E
n casi todos los países del mundo que tienen recursos forestales importantes, las industrias forestales (tanto madereras como no madereras) desempeñan una función
esencial para el desarrollo socioeconómico general. Las empresas grandes y pequeñas que producen productos forestales, tanto para el consumo interno como para la exportación, constituyen una parte importante de la base económica de casi todos los países. El valor anual de la leña y los productos forestales a base de madera en la economía mundial se estima en más de 400 000 millones de dólares EE.UU., es decir un 2 por ciento aproximadamente del PIB. El valor real de la contribución del sector forestal a la economía mundial ha aumentado en los últimos decenios a un promedio anual del 2,5 por ciento. La producción, extracción, elaboración y comercio de madera y otros productos forestales, junto con las industrias secundarias asociadas, son fuentes importantes de empleo e ingresos, especialmente en zonas rurales donde las otras opciones son limitadas. La madera es la más utilizada de las materias primas cuyo suministro es renovable; para muchas de las aplicaciones a las que se presta, no existen alternativas potencialmente inocuas para el medio ambiente y eficaces en función de los costos. La industria forestal convierte este recurso en un valor económico y social y lo pone a disposición de la sociedad, lo que explica que los bosques sean una alternativa de aprovechamiento de la tierra capaz de competir con otras.
Sin embargo, el progreso de la industria forestal se ha presentado a menudo como una fuerza destructiva de primer orden, y no como un elemento esencial en el proceso del desarrollo sostenible. La preocupación por la destrucción o degradación de los bosques y la pérdida consiguiente de ventajas ambientales, diversidad biológica y hábitats físicos y culturales se ha traducido en peticiones para que se reduzca o incluso se suprima la industria forestal.
La reducción de la industria forestal y de las ventajas que proporciona iría acompañada, casi inevitablemente, de una disminución de los recursos dedicados a la conservación y ordenación de los bosques. Esto podría aminorar el ritmo de desarrollo, agravando la pobreza de las comunidades que dependen de los bosques y otros grupos rurales vulnerables y obligándoles a emprender una explotación antieconómica y no planificada de los recursos forestales en un intento por mejorar su existencia.
Las industrias forestales de todo el mundo, estimuladas en parte por consideraciones económicas y en parte por la creciente presión de los sectores público y privado, han hecho grandes progresos en la adaptación y mejora de sus técnicas de elaboración, respondiendo así a la demanda del mercado, tanto de un mayor volumen de productos como de productos de mejor calidad, y en la conservación de los recursos naturales, la protección del medio ambiente y la reducción de la contaminación. En comparación con otros sectores industriales, las industrias forestales han avanzado considerablemente hacia el objetivo de ser realmente inofensivas para el medio ambiente. La tecnología moderna permite que las necesidades primarias de energía de las industrias forestales y sus repercusiones en el medio ambiente sean pequeñas en comparación con las de otras industrias que emplean materias primas no renovables para producir productos que compiten con los forestales. Una gran parte de los residuos industriales se utilizan como materia prima para fabricar otros productos o para generar energía.
La propia industria está adoptando de modo creciente normas para regular la extracción y el transporte, que están en consonancia con la ordenación sostenible de la base de recursos, y poniendo en práctica planes para obtener materias primas de fuentes distintas de los bosques naturales, por medio de la forestación de tierras degradadas y la creación de bosques de plantación. Estos cambios en el suministro de materias primas van acompañados de modificaciones en las técnicas de elaboración. Las trozas procedentes de los bosques de plantación tienen un diámetro menor y son menos resistentes que las de los bosques naturales. Para aprovechar estas trozas de pequeño diámetro y obtener nuevos productos con propiedades físicas iguales o mejores que las que se encuentran tradicionalmente en el mercado, se han perfeccionado nuevas técnicas de elaboración. Productos compuestos a base de madera, como los tableros de partículas orientadas, los tableros de fibras de densidad media, la madera laminada y muchos otros, se fabrican a menudo a partir de madera de plantación o de residuos que antes se consideraban inútiles.
Por otra parte, no sería realista describir la industria forestal sin mencionar sus prácticas y políticas ineficientes. Existen sin duda posibilidades de mejora en diversos aspectos. La industria forestal, ya sea pública o privada, debe reafirmar su compromiso con el uso de una tecnología apropiada, la ordenación sostenible de los recursos y la adopción de una perspectiva integral y equilibrada, y hacer público además este compromiso.
La fundación de la FAO en 1945 coincidió con el final de la segunda guerra mundial, que dejó tras de sí países con ciudades y pueblos arrasados. El final de la guerra planteó la tarea ingente de reparar los daños y construir nuevas sociedades. Los bosques, sus valores y los beneficios asociados con ellos se convirtieron en una fuente de vida y esperanza.
La silvicultura y el aprovechamiento de los productos forestales han constituido siempre una parte inseparable de la labor de la FAO. Además, se ha reconocido la interacción y dependencia mutua de la agricultura y la silvicultura. De hecho, en el primer número de Unasylva, publicado en 1947, el Director General de la FAO, Sir John Boyd Orr, en su clásico Un mundo, un bosque, señalaba que "en relación con los bosques y los productos forestales, los 48 Estados que colaboran en el seno de la FAO siguen una política mundial con tres objetivos principales: la conservación de todos los recursos que tienen funciones sociales o protectivas útiles; el uso prudente de todos los suelos forestales del mundo para continuar una producción adecuada de materias primas, y sistemas nuevos y mejores de elaborar y usar los productos forestales como medio de elevar el nivel de vida".
La primera intervención de la FAO en el desarrollo de las industrias forestales consistió en proporcionar información fiable a escala mundial para facilitar la planificación y el funcionamiento de las industrias. Con los años, la complejidad de las tareas de acopio, análisis y divulgación de información estadística ha aumentado, y la oportunidad, exactitud y adecuación de los datos para la planificación y el funcionamiento de las industrias forestales se han acrecentado.
Los buenos resultados obtenidos en el acopio, análisis y divulgación de datos sobre la industria forestal se han conseguido en gran parte gracias al fuerte apoyo recibido de dicha industria. En el curso de los años, la FAO ha establecido comités estatutarios y técnicos, como el Comité Asesor de Expertos sobre la Pasta y el Papel y la Consulta de expertos sobre paneles a base de madera, que han contribuido a mantener los contactos informativos con la industria y han servido también como canal para obtener asesoramiento práctico a la hora de formular los programas de la FAO en favor del desarrollo de la industria forestal.
Poco después de que se hubieran reparado los daños causados por la guerra mundial, empezó a producirse otro acontecimiento con consecuencias para el sector forestal: como resultado de la descolonialización nacieron nuevos países independientes con mayores necesidades de desarrollo económico y social. Los bosques representaron una fuente inicial de capital que podía utilizarse para impulsar el desarrollo de estos países. También constituyeron la base para iniciar un proceso de industrialización encaminado a diversificar la economía. El número de miembros de la FAO aumentó considerablemente, al igual que las peticiones de ayuda técnica para desarrollar la industria forestal. Hay que señalar que, en esa época, la FAO era prácticamente la única opción en este ámbito; casi ninguno de los países con una industria forestal importante había elaborado todavía programas de asistencia bilateral y, por motivos políticos, la cadena de asistencia entre las antiguas potencias coloniales y sus antiguos territorios a menudo se había roto.
En las primeras fases, el método adoptado por la FAO para prestar asistencia técnica a los países en desarrollo en el sector de la industria forestal consistió en transferir tecnologías industriales del Norte al Sur. La reconstrucción de las industrias en el norte después de la guerra había dado como resultado una modernización de la tecnología forestal, concebida para operaciones de gran envergadura a fin de aprovechar las economías de escala. Habría sido conveniente una estrategia a largo plazo basada en el fortalecimiento de la capacidad, pero los países en desarrollo tenían una necesidad urgente de obtener fondos para impulsar la expansión de su economía, por lo que optaron por dar en concesión sus bosques a empresas extranjeras.
Durante un período, la explotación de los recursos forestales se orientó básicamente a la exportación de trozas en bruto. Más tarde se puso de manifiesto que esta estrategia era inadecuada a largo plazo, tanto desde el punto de vista de la conservación de la base de recursos como de los beneficios económicos para los países. Por consiguiente, en todas las regiones tropicales se inició una industrialización del sector forestal en la que se prestaba creciente atención a los procesos de elaboración con valor añadido en el país. Hoy en día, la elaboración primaria y a menudo secundaria de la madera en diferentes escalas se ha convertido en una importante fuente de empleo e ingresos.
Además, se reconoció que el apoyo a las pequeñas industrias del sector forestal era un parámetro importante para el desarrollo, especialmente en las zonas rurales. Una de las actividades de la FAO para contribuir a este desarrollo consistió en preparar una cartera de pequeños aserraderos y fábricas de tableros a base de madera con el fin de ofrecer ejemplos que pudieran aplicarse en países en desarrollo.
A principios del decenio de 1970, el mundo se enfrentó con la primera crisis energética, que hizo comprender mejor los límites que los recursos no renovables planteaban al desarrollo económico y social y la importancia de los combustibles a base de madera, especialmente en los países en desarrollo. Al mismo tiempo, la contaminación industrial y la necesidad de reducirla pasaron a formar parte de los programas nacionales e internacionales. La atención, el interés y la preocupación de la opinión pública empezaron a centrarse en los recursos naturales renovables y, en particular, en los bosques. Los bosques seguían siendo una fuente de riqueza biológica, pero la preocupación por su supervivencia estaba creciendo en todo el mundo.
A finales del decenio de 1970 y principios del de 1980, la deforestación y la degradación de los bosques, especialmente los tropicales, se convirtieron en objeto de debate a nivel internacional. La preocupación por la sostenibilidad de los recursos forestales de todos los tipos y en todas las regiones alcanzó niveles sin precedentes durante los últimos años del decenio de 1980, hasta culminar en la Cumbre para la Tierra de 1992.
Por consiguiente, los problemas con que se enfrenta el desarrollo de la industria forestal en todo el mundo consisten en elaborar o mejorar prácticas inocuas para el medio ambiente, sostenibles y económicamente viables para poder suministrar los bienes y servicios necesarios. Es evidente que sólo un planteamiento basado en la colaboración a escala mundial, y la plena participación de todos los interesados, gobiernos, sector privado, organizaciones no gubernamentales que se ocupan del medio ambiente y el desarrollo y personas que viven en los bosques o dependen directamente de los recursos forestales, puede hacer que la contribución de la industria forestal al desarrollo sostenible sea lo más amplia posible.
El problema decisivo con que se enfrentar en el futuro la industria forestal ser cubrir la creciente demanda de productos forestales a partir de una base de recursos limitada y a menudo frágil. Durante el período comprendido entre 1980 y 1990, la demanda mundial de madera industrial -con exclusión de la leña y el carbón vegetal- aumentó de 800 millones a 1 600 millones de metros cúbicos, y se prevé que llegar a 2 700 millones de metros cúbicos en el año 2010. En los países industrializados, el aumento previsto de la demanda durante ese período de 20 años ser del 53 por ciento (de 1 224 a 1 875 millones de metros cúbicos), mientras que en los países en desarrollo ser del 111 por ciento (de 378 a 799 millones de metros cúbicos). Por tanto, el objetivo prioritario a largo plazo deber ser el de avanzar hacia un aprovechamiento sostenible de los bosques para obtener productos forestales madereros y no madereros, aumentando al mismo tiempo al máximo los beneficios para la población local y para las economías nacionales, y respetando el equilibrio entre conservación y desarrollo. La FAO da preferencia a una contribución importante al desarrollo y a la aplicación de tecnologías eficientes que favorezcan el uso sostenible y la valorización de los bosques y sus productos al tiempo que aumenten los ingresos y el empleo. Se prestará especial atención a lograr que se tengan plenamente en cuenta los efectos sobre el medio ambiente. Además, la FAO seguirá aprovechando su función singular como impulsor de la colaboración mundial para reunir a todas las partes interesadas. Este compromiso se puso de manifiesto en las últimas reuniones con representantes de la industria privada y de organizaciones no gubernamentales, que tuvieron lugar conjuntamente con las reuniones del Comité sobre la Pasta y el Papel y el Comité de Montes, celebradas en marzo de 1995.
Por lo que se refiere a la utilización de los recursos forestales en general, se dará prioridad a limitar los efectos físicos y sociales asegurando al mismo tiempo la viabilidad económica. Se iniciará un programa para evaluar la degradación de los bosques y los daños asociados con la extracción y la construcción de caminos forestales a nivel mundial y regional. Se establecerán y verificarán, por medio de estudios monográficos, criterios y procedimientos para llevar a cabo evaluaciones en determinados lugares de los efectos ambientales asociados con estas operaciones en bosques tanto naturales como de plantación.
La industria forestal se caracteriza por una gran diversidad en cuanto a tipos, dimensiones, materias primas, productos, modo de gestión y mercados. Tiene una necesidad constante de mejorar y adaptarse a las nuevas tendencias para ser eficiente y seguir siendo económicamente competitiva y hacer el mejor uso posible de unos recursos limitados. Los técnicos forestales, la población local y las industrias tendrán que intensificar el intercambio de información para formular las mejores estrategias de ordenación y utilización con el fin de satisfacer las diversas necesidades de los interesados, manteniendo al mismo tiempo la integridad ambiental de los bosques.
La FAO seguirá prestando asistencia para el desarrollo de industrias forestales apropiadas, dando prioridad a la identificación, preparación y evaluación de propuestas de proyectos de inversión. Se pondrá especial empeño en ayudar a las industrias existentes a mejorar los métodos de elaboración, y en promover una utilización más eficiente de las materias primas disponibles. Se dará mayor importancia a la consolidación de los lazos institucionales con el sector privado. A este respecto se prevé crear un comité para las industrias forestales, incluidos los sectores de los tableros a base de madera, la aserradura mecánica, la pasta de papel, el papel y el comercio. Se seguirá perfeccionando el programa de la FAO sobre pequeñas empresas forestales.
Una de las características más notables de la utilización de los bosques en las zonas tropicales, pero también en otras regiones, es el desperdicio de bosques y madera. La FAO ha estimado que a menudo se aprovecha menos del 50 por ciento de la madera de los grandes troncos de árboles tropicales abatidos. A título de comparación, en las regiones industrializadas se utiliza más del 75 por ciento. Si los árboles cortados en los bosques tropicales se aprovecharan en esta misma proporción, la superficie de bosques tropicales explotada cada año podría reducirse en casi un tercio sin disminuir el volumen de madera que llega al mercado.
En el ámbito de la explotación forestal, las actividades de la FAO se orientarán a promover tecnologías de extracción de madera industrial eficientes e inocuas para el medio ambiente, prestando especial atención a las pequeñas y medianas industrias de los países en desarrollo. La FAO ha elaborado recientemente un código modelo de prácticas de explotación forestal con el fin de ofrecer pautas para la mejora de la planificación de las cortas, la ejecución y control eficaces de las operaciones de extracción, la evaluación posterior a éstas, la comunicación de los resultados y el desarrollo de una mano de obra competente y debidamente motivada. Proseguirán las actividades relacionadas con la elaboración de programas de computadora para estimar los costos y coeficientes de producción de las operaciones de ingeniería, extracción y transporte forestal.
Los productos forestales no madereros proporcionan bienes esenciales para el consumo directo y el comercio local, así como materias primas para las industrias de elaboración de productos que son objeto de comercio internacional. Pueden ofrecer un volumen considerable de empleo e ingresos a las comunidades sin poner en peligro el medio ambiente. A pesar de estos beneficios efectivos y potenciales, en el pasado se ha prestado poca atención al aprovechamiento de los productos forestales no madereros.
La FAO ha elaborado una estrategia en varias fases para desarrollar este sector mediante la clasificación sistemática de los productos y la divulgación de técnicas apropiadas de extracción, elaboración y comercialización con ayuda de consultas regionales e interregionales de expertos, estudios monográficos y publicaciones. [NdR: véase la página 98.] Estas actividades, realizadas en estrecha cooperación con otras instituciones, contribuyen considerablemente al desarrollo forestal sostenible y a la seguridad alimentaria al tiempo que mantienen la calidad ambiental y la diversidad biológica.
La FAO prestará apoyo a los países para elaborar análisis del mercado, formular políticas comerciales y establecer acuerdos institucionales que mejoren la transparencia del mercado, sean compatibles con el desarrollo sostenible y respeten el medio ambiente, teniendo en cuenta los aspectos relativos a la competencia leal. La Organización seguirá oponiéndose firmemente a las prohibiciones y boicoteos unilaterales y fomentando el diálogo abierto. En el marco de las actividades relacionadas con la comercialización, se insistirá en el desarrollo de los recursos humanos, se intensificará la información sobre mercadeo y se reconocerán y mejorarán las prácticas y procedimientos de comercialización de productos forestales madereros y no madereros, incluidos los que tienen valor añadido. Se prestará especial atención a las cuestiones ambientales relacionadas con el comercio y el mercadeo, en especial la certificación, etiquetado y recuperación de la madera.
La certificación de los productos madereros es un asunto de especial importancia dentro del ámbito general del comercio y el mercadeo. La certificación voluntaria de madera proveniente de recursos sostenibles y bien ordenados permitirá a los productores y elaboradores cotejar sus prácticas de ordenación forestal con las normas generalmente aceptadas y demostrar que cumplen estas normas. También permitirá que la industria y el comercio asuman nuevas responsabilidades con respecto al medio ambiente y la sostenibilidad, y dará a los consumidores preocupados por la ecología confianza en los productos que eligen.
Muchos países productores de madera han reconocido las ventajas potenciales de la certificación y han iniciado planes nacionales de certificación. La FAO colaborará con los países interesados, el sector privado y organizaciones independientes para garantizar la aplicación de sistemas aceptados internacionalmente y de carácter transparente e independiente que permitan vigilar todo el proceso de producción y distribución.
La FAO continuará impulsando también los sistemas locales de información sobre el mercado administrados a nivel comunitario, así como otros esfuerzos encaminados a conocer e incrementar la competencia de las comunidades en materia de mercado y comercialización.
La mejora de los sistemas de dendroenergía y el fomento de tecnologías y métodos de conversión de la madera en energía más eficientes y menos contaminantes, así como las políticas y planes correspondientes, se consideran actividades fundamentales. Se recogerá información sobre tecnologías perfeccionadas aplicadas a la dendroenergía, que se divulgará ampliamente.
Sólo se podrá conseguir un desarrollo forestal sostenible si todas las partes interesadas, gobiernos y población local, industria y comercio, organismos internacionales y bancos de desarrollo, colaboran estrechamente. En un mundo que cambia rápidamente y en el que los recursos naturales, incluidos los bosques, están sometidos a fuertes y variadas presiones, sólo se podrá conseguir un uso prudente y sostenible de los bosques aplicando políticas, técnicas y conocimientos apropiados. La elaboración y aplicación constantes de tecnologías, la capacitación y la educación de la población en cuanto al valor de los bosques y de sus productos, son condiciones previas para que los bosques sigan siendo "esenciales para el desarrollo económico y para el mantenimiento de todas las formas de vida", como se afirma en el preámbulo de la Declaración de Principios Forestales de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. La industria forestal es sin duda un motor económico esencial para que el sector forestal en su conjunto pueda reclamar el puesto que le corresponde entre las demás actividades económicas, sociales y ambientales. La FAO sigue estando dispuesta a ayudar a los países miembros a hacer realidad las posibilidades que ofrece la industria forestal sostenible.
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