l amplio y difuso universo de los “cultivos alternativos” involucra en nuestra región a aquellas especies que escapan a los tradicionales frutales de pepita. Generalmente se trata de emprendimientos de carácter familiar, en baja escala, orientados a mercados de proximidad, con escasa oferta, demanda acotada y posibilidades de agregado de valor; a través de las cuales el productor busca mejorar la apropiación del beneficio de su actividad.
La higuera es uno de los ejemplos más acabados de diversificación. Si bien existen ejemplares añosos plantados por los pioneros y relegados al olvido junto a las viviendas de muchas chacras, son contadas las experiencias con este frutal que, si bien se adapta a distintas condiciones ambientales, presenta requerimientos y limitaciones para ser una alternativa válida.
El cultivo implantado con densidades mayores a 1.000 árboles por hectárea tiene sus atractivos: rápida entrada en producción, costos relativamente bajos, rendimientos potencialmente altos, prescindencia de estructuras de apoyo, árboles bajos fácilmente manejables, y multiplicación simple por estacas.
El clima seco y la radiación propician la calidad y sanidad. La elevada capacidad para el agregado de valor complementa de manera ideal la producción en fresco. Todo esto en pequeñas superficies puede aportar a mejorar la composición del ingreso del núcleo familiar del productor.
Quien haya tenido la posibilidad de trabajar con higueras como asesor técnico, productor u operador comercial, sabe que sus frutos son tan singulares como complejos y delicados, y que son especialmente valorados por el consumidor de paladar exigente. Lejos de visualizarse como un artículo menor, son una delicatessen que se destaca en cajitas muy paquetas en el puesto de algún mercado concentrador, o en alguna frutería boutique, o como snack en alguna dietética. Cabe decir que en la modalidad snack, saborear higos del tipo Smirna (los de mayor calidad a nivel mundial y que no se cultivan en Argentina) es toda una experiencia, por ser los únicos con semillas fértiles cuyos aceites transfieren a la pulpa características distintivas de palatabilidad.
“Si bien es un cultivo de rápido retorno y manejo simple, aún es poco lo que sabemos sobre su comportamiento en la norpatagónia”, Walter Nievas (INTA Alto Valle).
El fruto en realidad es el receptáculo de la flor, que bajo condiciones ambientales favorables evoluciona y se ensancha sin necesidad de polinización -fenómeno de partenocarpia -, al que conocemos como breva cuando desarrolla en la madera del año anterior para madurar en verano, o bien como higo si desarrolla en la madera del año para madurar en otoño. Y aquí aparece una de las limitantes para nuestra región: las heladas primaverales afectarán la producción de brevas, y las otoñales la producción de higos. A ello se suma que su delgada epidermis se escarifica fácilmente por acción de los vientos (que también quiebran ramas ya que su madera es muy blanda).
Brevas e higos son muy perecederos por su alto contenido de humedad, lo que hace necesario extremar los cuidados durante la cosecha, empaque, poscosecha y comercialización (como en cualquier otra fruta). En otras regiones es común ver a los cosechadores a primera hora de la mañana utilizando guantes para no dañarlos (y protegerse del látex irritante que exuda el pedúnculo) y a los embaladores haciendo lo suyo con arte para no magullarlos, apretarlos ni herirlos. Por su parte, los mayoristas y minoristas saben cuidarlos como un trofeo para evitar pérdidas de calidad, de prestigio y de clientes que de lo contrario no volverán.
Si bien existen plantaciones comerciales modernas e intensivas en el centro y norte del país, aún es muy poco lo que sabemos acerca de su comportamiento productivo en el ambiente norpatagónico. En este sentido, la Estación Experimental Alto Valle del INTA y la Agencia de Extensión Rural Valle Medio acompañan una experiencia en la localidad de Lamarque, que esta temporada ya dio sus primeros raros, ricos y delicados frutos.
En números 5.000 las toneladas que se necesitan en Argentina cada año para abastecer el consumo a nivel interno.
-2 °C la temperatura de las heladas en la que la salud de la higuera comienza a ser afectada.
Rio Negro