unque Verónica Bustamante y Rodrigo Rendón viven en la Argentina hace más de una década, nunca pudieron dejar atrás la tradición juguera de su Colombia natal. Esta ingeniera en Sistemas y el diseñador Industrial oriundos de Medellín comenzaron con Curuba Lab luego de un viaje de la primera a California, donde detectó que, al igual que en su país, el mercado de jugos naturales estaba desarrollándose con fuerza, mientras que en la Argentina todavía no había mucha oferta.
Invirtieron US$ 5000 propios y mientras mantenían sus trabajos en relación de dependencia, lanzaron (junto a un tercer socio gastronómico que dejó el proyecto en 2019) una empresa de jugos detox que preparaban en la cocina de su casa con máquinas domésticas. La bautizaron Curuba Lab, por una fruta tropical de la familia de la fruta de la pasión, y porque se consideraron desde el primer día como un laboratorio de texturas, recetas y sabores.
Empezaron con jugos desintoxicantes hechos con la técnica cold press, en la que se prensa en frío la fruta y verdura y se les extrae todo el jugo. Cada botella, que no contiene ni agua, conservantes ni azúcar agregado, y tiene un kilo de fruta y verduras con todas sus propiedades. Luego, para el consumo regular, sumaron limonadas, leches vegetales e infusiones.
Comenzaron vendiendo a través de su web y en dietéticas. Pero más tarde sumaron a Mario Chalita, un ingeniero Químico cordobés que replicó el modelo en su provincia, pero en su caso apuntó a la venta en restaurantes y cafés. Ahora, los emprendedores buscan sumar esos canales también en Buenos Aires. El emprendimiento, que recibe apoyo de Eklos, la aceleradora de AB InBev, está trabajando en un nuevo diseño de envases que alargará la vida útil del producto y les permitirá tener alcance en todo el país.
Cronista