l vasto complejo agroindustrial incluye actividades de las más variadas a lo largo y ancho del mundo. Una de las más antiguas es la sericultura, que aunque su nombre no dice mucho es conocida por todos, ya que involucra la cría de gusanos para la producción de seda.
Aunque existen referencias históricas que marcan su nacimiento en el 3.400 a.C., su era dorada vino de la mano del emperador chino Wudi, quien hacia el siglo II a. C. empezó una campaña de comercio exterior que dio lugar al nacimiento de la famosa Ruta de la Seda, que unió oriente con occidente.
Aunque hoy el comercio de la seda se mueve por carriles completamente distintos, los caminos que van y vienen desde Europa a China siguen convocando a millones de personas, aunque esta vez asumiendo un rol de turistas y no de mercaderes.
Fernando Duclos (34) fue uno de ellos. Salió de Ezeiza en enero de 2019 con la intención de llegar hasta Beijing, un destino al que nunca llegó pero que le sirvió de faro durante los 420 días que se transformó en "Periodistán", un viajero que ganó popularidad por develar las maravillas de una región mayormente desconocida por el mundo latino.
"El viaje fue tomando su propia lógica. No haber llegado a Beijing no lo cuento como un fracaso, todo lo contrario. Si bien mi idea era poder hacer algo de periodismo, a partir de que mis cuentas ganaron trascendencia, el viaje se transformó en lo que soy hoy, una ventana desde la cual mostrar otros mundos", cuenta Duclos, desde Buenos Aires, donde tuvo que refugiarse en marzo último, cuando estalló la crisis del coronavirus.
Resulta cuanto menos curioso que hayan sido justamente sus "hilos de Twitter" los que le generaron el mayor tráfico. El que marcó su suerte fue uno realizado desde Rumania, donde explicó el proceso de desintegración de los Balcanes relacionándolo con el partido que disputaron Argentina con Yugoslavia en el mundial de fútbol de 1990. "Después de publicarlo, había dejado el celular. Salí a dar unas vueltas y cuando volví tenía más de 10.000 reproducciones", recuerda.
A partir de allí siguieron muchos otros, donde principalmente buscó correr el velo de aquellos países que la cultura occidental puso en el eje del mal. "Hay muchas zonas que están mucho más presentes de lo que nosotros pensamos. Por ejemplo, el papel que todos usamos, es un invento chino que fue llevado a Iraq y Uzbekistán para luego recalar en el resto del mundo", explica.
Además de la zona de los Balcanes, Duclos recorrió Turquía por tres meses, el Cáucaso ruso, Afganistán, Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán, los países de la península arábiga e Irán. Para este último guarda un recuerdo especial, no solo por los tres meses que transitó allí sino particularmente por el afecto que recibió de la gente.
"En Irán justamente, una de las cosas que más me sorprendió fue ver por todos lados campos de pistacho, que no es una producción agropecuaria muy normal. Es muy popular allí, igual que las semillas de girasol. Hay mercados donde venden hasta 50 variedades", relata.
A partir de la fuerte popularidad que tuvieron sus contenidos, a poco de regresar se puso a trabajar en la redacción de un libro que recopila historias y crónicas del viaje. Será el segundo en su carrera, ya que anteriormente “Crónicas Africanas”, donde recorre los rincones más desconocidos del continente negro.
El viaje, para Duclos, es una verdadera forma de vida. Aunque ahora reconoce que tal vez sea tiempo de establecerse en Argentina, cuenta en su espalda con varios periplos alrededor del mundo. “Cuando renuncié a mi trabajo para viajar por África me convertí en un nómade del periodismo”, señala.
Mientras restan algunas semanas para que su segunda obra llegue a las librerías, actualmente sigue publicando historias desde sus cuentas en las redes sociales, como Twitter e Instagram.
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