Bendición y angustia de vivir en el campo

La pandemia disparó innumerables situaciones, entre ellas las familiares

Bendición y angustia de vivir en el campo
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se es el caso de María y Julio Espósito, quienes, junto a un nieto de 20 años, están pasando la cuarentena en su campo «El Ranquel» ubicado en Paso de los Algarrobos. Ellos viven alternativamente allí y en su casa de Colonia Catriel, Río Negro. Ambos jubilados, quedaron aislados de sus hijos y nietos, y, además, deben hacer malabares para juntarse con sus medicamentos a través de la agencia de PAMI de dicha ciudad rionegrina.

María y Julio hablaron de su vida en el lugar. «En esta época de crisis sanitaria es una bendición residir en el campo donde hay mucho espacio y seguridad. Pero nos invade la angustia porque hace mucho que no vemos a nuestros dos hijos y a los cuatro nietos», contó María.

La mujer nos entregó una mirada maternal. «Además, nos sentimos un poco culpables porque acá casi no hay posibilidades de contagiarnos, y ellos están en Catriel y el Cipolletti, donde está complicado. Los quisiéramos traer a todos para acá», agregó.

La imposibilidad de ir Catriel tiene consecuencias. «Nosotros somos jubilados y, en especial Julio, necesitamos medicamentos. Estamos afiliados a PAMI y nuestro médico de cabecera está en Catriel. No pudimos, desde que esto empezó, visitar médicos ni obtener recetas para medicinas, hay que ir a la farmacia y comprarlos», explicó.

«El Comité de Crisis de 25 de Mayo nos impide pasar como lo hacemos habitualmente. Nosotros vivimos todos estos años 15 días en cada lugar. El otro día, para hacernos de los medicamentos, tuvimos que ir hasta el Puesto Caminero en el Puente Dique, y un familiar vino hasta el puesto de Río Negro y tuvo que cruzar caminando para entregárnoslo», reveló.

María habló sin enojos, comprendiendo la delicadeza de la situación, pero hizo un pedido. «Hablo con ustedes para hacer la sugerencia para que, quienes están manejando la situación, tengan en cuenta algunas cuestiones de emergencia y flexibilicen algunas medidas. Que tengan en cuenta que todo este estado de ánimo nos puede enfermar la mente», añadió.


El puesto

Más allá del pedido, nos contaron de su vida en el oeste. Los Espósito viven en Catriel y adquirieron «El Ranquel» en 1997. El predio rural, ubicado en ruta 14 a 40 kilómetros al este de la ruta nacional 151, está en inmediaciones de la Reserva Provincial «Ñochilei Có», un lugar que realmente ha sido profundamente damnificado por el corte de los ríos interprovinciales.

«Es un lugar privilegiado, lleno de flora y fauna. Cuando corría el Salado casi pasaba por el patio de la casa. Solíamos pescar en canoa. Y si Mendoza no lo hubiera cortado, en el fondo del campo pasaría el Atuel», se lamenta María.

El reaprovisionamiento lo hacen en Santa Isabel. «Vamos cada 15 días a comprar mercadería. Traemos agua potable. Acá tenemos agua muy buena, que está a entre 6 y 8 metros, que se usa, junto a agua de lluvia, para el aseo y los animales. En lo material no nos falta nada, pero en lo afectivo es terrible», aseguró.

La familia se dedica, fundamentalmente, a la cría de ganado bovino. «Tenemos una buena cantidad de vacas de cría. Debemos felicitar al intendente de Algarrobo del Aguila (Oscar Gatica) que tuvo la idea de que funcionara una feria para poder comercializar nuestros terneros, algo que es muy importante para nosotros», aseguró Julio.

Comunicaciones

En otra parte del contacto, Julio nos contó algunas problemáticas que viven los vecinos de Paso, como él dice. «Acá las rutas están muy mal. Las -nacionales- 151 está destrozada, y la 143 -por la que van a Santa Isabel- también, hay que ir por la banquina», denunció.

Julio historió otra importante problemática: la conectividad. «Otro tema que nos complica, y que hoy por la pandemia se potencia, es el de las telecomunicaciones. Cuando vinimos a acá (1997) ya estaba una antena de 70 metros de alto que había puesto hacía años Telefónica. Era para poner un teléfono público, los vecinos venían hasta ahí y podían comunicarse», relató.

«Después gestionamos con el Gobierno provincial y nos instalaron, en esa torre, un servicio de telefonía celular. Era de muy baja potencia pero íbamos hasta la antena y hablábamos, pero anduvo seis o siete meses, se averió, y nunca más lo arreglaron», siguió.

«Más tarde Aguas del Colorado hizo una conexión desde Arbol Solo con Limay Mahuida y usó la torre de Paso como enlace. Yo les pedí si no nos habilitaban un enlace para la zona, pero me dijeron que no podían. Ahora hice averiguaciones para poder acceder a internet pero tengo que levantar una antena de 50 metros para agarrar de Santa Isabel, 43 de Algarrobo o 38 de Arbol Solo. A eso hay que agregarle equipamiento», continuó.

«Tenemos un servicio de telefonía celular, a través de un aparato del tipo de teléfono fijo, que solo nos permite hablar, pero nada de audios ni videos. Realmente hoy nos damos cuenta de las carencias que tenemos con respecto a las comunicaciones, les pedimos a las autoridades que nos den una mano en esto», concluyó Julio Espósito.

 

 

 

La Arena

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