os valles de la Norpatagonia tienen un potencial para la producción y aprovechamiento de la remolacha forrajera por su condición climática y disponibilidad de agua para riego. Cultivada en Europa, en Nueva Zelanda y Chile con óptimos resultados, su implantación en zonas templadas de la Argentina podría ser una alternativa nutricional en la producción de ganado bovino.
En esta zona donde hay un déficit forrajero muy marcado en invierno, la remolacha forrajera es una buena opción, ya que tiene buen rinde y calidad balanceada. Se trata de un cultivo que tiene un buen nivel de proteína en hoja y una alta concentración energética en raíz por encima del nivel del suelo y materia seca, lo que facilita el pastoreo directo. Además, es muy versátil, se adapta a suelos salinos y a diferentes ambientes.
“El proyecto surgió casi de forma inesperada, ya que no estábamos en la búsqueda de nuevos cultivos forrajeros, prácticamente la remolacha nos encontró a nosotros”, expresó Verónica Favere, investigadora del INTA Valle Medio Río Negro. Según relató la especialista, el encuentro con este cultivo fue en marzo del 2017 en ocasión de un viaje que realizó un grupo de productores y técnicos hacia Oceanía en busca de nuevas herramientas y para conocer los sistemas ganaderos en la isla.
En una visita al campo del productor ganadero, Brent Fisher, conocieron el cultivo de remolacha forrajera que usaba durante el invierno para consumo en pastoreo directo. En este encuentro, el productor les explicó cómo era el ciclo antes de incorporar la remolacha forrajera en rotación. Para terminar sus animales Charolai de 600 kg, demoraba unos 24 meses porque en el invierno no contaba con buenos recursos y esto provocaba ganancias de peso bajas. En primavera repuntaban, pero no llegaban a terminarse antes del próximo invierno, y los animales debían pasar un segundo invierno para finalmente terminarse en la segunda primavera.
“La incorporación de este cultivo le cambió la vida porque sus animales ingresaban en marzo con 300 kg y se iban a finales de la primavera con 600 kg”, indicó la investigadora. Esto fue posible porque la remolacha en combinación con una pastura, le permitió mantener buenas ganancias de peso ya que es un recurso con alta concentración de energía en la raíz (3,2 Mcal EM/kg MS) y un muy buen nivel de proteína en hoja (22-24%). Bajo este esquema hoy produce de 2.500 a 3.000 kg de carne por hectárea/año.
El equipo se contactó con Jim Gibbs, experto en la temática e investigador de la Universidad de Lincoln en Nueva Zelanda, y en junio del 2017 visitó la región para conocer el proyecto y evaluar la factibilidad de esta experiencia en la región. Esa fue la “punta del ovillo” para comenzar a planificar el proyecto y, al regreso, contactaron a productores para incursionar e investigar sobre este nuevo cultivo y realizar algún tipo de experiencia en la región.
En su informe, Gibbs reveló que los valles de la Norpatagonia tienen un gran potencial para este cultivo por su condición climática con veranos cálidos, inviernos secos y disponibilidad de agua para la irrigación. Con estos resultados, en noviembre de ese año se sembró la primera parcela de remolacha forrajera. “Fue una experiencia buena porque aprendimos lo que debíamos y lo que no debíamos hacer, aunque el cultivo no tuvo los resultados que esperábamos logramos convertir lo poco que quedó en carne”, señaló Favere.
En el segundo año lograron resultados regulares con el cultivo, aunque la conversión del cultivo en carne fue un éxito. En el tercer año el cultivo se logró con muchas mejoras en lo que respecta a altos rendimientos de materia seca y se esperan los resultados de conversión en carne.
“En estos tres años aprendimos mucho, pero sabemos que también nos quedan muchas cosas por ajustar y modificar para adaptar el modelo a nuestro valle”, reflexionó la especialista y agregó: “Tengo pleno convencimiento de que en Valle Medio se cultiva en superficies muy atomizadas donde es imposible vivir con 20 hectáreas de alfalfa. Si el productor lograra incorporar en la rotación unas 4 a 5 hectáreas de remolacha, sería posible obtener una renta mayor”.
En los tres años se logró armar un equipo de trabajo interinstitucional público-privado que trabajó junto con los productores locales. La sinergia de trabajo obtuvo avances que permitieron poner a punto el sistema de remolacha forrajera, no sólo en Valle Medio sino también en otras regiones donde se llevan a cabo ensayos con resultados promisorios.
La carne por hectárea/año obtenida con la incorporación de remolacha forrajera para pastoreo directo.
Rio Negro