osotros no hacemos quemas, hacemos limpieza con máquinas, porque las chilcas se tienen que trabajar con una máquina, con el fuego no se pueden sacar” dice Nicolás Buich. Lo afirma en referencia a esta planta que es como una caña, una vara que conforma unos mogotes (que se pueden ver a la vera de la autopista), y que soportan las heladas del invierno.
“Además, quemar en invierno es dejar a la hacienda sin alimento”.
La explicación pertenece a este productor de 29 años, estudiante de veterinaria, y cuarta generación de una familia dedicada a la ganadería en la isla. Esta semana tuvieron que alquilar un campo para poder llevar la hacienda, ya que el fuego le consumió todos los recursos forrajeros para pasar el invierno.
Su campo está ubicado frente a Sauce Viejo. Son unas 2.500 has de isla que limita con el río Coronda, que cuenta con sectores más altos hacia el lado de Paraná, y para el otro tiene los bajos, bañados y lagunas.
No quedó nada. Los recurrentes incendios liquidaron las pasturas para el invierno, y tuvieron que llevarse las vacas "campo afuera".
“Tenemos la hacienda en las partes más bajas de la isla, donde están las mejores pasturas, y al haber poca agua las vacas se concentran ahí. Pero se quemó todo”, se lamenta. “Uno no sabe si es intencional o por la gente que viene a acampar, porque en esta zona hay mucho turismo, por lo que no sabemos si fue con intencionalidad o no”. Según Buich, hay muchos campos donde ya no queda hacienda, y allí se refugian muchos carpinchos, por lo que podría haber intención de cazarlos.
“En los islotes donde tenemos la hacienda no se da esto, porque la hacienda los mantiene limpios. Allí podría haber alguna intencionalidad o algún descuido de algún acampante”, conjetura.
En los últimos días, el fuego arrasó toda la isla. Sobre el río Coronda se quemó a la altura del arroyo El Pascual y el límite sur de su campo, que va frente al balneario Don Roque hasta el Arroyo Las Cabreras. Y después también se quemó un islote llamado El Pascual. “Esas lagunas y bañados son canutillares que se quemaron íntegramente, porque los albardones más altos no se quemaron tanto”, manifestó.
A nivel productivo, el impacto fue muy grande “Allí teníamos vacas con preñez a término, vacas pariendo y vacas recién paridas. Por eso nos perjudicó tanto, porque atacó a los terneritos recién nacidos que no pudieron escapar. Las vacas vacías y gordas se destinaron a frigoríficos y a los terneros para destetar se los llevó a remate feria. Para las vacas paridas tuvimos que alquilar un campo afuera cercano a Sauce”, mediante un contrato de arrendamiento de x 4 kilos de novillo por hectárea.
El joven productor explica que esta movida los atrasa completamente, porque la vaca al salir del campo genera un problema con la parición, tiene que adaptarse y sufre pérdida de kilos. “"Hay un período de adaptación en el que se pierden kilos, y esa vaca queda arruinada. Movimos unas 200 vacas y unos 60 terneros”.
Finalmente, insiste con una frase que desmitifica los prejuicios y desconocimiento que se escucha con frecuencia. “Nosotros no quemamos, no podemos quemar. Pero los ríos están muy bajos, quedaron pastizales secándose muy importantes. En años anteriores, si había un foco de incendio, con una laguna o un arroyo se detenía y no pasaba a mayores; pero hoy no hay frenos al fuego, sólo los arroyos profundos, entonces es muy tonto pensar que alguien que produce en la isla prende el fuego, porque comienza y no se sabe dónde termina”.
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