l Volkswagen Tipo 181, conocido como Safari en Latinoamérica, es uno de los vehículos cuyas formas se salieron de los cánones de la industria y que fueron poco comprendidos por el público, pues pocos sabían que el carro pasó a la vida civil en la década de 1970 al mismo tiempo que demostraba su versatilidad como todoterreno al prestar sus servicios al ejército alemán.
Si su apariencia era extraña en su modo estándar, traía varias funcionalidades que lo hacían único para su época, como las puertas desmontables, un panorámico plegable, similar al Jeep militar, y un techo desmontable que se vendió rígido y plegable de lona.
En el caso de este Volkswagen Safari forrado en cuero, la cosa se pone aún más extraña, porque una empresa familiar de Hungría, denominada Pepita Garage, hizo un tremendo trabajo de restauración del pequeño todoterreno para ponerlo a punto y un polémico trabajo artesanal para adornarlo.
La modificación consistió en quitar todos los páneles de la carrocería del Volkswagen Safari y reemplazarlos por varios metros de cuero marrón cosidos a mano y templados para mantener las inusuales formas del vehículo.
Este tratamiento, que incluía costuras en color naranja y ribetes negros, se extendió de bómper a bómper, cubriendo todas las áreas, como bómperes, guardabarros, puertas, bisagras, baúl, cubierta de motor, marco del panorámico y de los faros, espejos y, ya de modo más natural, en la cubierta del techo y en el interior.
Adicional a este trabajo descomunal y cuando menos polémico, porque el carro sólo podrá salir a la calle en días soleados, se le instalaron rines de origen Porsche y recibió una nueva suspensión que le redujo su distancia libre al suelo.
Este tratamiento, artesanal y gigantesco por las horas que demandó, pasará a la historia por convertir un vehículo ya extraño para su época, pues se dejó de vender a partir de 1980, en una rareza de la industria hecha por este modificador en Hungría.
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