Transporte & Logística / Plantas Industriales

La cuarta central nuclear vuelve a la agenda oficial de la mano de la presión china

La fecha tentativa para firmar el contrato es en noviembre 2020

La cuarta central nuclear vuelve a la agenda oficial de la mano de la presión china
jueves 17 de septiembre de 2020
E

n el gobierno dudan de avanzar con una obra millonaria llave en mano por una tecnología que vuelve al país dependiente de proveedores extranjeros. La construcción de la cuarta central nuclear volvió a la agenda oficial de la mano de las presiones chinas para apurar la firma del contrato que ambos Estados vienen negociando desde hace seis años. El gigante asiático busca venderle al país un reactor PWR de uranio enriquecido y agua liviana que demandará una inversión de 7800 millones de dólares y, luego de 6 años de construcción, aportará a la red unos 1000 MW. La fecha tentativa para firmar el contrato es en noviembre y en el gobierno hay preocupación porque una mala decisión puede condicionar la matriz energética nada menos que durante los próximos 60 años, período de vida útil de la central.

Dudas oficiales

Son varios los funcionarios que no están convencidos de realizar semejante inversión para un proyecto llave en mano por una tecnología que Argentina no controla y, por lo tanto, la vuelve dependiente de proveedores extranjeros de insumos críticos, como son los combustibles de la central.

Sin embargo, el tema es delicado porque China es la segunda potencia económica mundial, el principal socio comercial del país, aportó 18.500 millones de dólares a las reservas a través de un swap de monedas renovado recientemente y desde hace tiempo viene promoviendo la construcción de este reactor, como parte de su desembarco estratégico en América Latina.

El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, recibieron a José Luis Antúnez, ex presidente de Nucleoeléctrica, a Andrés Kreiner, investigador de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y a Gabriel Barceló, del Instituto de Energía Scalabrini Ortíz (IESO), para conversar sobre el proyecto.

La convocatoria surgió luego de que esos tres especialistas distribuyeran un documento, firmado también por Eduardo Barreiro del IESO, donde advertían sobre los riesgos que supuso la decisión del gobierno de Mauricio Macri de abandonar el proyecto de construcción de una central de agua pesada y uranio natural de tecnología Candu. Lo que decidió el entonces presidente fue avanzar solo con la compra llave en mano a China de un reactor de agua a presión (PWR, según las siglas en inglés) que utiliza uranio enriquecido como combustible y agua liviana como moderador y refrigerante, modelo Hualong One.

El informe del IESO

El informe de IESO señala que la energía es un bien estratégico para asegurar la soberanía económica y advierte que seguir adelante sólo con la construcción del reactor Hualong “sería la peor de las alternativas posibles”.

La clave del negocio nuclear son los combustibles, más que las centrales. Argentina domina el ciclo completo del combustible de uranio natural ya que ha trabajado cincuenta años con esa tecnología. La mejor prueba de este conocimiento es que completó hace poco la extensión de vida de Embalse, con Nucleoeléctrica como arquitecto-ingeniero del proyecto, para que funcione otros 30 años. Sin embargo, en el caso del combustible de uranio enriquecido el país depende de la importación y las principales potencias mundiales suelen dificultar al máximo la posibilidad de que nuevas naciones se vuelvan autosuficientes en este campo. Esto es porque las tecnologías de enriquecimiento de uranio sirven para obtener combustibles para reactores de electricidad, pero también para la fabricación de explosivos.

El informe de IESO deja entrever además que la decisión de Macri es funcional no sólo al gigante asiático sino también a Estados Unidos.

“Esta permisividad para el proyecto nuclear por parte del gobierno de Cambiemos nos invita a analizar con cuidado la opción resultante. La hipótesis más razonable parece ser que la compra en estas condiciones de una central china de uranio enriquecido es funcional a las intenciones de los Estados Unidos para Argentina”, sostienen los autores.

“Históricamente el Hegemón buscó privar a nuestro país de la capacidad autosuficiente en materia nuclear para lo cual la PIAP (Planta Industrial de Agua Pesada) es una pieza sine qua non. Y efectivamente será así, si Argentina pierde su línea tecnológica autónoma quedará sometida a la voluntad de las grandes potencias que tienen la tecnología de enriquecimiento”, agregan.

Los especialistas incluso recordaron en el documento que Cambiemos tuvo como Director Nacional de Evaluación y Supervisión de Proyectos Nucleares, dentro de la subsecretaría de Energía Nuclear, a Sergio Rodrigo Cabado, un abogado miembro del Colegio de Abogados de Nueva York y de Miami.

“Es decir, un abogado ligado al sistema de justicia de Estados Unidos tenía a su cargo la evaluación y supervisión de los proyectos nucleares argentinos”, subrayan.

Más allá de cuál es la postura de Estados Unidos sobre este contrato y de la dificultad potencial para acceder al combustible, en el gobierno dudan fundamentalmente por el costo que tiene la central y el escaso derrame que provocaría un proyecto llave en mano.

“La energía nuclear la entiendo como parte de un plan de desarrollo tecnológico, pero no nos queda claro qué aporta la central china a ese plan”, aseguró una fuente oficial.

Los acuerdos iniciales

El 18 de julio de 2014, el entonces ministro de Planificación, Julio de Vido, dio el puntapié inicial al acuerdo nuclear con China al firmar con el director de la Administración Nacional de Energía de ese país, Xu Xinxiong, un convenio de cooperación para la construcción de una cuarta y una quinta central.

A partir de entonces, se comenzaron a negociar los detalles y el 15 de noviembre de 2015 ambos países le pusieron la firma a los convenios técnicos y comerciales de Atucha III en la ciudad turca de Antalya. Además, en aquel encuentro se acordó la versión final del contrato marco entre Nucleoeléctrica y China Nacional Nuclear Corporation por la quinta central nuclear.

El plan inicial era que Atucha III fuera un reactor de uranio natural y agua pesada para aprovechar la experiencia y los recursos que el país tiene en esa área luego de haber concluido Atucha II. Sin embargo, el interés principal de los chinos era venderle al país su reactor PWR de uranio enriquecido y agua liviana. Producto de la negociación, el acuerdo contempló financiamiento chino para la construcción de una cuarta central de uranio natural y agua pesada de 760 MW y una quinta de uranio enriquecido y agua liviana de 1000 MW.

La renegociación macrista

El inicio de la obra estaba previsto para 2016, pero luego del cambio de gobierno el ministro de Energía, Juan José Aranguren, confirmó que durante ese año no habría novedades porque se estaban revisando los contratos. Como parte de esa revisión, proponían avanzar primero con la central que menos interés les generaba a los chinos y postergar dos años la obra del PWR.

La negociación siguió adelante sin avances significativos hasta que, en junio de 2018, luego de haber ido a pedir la ayuda del FMI para no caer en default, Aranguren, aseguró que las centrales no iban a construirse debido a la delicada situación fiscal que atravesaba el país.

«Teníamos en carpeta dos centrales adicionales, la cuarta y la quinta central, que respondían a un memorando de entendimiento que se había firmado en 2014 con China. Nosotros también firmamos otro memorando. Ahora bien, una inversión de un orden de magnitud de 14.500 o 15.000 millones de dólares en la situación fiscal que tiene la Argentina nos obliga a ser prudentes. Por lo tanto, le hemos propuesto al gobierno chino suspender o postergar la construcción de la cuarta y la quinta central «, aseguró en el Foro Latinoamericano de Energía que se realizó en Bariloche, días antes de ser despedido. 

Luego la negociación con China siguió adelante, pero sorpresivamente se dejó de lado la central Candu y se decidió avanzar solo con la central Hualong, con el apoyo incluso de varios directores de Nucleoeléctrica. De hecho, hasta el día de hoy directivos de la empresa nuclear estatal insisten con la conveniencia de firmar el contrato con China para la central llave en mano, postura que también cuenta con el respaldo del secretario de Energía, Sergio Lanziani, aunque el papel que juega el funcionario dentro del esquema de decisiones del gobierno es meramente decorativo.

Aquellos que promueven la central Hualong incluso llegaron a justificarlo con un análisis de Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas, conocido como FODA, aunque algunos en el sector nuclear maliciosamente dicen que fue una «JODA». Como parte de la defensa del proyecto, prometen que la central tendrá una integración local del 40%, pero Atucha I fue llave en mano y tuvo una integración local similar. Desde ese punto de vista, sería como retroceder 50 años. 

 

 

 

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