a indefinición sobre el alcance de la intervención y posible expropiación de la empresa Vicentín que el gobierno nacional puso en marcha sumió en una gran preocupación a trabajadores de la firma con sede en Avellaneda. Unos interpretan que las medidas son sólo para la aceitera defaulteada y otros entienden que se aplicarán al llamado “Grupo Vicentín”, que incluye varios negocios más como el frigorífico, vitivinícola, biodiesel, miel y toda la cadena algodonera: desmote, hilandería y tejeduría.
“Una cosa es hablar de Vicentín S.A.I.C como empresa individual y otra es el Grupo Vicentín, no tengo claro qué involucra esta intervención; es todo un manto de niebla y duda y no puedo decirte en qué situación está la actividad algodonera del grupo”, expresó el presidente de la Asociación para la Promoción de la Producción Algodonera (APPA) Carlos Sartor.
La novedad, que pese a los rumores “no se avizoraba en el horizonte” próximo “está pegando muy fuerte”. En general son “situaciones de angustia” para una enorme cantidad de empleados directos, además de los relacionados entre empresas que trabajan relacionadas. “Estoy escuchando versiones de los trabajadores que no pueden creer la medida que se está tomando”, relató. En las unidades algodoneras la firma emplea unas 1.000 personas en forma directa.
“Una cosa es hablar de Vicentín S.A.I.C como empresa individual y otra es el Grupo Vicentín, no tengo claro qué involucra esta intervención; es todo un manto de niebla y duda", expresó Sartor.
Sartor explicó que Algodonera Avellaneda, del Grupo Vicentín, “venía trabajando normalmente”, dentro de los parámetros que impuso la cuarentena por la pandemia de Coronavirus. Esta normalidad relativa implicó hace algunas semanas que no se pudiera recibir algodón en la desmotadora por una faltante de alambre para enfardar la fibra, lo que redundó en materia prima acopiada en los campos. “No se podía trasladar a la desmotadora porque no había capacidad de acopio”.
Pero el principal problema que sufre toda la cadena, y llega hasta el productor con una caída en el precio de la cosecha, es el desplome de la demanda de productos textiles. En un principio la hilandería no se incluyó entre las actividades esenciales “por lo tanto no se pudo trabajar; pero después que se habilitó el problema fue que no existía el mercado”. Explicó que “recién ahora” se le está permitiendo trabajar a tiendas y venta de indumentarias. “Las ventas (de prendas), más allá de la habilitación, están en un 25% de lo normal”, dijo sobre este problema que afecta al sector a nivel mundial. La comercialización de fibra, en particular, “de alguna manera se está dando, pero muy de a poco”.
Respecto de la campaña algodonera, a punto de concluir, Sartor la calificó como buena en rindes y calidad de fibra en la provincia, pero con la complicación de precios en baja para el productor. “Ha tenido una baja sustancial en los precios, en el mercado internacional y local”, dijo. Por lo tanto, “para obtener un resultado aceptable el productor tiene que haber cosechado no menos de 2.000 kilos” por hectárea. Los promedios en la provincia rondan ese volumen, por lo que en algunos lugares la cosecha fue superior, pero en otras, como El Nochero o Gato Colorado -que sufrieron grandes lluvias en diciembre- lograron una media más próxima a los 1.000 kilos por hectárea.
Campo Litoral