Ecosistemas Agrícolas / Cebada / Valor Agregado en Origen

Cebada, gran opción forrajera invernal para el ganado

La cebada (Hordeum vulgare L. ssp.) es el quinto cereal más sembrado en el mundo, siendo de gran importancia para la alimentación de animales y humanos

Cebada, gran opción forrajera invernal para el ganado
martes 01 de septiembre de 2020
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e trata de una especie muy plástica, que por sus usos se clasifican en pastoriles y graníferas. Las cebadas pastoriles (tradicionalmente mal llamadas forrajeras), se caracterizan por tener una alta producción de pasto verde.

Son utilizadas para pastoreo directo con animales, mostrando un excelente rebrote, buen anclaje y resistencia al pisoteo.

Este verdeo de invierno se diferencia de la avena por ser más rápido en la producción inicial. Se siembra a fines de verano para obtener una producción temprana de forraje que permita cubrir los requerimientos nutricionales de otoño-invierno. Hay variedades específicas para este uso, siendo en su mayoría de espiga de seis hileras.

Por otro lado, las cebadas pastoriles no son recomendadas para la producción de granos por su menor potencial de rendimiento y calidad de los granos, sumado a la mayor susceptibilidad a vuelco en estado reproductivo del cultivo.

Además, debido a que la selección genética de estos materiales se basa en su aptitud para el pastoreo, presenta mayores dificultades de trilla si se destina a cosecha. Las cebadas graníferas, en tanto, se caracterizan por tener una alta producción de grano. Son sembradas a principios del invierno y su destino es la cosecha.

A su vez, dentro de las cebadas graníferas, hay variedades cerveceras y para la producción de grano forrajero. Las primeras pueden utilizarse como grano forrajero cuando no cumplen con los parámetros de calidad que la industria exige (contenido de proteínas y tamaños de los granos entre los más importantes), mientras que las segundas no son aceptadas por la industria y solo se utilizan para la producción de granos forrajeros.

En Argentina todas estas cebadas para grano son de dos hileras. Dentro de este grupo se incluyen también las variedades de cebada destinadas a la confección de silajes de planta entera.

 

Cebadas graníferas para alimentación animal

La apertura de nuevos mercados de grano forrajero ha sido una de las mayores causas de la expansión de la superficie sembrada de cebada en nuestro país.

El manejo de lotes de cebada para este fin requiere menores exigencias durante todo el ciclo, en comparación a la producción de cebada cervecera, siendo menos importante la calidad de la cosecha y el mantenimiento de la pureza varietal.

Todos los cultivares de cebada cervecera son útiles para producción de grano forrajero, mientras que los cultivares que no son cerveceros no son útiles para la industria cervecera. En los granos de cebada destinados a la alimentación animal los requisitos de calidad son diferentes y fácilmente alcanzables, siendo el más importante el peso hectolítrico de los granos, y además no se tiene en cuenta el contenido de proteínas.

El valor del grano de cebada forrajero es menor al cervecero, pero muchas veces las escazas diferencias en el precio, el tipo de contrato con la industria y la posibilidad de aumentar el rinde de granos forrajeros, hacen una alternativa rentable y cada vez más utilizada por los productores.

Para conocer mayores detalles de la producción de cebada forrajera, Nuevo ABC Rural, consultó a un reconocido especialista, el ingeniero agrónomo Fernando Giménez del Grupo de Mejoramiento y Calidad Vegetal del INTA Bordenave, Buenos Aires.

“Las cebadas pastoriles son verdeos anuales de invierno, cuya superficie viene incrementándose a medida que pasan los años, caracterizándose por producir pasto de manera más tempranas”, aseguró Giménez.

El profesional indicó además que los verdeos de cebada complementan muy bien a los raigrases y las avenas, debido a que generan muy buen pasto al principio y completan su producción en el invierno.

“Existe una limitante en la cebada; cuando encaña pierde palatabilidad en los animales, pero es cuando se destacan las avenas y los raigrases”, señaló el entrevistado, destacando que dependiendo la región se recomienda un 30% de la superficie de verdeos de invierno con esta forrajera para aumentar la producción de pasto y estabilizar la oferta forrajera.

 

Época con necesidades pastoriles

Cuando la cebada pastoril se implanta en la época indicada de fines de verano, en 40 días produce muy buen pasto como para iniciar el primer pastoreo. “La mejor fecha de siembra es entre el 20 de febrero y el 10 de marzo para obtener muy buenas producciones de pasto a partir de los 40 días, donde se puede hacer el primer ingreso de animales al lote”, explicó Giménez.

En ese sentido, el grupo de mejoramiento genético y calidad vegetal del INTA Bordenave desarrolló nuevas variedades de cebadas pastoriles, que elevan el potencial productivo de forraje de este cultivo, incorporan tolerancia genética al pulgón verde de los cereales (principal plaga de los verdeos) y elevan la tasa de crecimiento invernal.

Si bien todos los cultivares poseen amplia adaptabilidad, el cultivar Rayén INTA se adapta a buenos ambientes, Huilen INTA a ambientes más secos y rústicos, Nélida INTA a planteos doble propósito, ya que posee espiga de dos hileras, como los cultivares graníferos y el nuevo lanzamiento El cultivar Trinidad INTA que eleva el techo productivo del cultivo y se destaca también en la producción de silajes”.

 

Nuevas variedades aumentan y estabilizan la producción

Respecto a estas nuevas variedades, el técnico señaló que sus condiciones la ubican como “ideales para aumentar y estabilizar la producción en las cadenas de forraje en distintos ambientes y sistemas de producción”.

Estas variedades se caracterizan por su porte vegetativo semi erecto, altura mediana, con espigas de seis hileras (excepto Nélida INTA), alta capacidad de producción de macollos y hojas más largas y anchas con vainas más cortas que los viejos cultivares”, dijo el entrevistado, y aseguró: “Con un pastoreo controlado se pueden obtener hasta 6.000 kilogramos de materia seca por hectárea. Lo que permite hacer al menos tres pastoreos durante el ciclo vegetativo del verdeo”.

Además, para optimizar su uso, el profesional del INTA recomienda el pastoreo controlado en franjas con descansos, en función del forraje acumulado. “Así, el momento óptimo del primer ingreso al verdeo es cuando alcanza de 20 a 25 centímetros de altura y se cubre el entresurco”, indicó.

Adaptadas al pastoreo intensivo, son tolerantes al pisoteo y al arrancado de plantas y poseen un excelente rebrote. De hecho, “el primer pastoreo se puede hacer a los 35 ó 40 días post-emergencia en siembras realizadas de mediados de febrero, y la ventana de siembra se extiende hasta abril”, explicó.

 

La clave está en el manejo

Para promover el macollaje y estimular rebrotes futuros, el especialista recomienda no retrasar el primer pastoreo. “Éste deberá realizarse preferentemente sobre el mediodía para evitar el consumo excesivo de agua en relación a la ingesta de materia seca y, además, evitar pisoteos intensos con desperdicio de pastura y daños a las plantas”, continuó Giménez y agregó: “Es importante respetar un remanente mínimo de 10 centímetros de forraje y períodos de ocupación cortos”. Estos nuevos cultivares poseen una excelente respuesta a la fertilización nitrogenada, aplicada durante el macollaje y/o después del primer pastoreo.

“Como todos los verdeos de invierno –insistió- es importante considerar el suministro de heno o silo de buena calidad durante el primer pastoreo para evitar desbalances nutricionales debido al alto contenido de inicial de proteína del forraje”.

En verdeos manejados adecuadamente, el retiro de los animales y la fertilización nitrogenada –al inicio de la primavera– permitirá acumular forraje para obtener altos volúmenes de heno o silo de excelente calidad para producir más carne o extraer mayores litros de leche.

 

Siembra de calidad

Lo importante, según Giménez, es ajustar las fechas y las densidades de siembra de cebada a 220 y 250 plantas por metro cuadrado, según región y cultivar. “El tamaño de los granos varía de acuerdo a las condiciones de cosecha, con lo cual tendríamos ajustar la cantidad de semilla por hectárea para obtener el número de plantas deseado”, sumó.

Por otra parte, es fundamental ajustar el nivel de fertilización para que la producción sea estable. “Tenemos que buscar en la cebaba hacer una buena fertilización fosforada de que al menos reponga el fosforo que se llevara el cultivo, y realizar una fertilización nitrogenada, especialmente durante el macollaje para incrementar la producción de grano y biomasa.

Una de las claves de la producción del grano forrajero es utilizar el nitrógeno para la generación de rendimiento, ya que no importa en la comercialización el contenido de proteínas como en el grano cervecero, lo que permite obtener un plus de rendimiento.

Por otro lado, en la confección de silajes, es recomendable hacer otra fertilización cuando el cultivo está encañando si se desea además aumentar el contenido de proteínas del silo.

 

El ABC Rural



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