alvador Di Stéfano: Tuviste una participación muy importante en el Consejo Empresario agropecuario, en el que mantienen reuniones con las autoridades nacionales para llegar a un plan integral para el sector.
—Roberto Domenech: Conformamos un grupo que surgió aproximadamente a principio de 2020. En un comienzo era pequeño y lo coordinaba la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, que tenía solo la intención de ver como aumentar lo que es transformación de materias primas primarias dentro del país, dejando la mano de obra dentro nuestro territorio. Para eso se había convocado a sectores como el de harina, feedloot, lechería y avicultura, y posteriormente, en el mes de marzo, cuando entendimos que Argentina se retiraba de la mesa de negociación de Mercosur, emitimos una declaración y pedimos una audiencia con el Ministro de Relaciones Exteriores. Ahí vinieron las aclaraciones correspondientes y comentamos que en nuestro sector era sumamente importante trabajar en el terreno de la exportación, y a partir de eso se conformó un grupo hace alrededor de cuarenta y cinco días, el cual se denomina Consejo Agroindustrial Argentino donde participan todas las Bolsas del país y las cuatro cadenas: Maizar, Acsoja, Argentrigo y Asagir. Hasta ahora somos treinta y cinco cadenas productivas, y lo importante que tiene esto es que nadie convocó a nadie. Cuando se comenzó con los movimientos y lo que uno podría llamar el "boca en boca" de lo que se estaba trabajando, inmediatamente se sumaron un montón de cadenas agroalimentarias, que creo yo marca claramente la necesidad de agruparse y formar un denominador común como este: absolutamente federal y horizontal. Está desde el algodón hasta el bovino, y desde el vino hasta la papa.
SD: Más allá de la representación, ¿qué charlaron y qué propusieron para mejorar la cadena de valor?
RD: El proyecto que estamos llevando adelante es impulsar las exportaciones de la agroindustria, con la intención de llevar los 65 mil millones de dólares que hoy exporta el país a 100 mil millones de acá a 2025-2030. En el período 2020-2025 el sector en números conservadores primarios puede tener un crecimiento que ronde los 16 mil millones de dólares con un crecimiento de 200 mil puestos de trabajo, algo que surge del aporte que cada una de las cadenas realiza, y por supuesto de los equipos económicos de la Bolsa de Rosario, Córdoba y Buenos Aires, que sintetizan y conforman la propuesta. Para poder realizar todo esto necesitamos contar con una ley que nos brinde previsibilidad y estabilidad por diez años, lo cual significa que si llega un gobierno nuevo no cambie todo lo que se venga haciendo para poder lograr la llegada de inversiones con un horizonte claro en todo lo que signifique desarrollar exportación. Estamos construyendo desde abajo hacia arriba, arrancamos con todos los ministros, estuvimos con los titulares de las áreas de Producción, Agricultura, Trabajo, Transporte y Cancillería. Hablamos con el presidente de la Cámara de Diputados, que nos entregó una serie de elementos que podrían servir como anteproyectos para construir la ley, conversamos también con los gobernadores de Entre Ríos, Santa Fe, Chaco y Córdoba, previendo en breve tener dos reuniones más. En consecuencia, de todo esto terminamos también con la presidenta del Senado, y al igual que en Diputados vieron como absolutamente razonable el pedido, y de ser posible esperamos que la ley se vote antes de fin de 2020.
SD: Vayamos a la situación del sector avícola. Estamos consumiendo casi cincuenta kilogramos per cápita, pero cuando hablo con los productores me encuentro que no están ganando dinero. Se trabaja mucho pero no aparece la rentabilidad. ¿Qué fortalezas y debilidades tiene el sector?
RD: Sin ninguna duda la fortaleza que tenemos es la productividad, la escala que alcanzamos y la inserción internacional. El sector es sumamente dinámico por lo acortado de sus tiempos biológicos. Nosotros terminamos un buen año 2019 en exportaciones, con 275 mil toneladas y precios razonables que, cuando hablamos de eso, nos referimos a no terminar en quebranto. Desde el mes de mayo del, al igual que el de 2020, comenzamos a alojar las reproductoras que van a producir los pollitos del 2021. Es decir que a nosotros el tema de la pandemia nos tomó con la producción a pleno porque son veinticuatro semanas de mayo, junio, julio en adelante donde empiezan a entrar todos los lotes producidos y, evidentemente, como se suele decir, con un bolsillo muy flaco por parte de la gente, mercados internacionales cerrándose y dificultad en la llegada de contenedores. Todo eso termina en una oferta superior a la prevista para el mercado interno, con lo cual los precios bajan y de alguna manera hay que aceptar el momento que estamos pasando. De todos modos, la avicultura es un caso especial por la característica de producción que tiene: los dueños de los pollos son los mismos que los faenan y comercializan. Lo que tenemos es un porcentaje importante en lo que se denomina el servicio de cuidado y guarda, que es como si fuera una especie de feedlot. El granjero recibe los animales, alimento, asesoramiento técnico y cobra por el servicio y los resultados. Esa es una parte, el resto del año es complicado, ganamos mucho consumo producto de subsidiarlo involuntariamente, pero por necesidad, y la sobreoferta que le hemos dado hasta ahora al mercado está empezando a corregirse porque este tiempo va a seguir.
SD: ¿No creés que le falta un poco de marketing al sector? Se vende el pollo entero y no ocurre como en otros lugares que la gente que lo produce puede venderlo trozado o con algún agregado de valor para que llegue a las góndolas. Da la sensación que ustedes hacen todo el gasto, pero el que termina utilizando el producto, por ejemplo para milanesas, es el carnicero.
RD: Hay mucho de eso sin dudas. Depende también del tipo y perfil de empresa. Algunas se dedican 90 por ciento al pollo entero y trozan algo, pero prácticamente insignificante. Otras tienen casi el 80 por ciento trozado, una parte la exportan y otra la canalizan en el mercado interno según el corte. De alguna manera los cálculos que tenemos por la información que nos provee el Servicio Nacional de Seguridad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), un 44 ó 45 por ciento de los pollos que se faenan se trozan, pero al consumo llega más del 75 por ciento de los pollos trozados, y esto lo realizan precisamente las granjas, carnicerías, supermercados, siendo algo muy difícil de equilibrar porque en realidad el trozado lo manejan distinto, y vemos que hay un importante desperdicio que podría capitalizarse mucho mejor. La forma en que se troza tiene relación directa con el consumo. Una granja entrega por ejemplo cuarenta cajones de pollo de veinte kilogramos cada uno y a su vez quieren determinada cantidad de cajas de supremas, y otras de pata muslo, un corte que prácticamente desperdicia el ala porque se la vende a un valor sumamente barato cuando el ala, junto con la garra del pollo, son las partes que mejores precios internacionales tienen.
SD: El huevo es la contracara del pollo, está creciendo en consumo per cápita y rentabilidad. ¿Cómo ves este fenómeno?
RD: Está la cámara que se dedica al huevo y conoce a fondo esto, nosotros simplemente por una vecindad, ya que estamos a un piso de diferencia dentro de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, solemos tomar contacto y conversar sobre esto. No hay dudas que el huevo está haciendo un trabajo importantísimo y reconvirtiéndose en cuanto a instalaciones y cuidado de la calidad del producto. También se está haciendo hincapié en el marketing de las bondades del huevo, algo que nosotros también realizamos a partir del Centro de Información Nutricional de la Carne de Pollo (Cincap), y en ese sentido creemos que las dos vertientes de la avicultura están ganando un espacio muy grande. Hay que tener en cuenta un dato que no es para nada menor: los cuarenta y nueve kilos de pollo y los casi veinte kilos de huevo hoy por hoy en materia de proteína animal, no tienen nada que se les acerque, son los principales en el mercado interno.
SD: Para cerrar: ¿cómo te desenchufás cuando tenés un rato libre?
RD: Trato de dedicarme los fines de semana a la casa, el asado y mis nietos. Gracias a Dios tengo nietos en Rosario así que voy seguido, salvo ahora que no nos estamos moviendo. Suelo también ir a pescar y buscar el dorado en Puerto Gaboto.
La Capital