”, explicó Angie.

“En mi experiencia, es clave tener un proyecto con espíritu en el que realmente creas y muestres lo que sos y hacés”, y agregó: “No es que detecté una oportunidad de negocios con lo orgánico en la Argentina; lo hice primero por mí, y enseguida sentí el compromiso de promoverlo”.

Según contó, en ciertos ámbitos, como charlas de empresarios y emprendedores, la presentan como la chica de los mercados. “¡No! Pero generé un movimiento y una organización que promueve un paradigma que tiene que ver con vivir, producir y consumir en consonancia con el planeta. Dada mi experiencia como periodista, habría sido más fácil editar una revista o publicar un blog, pero no, me tomé el trabajo de generar esto para que la gente vea que el cambio es posible”, aclaró.

Angie Ferrazzini se describe a sí misma como la oveja verde de la familia. “Tengo cuatro hermanos, todos agrónomos, que venden pesticidas. Nos hemos peleado mucho, pero ahora, cada vez que viajan por el mundo, me mandan fotos y me cuentan que encontraron un mercado orgánico como los míos”, afirmó.

“En un momento me había propuesto abrir 500 mercados en toda la Argentina y América latina; iba diciendo por ahí que en cada ciudad con más de 40.000 habitantes iba a tener un SLT. Hay dos empresarios que son mis consultores de confianza: Guillermo Casarotti, de Inti Zen, y Marcelo Martínez, de Café Martínez. En un momento, cada uno me planteó lo mismo: ¿y vos?, ¿y tu familia? Eso me llevó a mudarme a Necochea de vuelta, donde viví entre los 5 y los 18 años. Nos fuimos en 2015 y me revitalicé; estoy más con Paulinho y los chicos, que se merecían su espacio y tener una mamá menos demandada”, puntualizó.

Finalmente, expresó: “Como emprendedora, aprendí a redefinir el éxito. Para mí no tiene que ver con lo económico, sino con el impacto social. Sin dudas, si le hubiera dado otro perfil a SLT tendría más dinero, pero a mí me mueve emprender con propósito. Me pasó cuando tuve un banco de microcréditos y cuando fui directora de Diagonal, un diario de personas en situación de calle. Con SLT logré unir lo social, lo emprendedor, lo medioambiental y lo comunicacional. Hoy, esto no tiene techo; podría haber un hotel, un barrio o una escuela con la marca, porque SLT es una filosofía de vida”.



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