espués de cinco temporadas en las que la producción de hortalizas de invierno se ubicó bastante por debajo de la media histórica, en 2018 y 2019 se volvieron a superar las 15 mil hectáreas cultivadas en la provincia. Aunque la del 2020, se estima que habrá un leve crecimiento de la superficie de ajo, la que representa el 71% del total, y que también recuperarán terreno las zanahorias, que tuvieron una caída de 25% en 2019.
Durante el primer cuatrimestre del 2020, las exportaciones de hortalizas empujaron el incremento de las de productos primarios. Hubo un aumento significativo en kilos enviados al exterior –particularmente Paraguay- y el ajo, si bien redujo su volumen exportado (porque la mayor parte del stock se liquidó a fines de 2019), tuvo una importante mejora en el precio. Anticipan que el mercado internacional no será tan favorable para la producción de la temporada.
De acuerdo al relevamiento periódico que realiza el Instituto de Desarrollo Rural, el invierno pasado la superficie cultivada con hortalizas de invierno en toda la provincia alcanzó las 15.910,7 hectáreas, lo que significó un aumento de 3% en comparación con 2018, cuando se llegó a las 15.454,2 hectáreas cultivadas.
Se debe tener en cuenta que, si bien los datos corresponden a 2019, la campaña 2020 se encuentra en curso ya que la siembra se realiza entre febrero y agosto. Por otra parte, Cecilia Fernández, jefe del Área de Gestión de Información Estratégica del IDR, comentó que el trabajo en territorio se suele comenzar en mayo y junio, para terminar en agosto, pero la cuarentena imposibilitó el desarrollo de esta tarea.
En cambio, optarán por realizar un análisis de imágenes digitales de los cultivos de ajo en el Valle de Uco, donde se encuentra entre el 60 y el 70% de la superficie de toda la provincia, para contar al menos con datos parciales. Este relevamiento se iniciará cuando las plantas tendrán un tamaño suficiente para que resulten visibles.
La actividad agrícola es la tercera en importancia por extensión en la provincia, después del cultivo de la vid y los frutales, aunque es la primera por ocupación de mano de obra. En los últimos 15 años, la superficie con hortalizas de invierno ha oscilado entre las 15 y las 20 mil hectáreas. Sin embargo, entre 2012 y 2017 se estuvo muy por debajo de este límite inferior y recién en 2018 se logró superar el piso.
La extensión máxima se alcanzó en 2011 con 20.796 hectáreas (de las que 15.914 correspondieron a ajo) y la mínima en 2013 con 12.018 hectáreas (cuando apenas se sembraron 7.564 de ajo). De hecho, las oscilaciones en la superficie de esta hortaliza invernal –que representa en promedio el 71% del total- explican en gran medida los aumentos y descensos en las hectáreas totales con cultivos de invierno.
En cuanto a la distribución en el territorio, las principales zonas de cultivo son el Valle de Uco y la zona Centro, que se conoce como el cinturón verde de la provincia (Maipú, Guaymallén y Luján); ambas concentran el 78% de la superficie hortícola provincial. En 2019, los departamentos de Tunuyán, Tupungato y San Carlos perdieron unas 144 hectáreas cultivadas y el cinturón verde sembró 49 menos. En cambio, la zona Norte ganó 338 hectáreas, el Este, 260, y el Sur, 52 hectáreas adicionales.
Las especies hortícolas invernales que más se cultivan en la provincia son ajo, zanahoria y cebolla temprana, que alcanzan el 83% de la superficie hortícola invernal total. De todas, algunas ganaron hectáreas cultivadas en 2019 con respecto a 2018: la papa pasó de 29 a 320,2 (+1.006%), la lechuga de 261,2 a 541,7 (+107%), la espinaca de 43,2 a 80 (+85%), el brócoli de 101,2 a 177 (+75%), la acelga de 187,6 a 324 (+73%), el repollo de 149,8 a 206,7 (+38%) y el ajo de 10.937,1 a 11.323,4 (+4%).
Pero otras perdieron extensión: la arveja alcanzó 97,2 hectáreas en 2018 y apenas 17,6 en 2019 (-82%), la zanahoria pasó de 1.381,9 a 1.036 (-25%), la cebolla de 925,9 a 759,9 (-18%) y otras –incluye achicoria, alcaucil, apio, berro, coliflor, espárrago, frutilla, haba, hinojo, nabo, orégano, perejil, puerro, rabanito, remolacha, rúcula- alcanzaban las 1.340,2 hectáreas en 2018 y en 2019 1.124,3 (-16%).
En cuanto a las variaciones en cada temporada, Fernández mencionó que suelen responder a las oscilaciones en el precio de un producto determinado en la anterior o de ciertos insumos, que lleva a los productores a sumar o restar un par de hectáreas de una especie determinada. Pero planteó que se suelen especializar en ciertos cultivos porque demandan una inversión en semillas, en infraestructura de riego, en tecnificación para la siembra y, sobre todo, conocimiento técnico específico.
Los cambios en la industria –ya sea cierres o aperturas de nuevas plantas de elaboración- también pueden favorecer modificaciones en los cultivos. La instalación en la provincia de una fábrica de papas congeladas explica el considerable incremento en la superficie cultivada con esta hortaliza que se observa el 2019.
En 2019, la superficie cultivada creció un 4% con respecto a la de 2018 y se llegaron a las 11.323 hectáreas (el margen de oscilación habitual de esta especie se ubica entre las 8 mil y las 12 mil hectáreas). El presidente de la Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Ajos, Cebollas y Afines de la provincia de Mendoza (Asocamen), Ariel Zucarelli, comentó que en la del 2020 estiman que se mantendrá esa extensión de cultivo o que incluso podría haber un crecimiento de 2%.
Asimismo, detalló que en invierno 2020, con temperaturas más acordes a lo esperable para la estación, la hortaliza se ha desarrollado muy bien, ya que necesita acumular horas de frío. De ahí que, si las condiciones siguen siendo buenas en la primavera, anticipa una buena cosecha y de calidad.
También mencionó como positivo el que haya nevado, ya que por la escasa disponibilidad de agua en la temporada pasada las napas bajaron considerablemente su nivel, lo que obligó a los productores a añadir tramos de cañería en las perforaciones para riego; por lo que las perspectivas de que haya mayor disponibilidad del recurso son alentadoras.
En 2019, el Valle de Uco concentró el 63% del total de la superficie, seguido por la zona Centro o cinturón verde con el 12%, las zonas Norte (Lavalle y Las Heras) y Este con 10% cada una, y la zona Sur con el 5%. Todas crecieron en cantidad de hectáreas con respecto a 2018, excepto la zona Centro, que perdió un 17% de la extensión de ajo.
En cuanto a las variedades, el estudio del IDR menciona que los ajos blancos y colorados tuvieron una importante disminución -de 46% y 24% respectivamente- en comparación con la campaña agrícola anterior, al tiempo de que los morados ganaron superficie (+31%). Las proporciones de cada uno de los tipos comerciales fue: 67% morados (7.636 hectáreas), 33% colorados (2.730 hectáreas), 5% blancos (622 hectáreas) y 3% “otros ajos” (blancos tempranos, castaños y violetas, que alcanzaron las 307 hectáreas).
Zucarelli explicó que el blanco perla o común se ha ido dejando de producir, al punto que está en los mínimos históricos, porque es difícil obtener una buena calidad ya que su piel es muy sensible al sol y a la humedad, y en la provincia es bastante probable que llueva a mediados de noviembre, que es cuando se cosecha esta variedad. Pese a eso, destacó que es uno de los más nobles y con un buen tiempo de guarda.
Por otra parte, señaló que los mercados cada vez son más exigentes y el blanco ha tenido reclamos en la llegada a mercados internacionales porque suele verse afectado por la “parálisis cerosa”. Se trata de una afectación, de la que se desconocen sus causas, que oscurece la pulpa de los dientes y eventualmente la torna traslúcida y pegajosa. Como los importadores conocen de este problema, prefieren optar por otras variedades. Sin embargo, Zucarelli se manifestó defensor de la variedad y dijo que no han tenido este inconveniente desde 2017.
Como contraparte, el ajo morado ha ido ganando el terreno y el colorado, que perdió superficie en el tiempo, se ha mantenido en las temporadas más recientes. También ha ganado algo de participación en spring blanco.
Sobre las perspectivas de mercado, el presidente de Asocamen indicó que el precio aún es bueno en el interno, pero se estima que no será tan favorable en el internacional como en la temporada 2019. Es que, como detallaron, China el principal productor mundial, redujo un 10% su producción en 2019, por una caída de precio en 2018, lo que disminuyó considerablemente la oferta mundial y llevó a una mejora en los precios.
Sin embargo, Zucarelli comentó que el gigante asiático está ofreciendo en Brasil ajo del calibre más codiciado a 6 o 6,50 dólares, que es un valor muy bajo y fija, aunque después se le sume la tasa antidumping, un precio de referencia bastante por debajo del de 2019-2020. Y si bien habrá que esperar a ver cuál será el panorama en octubre, cuando esté lista la producción local, señaló que ya se avizora que los valores serán inferiores.
La zanahoria tiene una siembra similar en invierno y en verano, y se suelen alcanzar entre 3 mil y 3.200 hectáreas anuales. Sin embargo, el IDR indicó que la siembra invernal en 2019 fue un 25% inferior a la de 2018. Y que las variaciones en la superficie responden habitualmente a una mejora en los precios por una reducción de la oferta, causada por algún inconveniente climático en otra zona del país.
Santiago Salassa, asesor de la Cámara de Empacadores de Zanahoria de Mendoza (Caeza), detalló que se espera una recuperación de las hectáreas implantadas ya que la reducción del invierno pasado respondió a una baja disponibilidad de agua –problema que en 2020 debería mejorar con las nevadas en la montaña- y a que no se anticipaban buenos precios para el productor.
Como la producción se redujo y hubo faltante en el mercado, se produjo una importante mejora en el precio que se pagó en campo. Desde la cámara estiman que esto alentará el incremento en la siembra esta temporada, con lo que los valores ya no serán tan buenos.
Esta hortaliza es la tercera en importancia en la provincia, aunque en 2019 tuvo una reducción de 18% en la cantidad de hectáreas cultivadas (de 926 se cayó a 760). Martín Calafiore, quien es productor de cebolla, ajo y papa, explicó que las variaciones en la extensión que se planta cada año responde más al manejo de la finca para asegurar la rotación de los cultivos que al comportamiento de los mercados.
“Uno, en la agricultura, no puede correr detrás de la liebre”, lanzó, en referencia a que no se sabe cómo va a estar el mercado al momento de la cosecha y que en tres meses el panorama puede cambiar. También puede verse afectada en ese lapso la propia producción, por granizo, altas temperaturas o lluvias.
En cambio, explicó que se van rotando los cultivos para cuidar los nutrientes y se suelen plantar trigo, centena o avena y molerlos para devolverle materia orgánica a la tierra, lo que hace que un año se plante un 10 o un 20% más (o menos) de los otros cultivos. Y precisó que la parcela que 2020 tiene ajo recién se puede volver a plantar con esa hortaliza en 2024.
Sobre la producción de cebolla, mencionó que la zona productiva por excelencia en el país es el sur de la provincia de Buenos Aires y Río Negro, es decir, las áreas cercanas al Río Colorado. En Mendoza, en tanto, el cultivo se concentra en Maipú y Lavalle (él mismo tiene su finca en Fray Luis Beltrán).
Las variedades más extendidas, detalló Calafiore, son la Valenciana (Grano de Oro y Sintética 14), que tiene una buena capacidad de guarda, y la Valencianita, que es más temprana y tiene menor duración una vez cosechada. La morada, en cambio, tiene una producción acotada. Y añadió que está probando unas híbridas rápidas, que se cosechan en agosto y setiembre, lo que permite llegar a un mercado “limpio”, ya que en agosto se termina la cebolla del sur.
El productor indicó que, además de abastecer el mercado interno, Mendoza exporta cebollas principalmente a Brasil, cuando allí tienen alguna contingencia climática. También se hace algún despacho a Estados Unidos y de moradas a Chile. Y si bien Holanda es el principal exportador mundial, hace un par de años redujo su producción un 50% ya que sufrió inundaciones y altas temperaturas, lo que brindó la oportunidad de exportar a Europa.
En el primer cuatrimestre de 2020, en comparación con el período enero-abril de 2019, se incrementó un 173% el volumen exportado de hortalizas sin elaborar (ají, pimiento, col, repollo, coliflor, brócoli, papa, lechuga, tomate y zanahoria). De ellas, el 86% tuvo como destino Paraguay y el 88% de los productos que se enviaron a ese país fueron tomates para consumo en fresco. Los números surgen de un análisis comparativo elaborado con datos del Indec.
Pese a que el dato resulta alentador, este crecimiento en los kilos exportados no se correspondió con un aumento en los precios, sino más bien con una caída. Para entenderlo, el volumen de tomate enviado al exterior subió 372%, mientras su valor FOB un 239%. Las calabazas y calabacines tuvieron un aumento en peso exportado de 152% pero una variación en dólares de 70%. Y las cebollas incrementaron sus envíos en volumen en un 50% pero apenas ingresaron un 15% más de dólares FOB. De todos modos, según el caso, la devaluación puede haber generado que la relación no sea tan desfavorable.
Por otra parte, no todas las hortalizas tuvieron una suba en las exportaciones. Las ventas al exterior de ajíes y pimientos cayeron 10% en comparación con el primer cuatrimestre de 2019, las coles y repollos, un 27%, las coliflores y brócolis 27%, las lechugas 37% y las zanahorias y nabos un 95%.
Un apartado especial merece el ajo, que, si bien entre enero y abril de 2020 mostró una merma en el volumen de los despachos de 13,7%, el valor FOB subió un 36%, lo que implica una mejora de 57% en el precio. Por la oferta internacional (la menor disponibilidad de ajo chino), los importadores adelantaron las compras y muchas operaciones se concretaron en noviembre y diciembre. De ahí que para los primeros meses de 2020 hubiera mucha menor disponibilidad del producto, a precios elevados.
Los Andes